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El otro día me ocurrió algo que hacía tiempo no me sucedía..., seguramente por no acudir a cine sobre seguro hace unas semanas..., pero es algo que me parece tan curioso como emocionante.
Me puse en el proyector Perros de Paja..., que mi mujer no había visto y yo hacía tiempo que no revisitaba. Sobra decir que me chifla (antes no la tragaba, pero esas revisiones...)..., y la estuve observando con admiración durante todas las 2/3 partes del film..., había una violencia controlada realmente bestial. NO veías ni un solo puñetazo..., pero algo hacía pensar que se iba a armar la marimorena. Y es que esa sensación que consigue Peckinpah de furia contenida, con esos cortes de montaje abruptos, sólo son propios de maestro. Pero vamos al motivo del post...
...entonces empezó el clímax..., a los que no la hayáis visto..., no sigáis leyendo (o sí, como queráis). El clímax son 40 minutos tan bien puestos que yo creo que, a día de hoy y a lo que estamos acostumbrados, son totalmente inconcebibles. Hoffman ESTALLA..., estalla interpretivamente y, con él, Peckinpah también..., todo lo que estábamos esperando llega...y se te muestra dilatada e incluso periodísticamente (desde el punto de vista audiovisual)..., tío Sam sabe el genial material que tiene entre manos tan bueno, tan apasionante...que se RECREA..., y todo sin pasarse de la raya. 40 minutos que eran ampliamente deseados por cualquiera que hubiera visto el resto del film. A eso se le llama saber hacer.
Bien, pues me pasó algo que hacía tiempo que no me pasaba y, al menos para mí, es la clave de amar el cine. Estuve todo el clímax emocionado..., respirando fuerte...deseando que aquello no acabara y, en ocasiones, soltando lágrimas por ver los aciertos tan inmensos que veía...: lloré cuando Hoffman pone el tocadiscos con esas gaitas a todo tren..., lloré cuando HOffman muele a palos a un tío en el salón y Peckinpah le rueda saltándose el eje una y otra vez...y, por supuesto, lloré con la última secuencia donde Dustin dice: "Yo tampoco".
Al terminar, mi mujer sólo lo tradujo en "ya no se hacen como éstas"..., pero yo estuve lleno de adrenalina toda la noche..., me sentí identificado con la situación, rabioso..., y, por supuesto, conseguí que el cine se convertiera EN VIDA. Porque no son solo películas, son trozos de vida..., para mí Hoffman y Perros de paja tienen un papel en mi vida..., como todas estas películas que tanto te emocionan y tan feliz te hacen sentir. El cine es vida, no es sólo cine..., el cine puede llegar a formar parte fuerte de ti.
No sé si sabéis a lo que me refiero, pero creo que sería bonito crear un post con sensaciones parecidas. Sensaciones que, sin duda, nos hacen ser felices.
Porque para mí el cine es vida, para mí el cine es felicidad.
Me puse en el proyector Perros de Paja..., que mi mujer no había visto y yo hacía tiempo que no revisitaba. Sobra decir que me chifla (antes no la tragaba, pero esas revisiones...)..., y la estuve observando con admiración durante todas las 2/3 partes del film..., había una violencia controlada realmente bestial. NO veías ni un solo puñetazo..., pero algo hacía pensar que se iba a armar la marimorena. Y es que esa sensación que consigue Peckinpah de furia contenida, con esos cortes de montaje abruptos, sólo son propios de maestro. Pero vamos al motivo del post...
...entonces empezó el clímax..., a los que no la hayáis visto..., no sigáis leyendo (o sí, como queráis). El clímax son 40 minutos tan bien puestos que yo creo que, a día de hoy y a lo que estamos acostumbrados, son totalmente inconcebibles. Hoffman ESTALLA..., estalla interpretivamente y, con él, Peckinpah también..., todo lo que estábamos esperando llega...y se te muestra dilatada e incluso periodísticamente (desde el punto de vista audiovisual)..., tío Sam sabe el genial material que tiene entre manos tan bueno, tan apasionante...que se RECREA..., y todo sin pasarse de la raya. 40 minutos que eran ampliamente deseados por cualquiera que hubiera visto el resto del film. A eso se le llama saber hacer.
Bien, pues me pasó algo que hacía tiempo que no me pasaba y, al menos para mí, es la clave de amar el cine. Estuve todo el clímax emocionado..., respirando fuerte...deseando que aquello no acabara y, en ocasiones, soltando lágrimas por ver los aciertos tan inmensos que veía...: lloré cuando Hoffman pone el tocadiscos con esas gaitas a todo tren..., lloré cuando HOffman muele a palos a un tío en el salón y Peckinpah le rueda saltándose el eje una y otra vez...y, por supuesto, lloré con la última secuencia donde Dustin dice: "Yo tampoco".
Al terminar, mi mujer sólo lo tradujo en "ya no se hacen como éstas"..., pero yo estuve lleno de adrenalina toda la noche..., me sentí identificado con la situación, rabioso..., y, por supuesto, conseguí que el cine se convertiera EN VIDA. Porque no son solo películas, son trozos de vida..., para mí Hoffman y Perros de paja tienen un papel en mi vida..., como todas estas películas que tanto te emocionan y tan feliz te hacen sentir. El cine es vida, no es sólo cine..., el cine puede llegar a formar parte fuerte de ti.
No sé si sabéis a lo que me refiero, pero creo que sería bonito crear un post con sensaciones parecidas. Sensaciones que, sin duda, nos hacen ser felices.
Porque para mí el cine es vida, para mí el cine es felicidad.