Respuesta: SKYFALL - Bond 23 dirigida por... Sam Mendes
Es que prácticamente me podría remitir a la crítica que hace TFV en su blog (aunque no estoy de acuerdo con él respecto a Bardem):
http://elcineseguntfv.blogspot.com.es/2012/11/el-primer-bond-posmoderno-skyfall-de.html
SPOILERS
La película ya me gana desde el primer plano, mostrando a ese Bond al fondo, difuso, borroso, como una figura poco definida, como un mito acercándose a la cámara para hacerse carne... Mendes juega con Bond desde dos vertientes: la que lo define como un tipo con descreimiento y debilidades, que sufre, que renquea... hasta la que lo caracteriza como un superhombre inquebrantable, de nuevo identificado con su deber. La película tiene un poco de todo en este sentido: parte de la "defunción" del mito, arrinconándolo al exilio y dándole un aire de vuelta de todo, en plan retiro, para que luego "renazca" en forma de hombre crepuscular, vulnerable, en decadencia... Y conforme se va desarrollando la película, regresa de nuevo la imagen más poderosa del personaje, retomando su carácter más mítico a partir de su vuelta a los orígenes: ese páramo brumoso que ejerce como "reorigen". Es una vuelta a los viejos tiempos, a sus orígenes, que curiosamente supone una revitalización y la conversión en un Bond más fuerte. Ese itinerario de caída y vuelta a empezar que recorre el personaje me parece muy interesante porque maneja el personaje no como un arquetipo cerrado, sino como un rol que admite un análisis. Es decir, no estamos ante una película que se sumerja en su psique de una manera profunda, desentrañando su problemática con el rigor de un psicoanalista, claro. Pero dentro de los obligados patrones de brocha gorda de un blockbuster, Mendes va esparciendo por todas partes detalles que nos hacen ir un poco más allá, cuestionando la naturaleza del agente y su relación, importantísima, con M. No es casual, en este aspecto, que el romance con la chica Bond de rigor sea un mero peaje y ocurra sin que importe, de forma tangencial, como en los márgenes. Y es que la relación de M con sus agentes es de puro amor-odio, prácticamente fundamentada en "lo que hay que hacer", pues en definitiva todos ellos sirven a un interés mayor, común, y no particular.
Aparte, me fascina el esteticismo que rebosa en los tramos localizados en Shanghai y Macao, que son un frenesí de color apasionante. Encantado de que la película se detenga en esos ambientes alucinados y que nuestro agente sea una figura tradicional enmarcada en mundos sensoriales.
La parte final en los páramos también me pirra por representar un regreso a lo viejo para edificar otra vez lo nuevo. Toda esa atmósfera rural dinamitada por fuego, fuego y más fuego me parece algo abrumador e, incluso, divertido, y en este aspecto me hace mucha gracia la llegada de Bardem a lo
apocalypsenow y la destrucción del coche de Bond (otra "limpieza" de lo antiguo), lo que definitivamente encabrita a éste. Y lo que viene después, con Bardem asumiendo aires momentáneos de Chiguhr y en pos de la presa a través de la oscuridad.
Creo que hay que aplaudir a tipos como Mendes, que, en lugar de limitarse a entregar una nueva película conservadora, de esas que se hacen con el piloto automático, ha conseguido usar los elementos de los que disponía para ofrecer una película elegante, enérgica, un tanto autorreflexiva y muy entretenida. Chapeau por ello.