Respuesta: SAM MENDES [Post Oficial]
(
Road to Perdition, 2002)
- Con spoilers -
Sé que a veces (varias incluso) puedo pecar de reiterarme en según qué palabras / términos a la hora de dirigirme a según qué títulos pero creo que si vuelvo a emplear palabras como "clásico", "obra maestra", "imprescindible", "magnífica", "impresionante" (casi) nadie me tacharía ninguno de esos adjetivos. Porque después de volver a deleitarme con este tótem del séptimo arte no se me ocurren mejores calificativos para ella.
Sam Mendes plasma con una exquisita parsimonia el mundo glamouroso, violento, a la par que seco, de gangsters y mafiosos del Chicago de Al Capone. Una historia de honor, vendettas personales / profesionales, relaciones paterno-filiales tanto dentro como fuera de la Familia y sobre todo un camino que lleva a la perdición (como bien indica la doble lectura que contiene el título de la película, mucho mejor en el original que en la traducción).
"Camino a la Perdición" es, sobre todo, cine en estado puro. Es una concatenación de set pieces brutales, bien orquestadas y sobre todo con un deleite visual exquisito, recreando una época al dedillo, pues nada está de más ni de menos. La ambientación es tan real, tan creíble que es imposible no quedarse fascinado ante tal belleza. La fotografía e iluminación se encargan del resto dotando a cada momento, a cada escena de esa sensación de estar ante algo grande. Los contrastes lumínicos donde el mundo del hampa está envuelto en casi una niebla furtiva, donde los claroscuros son muy fuertes, muy patentes mientras que el interior de la casa de Sullivann despide luz, como si el trabajo de él no tuviese que ver con la felicidad / protección / seguridad que un padre procede hacia sus hijos.
Pero la credibilidad no se da así como así. Hay que trabajársela y ganársela a pulso. Y en eso Mendes va sobrado mereciéndose cada aplauso. Su película está rodada con aplomo, con pulso narrativo exquisito. Cada detalle no está puesto de forma baladí. El nos narra una historia y por sus formas nos la creemos. Y eso es gracias a las maneras empleadas, como sólo los grandes directores saben hacer. Y gracias a ello estamos ante una magnífica historia de familias, mafias y honor.
Con un elenco en estado de gracia, aquí lo que prima o lo que lleva la voz cantante es el sentido amplio de lo que implica la palabra familia. Deboción exclusiva a un jefe que es a la vez un padre (Hanks - Newman), una envidia latente que acabará con dar al traste todo por culpa de un hijo que no puede asimilar que su padre no le quiera tanto como a un hijo adoptivo (Craig - Hanks) y como una serie de circunstancias un mal conlleva un bien mayor (Hanks - Hoechlin).
Actuaciones que dan credibilidad, presencia y empaque. Imposible no quedarse sorprendido con cada una de las interpretaciones. Dígase el momento donde Newman golpea la mesa ante la impertinencia letal de su hijo o como Newman se ve muerto en vida ante la desgracia que acaba de desencadenar su hijo (la forma en como lo golpea para luego abrazarlo es tan poética a la vez que tan realista... una de las mejores declaración de intenciones de toda la película). O como la relación tirante entre Hanks y su hijo va haciéndose cada vez más fuerte y como dos personas completamente desconocidas acaban encontrándose. Pero la mejor escena es cuando Hanks dispara a Law por tal de que su hijo no tenga que matarlo y de esa forma no sepa lo que es matar a alguien y a la postre acabe convirtiéndose en su sucesor. Nota aparte para el personaje de Law. Un auténtico badass sin escrúpulos cuya presencia inquieta y a la vez aporta (loor incluído para los de maquillaje).
Y esto es lo que da forma al conjunto. Una historia basada en historias. El envoltorio visual es lo que da presencia al producto. Porque es imposible hablar de Camino a la Perdición sin esa serie de planos, imágenes y secuencias que hacen de esta película una de las mejores joyas del género.
La matanza en plena noche cerrada, en medio de la lluvia, cayendo uno a uno y siendo la banda sonora la que de fuerza a la imagen, mientras Newman sabe que ese es su fin (la frase final lo dice todo). O la escena donde el claxon le avisa a Hanks de que se encuentra en peligro pero él no lo escucha porque el taquígrafo ahoga el ruído. O toda esa escena final donde Sullivan entra en el edificio para darle caza a Connor (el juego de cámaras y planos es perfecto, con el ritmo en su justa medida). Y esos planos generales donde la muchedumbre es un eje clave. O cuando Michael lo presencia todo.
Pero no me olvido de otra pieza clave: la banda sonora por parte de Thomas Newman. Una de mis favoritas de todos los tiempos pero que tiene su razón de ser. Su presencia en la película es tan impresionante que da forma a las imágenes, no las acompaña porque sí. Su narrativa es necesaria, no es una mera comparsa. Es diálogo puro, dotando a las escenas más importantes de una presencia innata. Una conjunción digna de los grandes maestros.