Lennoniano
22/11/63
Joder, negro.
Visualmente es portentosa, la hijísima se sirve de los parajes sureños para crear una atmósfera casi onírica que sumerge la narración en un tono de extrañeza.
, también diría que es más ambigua, da más margen a la interpretación moral del espectador.
No creo que Sofia Coppola sea una inútil integral; incluso creo que es una cineasta interesante, aunque también dada a una indolencia narrativa que mucha crítica confunde con profundidad o intelectualidad. Y a veces se ahoga en ese discurrir más meditabundo que reflexivo. Todo lo negativo de su cine parece haberse condensado en esta película. Hay mucha pose, mucho artificio visual más propio de Instagram que de una verdadera narrativa visual. El nivel estético es muy elevado, pero por desgracia esa búsqueda de la imagen preciosista se apodera de toda la cinta. No sólo a nivel de puesta en escena, sino que la elección de las actrices forma parte de esa estetización de la novela. Por lo tanto los personajes dejan de tener entidad, y más que ambigüedad yo creo que le falta profundidad y fuerza. Es cierto que la cinta de Don Siegel parte de un punto de vista masculino, y que las tres mujeres que van a ayudar a desarrollar el drama no son sino construcciones de psiques femeninas a través del personaje de Eastwood. Pero también resultan reales, sus motivaciones son obvias, y sobre todo representan diferentes exploraciones del deseo, tema de la película. En este caso los personajes no parten de lo masculino, sino que son las propias mujeres las que toman la iniciativa. No es El seductor sino La seducción, dejando claro Coppola el punto de partida desde el inicio. El problema es que esos personajes femeninos resultan intercambiables; podría funcionar igual en cualquiera de los tres papeles Nicole Kidman que Kirsten Dunst o incluso la Fanning. Son solo seres bellos que asumen un rol impuesto por el papel que les ha tocado, sin que haya nada en ellas que las motive a comportarse de un modo u otro. Todo es light, desangelado, sin garra y completamente al margen de los deseos que se supone que sienten. Es decir prima la postal de catálogo antes que el discurso interno que se ha de dar. A Coppola solo le interesa lo epidérmico, como una capa protectora que no la involucre con lo que se supone que debería estar contando. Sexo, sangre, deseo y víscera, que ella aparta deliberadamente. Peor aún, todo eso está sobre el papel pero no en la pantalla, por lo que hay una desconexión entre lo que los personajes dicen y lo que se muestra. En la película de Siegel, cada plano tiene un contenido claro, explicita cuestiones y presenta una semántica que enlaza de forma perfecta imagen y texto. De hecho a nivel dirección le da mil vueltas y media. Es otro ejemplo claro que dirigir bien no es crear imágenes bellísimas pero vacías de contenido.