Todavía atrapado en esos angostos pasillos, ahogado en esa caustrofobica cárcel física y mental, y fascinado por ese carrusel de personalidades y el hecho de que eso pueda - en cierto modo - ser posible, me hallo ante otra obra magistral de este genio indio, que sigue siendo capaz de contar este tipo de historias (siniestras llenas de misterio) como nadie. Personalidad arrolladora. Película arrolladora.
Hilando de forma sublime una maraña de sucesos perfectamente acoplados que en el transcurso de los minutos van cogiendo forma y nos conducen pausadamente a ese devenir, a ese orgasmo que pueda suponer (o no) a la 24a personalidad llamada Bestia devorando vivas (estremecedor) a unas magníficas actrices, (brillantisima protagonista Anya que ya me fascinó en Morgan y La Bruja). Estamos equivocados. No nos damos cuenta hasta más tarde de que realmente es el indio el que nos ha devorado a todos nosotros. Críticos incluidos. Es un decir al mundo: aquí estoy yo. Frente al espejo.
Tensión envolvente que te atrapa desde los curiosos créditos del prólogo, una puesta en escena que ahonda en la angustia de los personajes con primeros planos acertadisimos, movimientos de cámara marca de la casa y una banda sonora que si bien echo de menos al maestro JNH y sus violines, no desmerece en absoluto y dota de una fuerza imponente y grave, muy "a lo Sicario", a los mejores pasajes de la historia.
Para remate la secuencia final que le da una magnitud diferente y compone una historia más amplia que todos ardemos en deseos de presenciar.
Nunca perdí la fe en este hombre, y que alegría me da ver que no me equivocaba.