Como diría Hollywood, se necesitaba que se produjera la 'Tormenta perfecta' para que un Atlético bastante inferior al Madrid pudiera ganar una final, que encima se jugaba en Chamartín, con la losa de 14 años sin hincarle el diente.
Para palmar, el Madrid tendría que carecer de suerte. Ocurrió: tres palos y tres goles errados increíblemente. El club blanco debería tener a Ronaldo en sus momentos bajos. Era más factible, porque el 'cristianismo' siempre desaparece en los partidos trascendentales. Tendría que jugar Modric, que para todo el juego rápido del Madrid. Sucedió.
Por el otro lado, el Atlético tenía que hacer el partido defensivo perfecto. Conducir al Madrid a la cólera permanente. Desquiciarlo con faltas, pérdidas de tiempo, juego marrullero, al barro del rugby. Es decir, un partido a cara de perro, al estilo del maestro del 'cholismo', el impresentable Bilardo. El de "pisalo, pisalo", con elementos como Diego Costa, Gabi, Godín, etc. Un partido asquerosamente a la argentina. Y, luego, la fe, la fe del sentenciado, del perdedor, la fe del 'cholismo'.
Clos Gómez, en el momento de la expulsión de José Mourinho. (Foto: Afp)
Con todo lo que hemos expuesto tampoco hubiera llevado al éxito del Atlético sin un arbitraje canallesco. Un partido como les gusta a Gaspart y su equipo de árbitros para llevar a la ira y a la desesperación al Madrid de Mourinho. Clos Gómez me recuerda aquel juez Roy Bean, el que creía que un 'habeas corpus' era un paganismo, el que imponía una reglas muy parciales más allá del rio Pecos. El perfecto juez de la horca, el ínclito Clos Gómez excomulgado hace tiempo por los madridistas.
El linchamiento a Mourinho ha acabado con esta horca al más puro estilo del Comité de Árbitros, que se ha vengado finalmente para enterrarlo en los infiernos. Mourinho se confirma, para sus enterradores de la prensa, como el enemigo que pasó por el Madrid como un criminal futbolístico. Que se lo lleve el diablo. Todos querían que perdiera el Madrid el partido, sólo como venganza de Mourinho.
A mí se me ha quitado un gran peso de encima, porque no tengo vocación de Gregory Peck en
Matar a un ruiseñor. Además, Mourinho es como un leopardo, un gatito peligroso.
El Atético jamás quiso jugar un partido de fútbol. Sólo especuló, se aprovechó de la situación y de una depresión parda del Madrid tras la semifinal de la Champions. Pobre Real Madrid en manos de Casillas, Ramos y toda la prensa, que se ha salido con la suya. Encima viene Ancelotti, el técnico más acabado del mundo. Pobre Real Madrid. Qué vergüenza.
