STALKER y el hilo de Tarkovsky

Nostalgia

Un escritor ruso atraviesa Italia intentando reconstruir la vida de un misterioso compositor del siglo XVIII. Macguffin en toda regla, siendo realmente la película un viaje mental y sensorial que no difiere de “Stalker” tanto como podría parecer. Como protagonista, un hombre enfrentado al eterno problema de la fe, capaz de cambiar a la humanidad y de redimirla. A su alrededor se mueven unos personajes que parecen expresar ideas más que ser criaturas de carne y hueso, como la rubia inquietante (con su falta de fe y su profunda decepción ante lo que no comprende) y Erland Josephson, en el papel de loco excéntrico que al mismo tiempo resulta ser un iluminado. Frente a ello, el tema de la “nostalgia” que parece más un elemento personal y autobiográfico, las raíces de Tarkovsky, su huida de Rusia, el conflicto interior que le supone el compromiso hacia su país y el compromiso hacia sí mismo, dejándole en tierra de nadie ¿sería entonces esa necesidad de fe la solución?

Resulta a veces difícil entrar en el desfile de escenas alegóricas, sin planteamiento, nudo y desenlace a la vieja usanza, y es que todo en la película se mueve en el terreno de la figuración y no existe obviedad alguna. Que no sea vista de ninguna manera como un colosal criptograma a desentrañar porque tampoco es eso, en ese sentido es incluso de una desarmante simplicidad. Hay que enfrentarse al misterio de sus imágenes, a la emoción y a la profunda serenidad y espiritualidad que desprenden.

Por otro lado, el sello visual del cineasta es inconfundible a estas alturas; la unidad de forma y contenido, la manera casi sobrenatural en la que confluye dentro del plano cada pequeño detalle, el particular empleo del tiempo y del espacio fílmico en pos de una densa y pausada narrativa… y cómo no, la presencia de una naturaleza telúrica y de determinados animales, en ambientes ruinosos y cubiertos de niebla que parecen ofrecer una visión de Italia radicalmente opuesta a la idealización de sol y vida mediterránea. Como colofón, el impactante desenlace con la interminable y magistral secuencia de “llevar la vela” y un plano final para debatir largamente (o no).
 
Chicos, me dicen que hay una copia de Rublev donde QUEMAN VACAS y MATAN CABALLOS. ¿La que he visto no es la definitiva?
 
Hemos visto una de unos 180 minutos. Hay otra de 205 minutos, pero como tú mismo leiste, el montaje que gustaba a Tarkovsky era éste. La vaca ardiendo siempre la he echado en falta -parece ser que estaba cubierta con amianto para protegerla (ergo moriría de cáncer en lugar de quemada)- pero sí que se ve morir al caballo al caerse por las escaleras.
 
Sí, el caballo cae por las escaleras, pero por lo visto luego le clavan una lanza (eso yo no lo vi).

Por cierto, brutal el plano de la Infancia de Iván al final, del rostro de Iván muriendo..., ensangrentado. Sale unos pocos segundos.
 
Con Harmo en la respuesta menos entusiasta hacia SOLARIS, valores aparte (la actriz, el tono, el plano final) y buena impresión en general, no me convence ni él ni lo poco que aprovecha las implicaciones del relato, aunque le debo otro vistazo.

Lo de ANDREI ya es otra cosa, aunque yo sí veo la importancia del artista, no ya del propio Rublev sino como extensión; luego ya está que visualmente es de hablarle de usted, porque además lo conjuga maravillosamente con el texto sin pisotearse (el mencionado pero nunca lo bastante capítulo de la campana... "Tú harás campanas y yo pintaré iconos").

Por cierto, lo de Chris Nolan es muy, muy, muy heavy. Hormigón armado.

¿A qué te refieres?
 

Hay ganazas, pero ya comentaremos la semana que viene, Dios mediante.

¿A qué te refieres?

"Inception":

La relación entre Di Caprio y Cotillard, como esposa muerta en circunstancias violentas, las relaciones idílicas en lugares que no existen en base a recuerdos, o directamente, el final, con la vuelta a casa, que es más explícito en la de Tarkovsky -porque no te deja con dudas de lo que ves, aunque sea onírico- pero creo que también mucho más coherente con todo lo que has visto antes.
 
Uséase, bien, bastante bien, tirando a muy bien, pero no perfecta como las dos anteriores. Ahora estoy pensando en hacer un alto en el camino y verme la de Soderbergh, cosa que nunca hice... ¿hago bien?

Yo creo que si. Son suficientemente distintas para que no te fatigue y teniendo la de Tartamudo reciente, las comparaciones serán más frescas. De todas maneras ¿te has leído la novela de Lem? Porque si tienes un rato, te la recomiendo encarecidamente.
 
Gracias por la recomendación, pero con los libros (narrativos), en los últimos años, me ocurre como con las series: no quiero engancharme a ellos porque me quitarían todavía una mayor parte de mi ya limitado tiempo.
 
SOLARIS: Fascinante film y sobresaliente versión del novelón, que no por renquear de ritmo (está dilatadísimo y aquí no hay tanta chicha de contexto como en Andrei Rublev o La infancia de Iván) está exenta de una calidad global altísima.

La película tarda en arrancar y dilata demasiado sin tanta chicha, bebe pobremente de 2001 y técnicamente navega entre lo notablísimo o lo renqueante, pero es una película que trata un tema tan sumamente poderoso (y no confundir con 2001, que aquí hay mucho menos de parábola y mucho más de peli scifi), que llega a sobresalir del todo con la aparición de los visitantes y sus reflexiones.

Inolvidable el final, la resurreción, la pérdida de la gravedad, Don Quijote, el despegue del cohete con la réplica o el maravilloso plano de la réplica fumando y humanizándose, disfrutando con el arte (los cuadros). No menos inolvidable la rotura de puerta, las réplicas danzando por la nave y, sobre todo, ESE ENANO. ESE JODIDO ENANO. MARAVILLOSO, JODER. ¡LYNCH VIO ÉSTA! DIOS

Mal por la parte actoral (salvo ella, que está sublime), por los repetitivos decorados o por la fotografía, que pega fuertes bandazos y usa un caprichoso juego de blanco y negro/color/sepia que sólo ellos comprenden y no hace más que molestar.

Bien la elección musical puntual y fascinante el uso del sonido.

Tarkovski renegaba de ella por alguna imposición, pero no tiene sentido. Su estructura lenta es hipnótica y su material en texto..., totalmente sobrecogedor.

Clásico lógico.
 
Junto con "La infancia de Iván" y a falta de ver "Sacrificio" me parece una película un poco aparte dentro de su filmografía, no tanto por el encargo y tal (él siempre se quejó de ella, aunque desde luego sepa llevarla a su terreno) y el que no se sintiera cómodo con la ciencia-ficción, sino por ser la única basada en una obra ajena ("Stalker" ya ni eso).

Tiene una cámara... rara, que no me hizo nada de tilín. Tiene esa falta alarmante de presupuesto. Luego tiene grandes puntos como el viaje, la levitación, que la engrandecen.
 
¿Levitación? Es la pérdida de gravedad, ¿no?

Yo creo que no es un 10, como las dos anteriores...pero sí bien podría ser un 8.5, hablando en términos vulgares.
 
Pues he visto la de Soderbergh, que está bastante bien, pero -comparativamente- va tan al grano eliminando todo el tercio inicial de la de Tarkovsky que, cuando el protagonista llega a la nave, lo que allí ocurre no es tan efectivo como en la película soviética, a pesar de que la concisión, no lo vamos a negar, le sienta bastante bien al relato. Aún así, el final de la de Tarkovsky me gusta mucho más que la vuelta de tuerca de la de Soderbergh. En general, los dos "Solaris" son bastante complementarios, ¿no?
 
Por cierto, brutal el plano final de Solaris y el shock, ¿eh? Propio de un gran Twilight zone.

Y otra añadidura, muchos hablaban del perfeccionismo de Tarkovski pero ni de broma, ¿eh? En cuanto a eso, no le llega ni a la suela a Kubrick (en todos los aspectos). De hecho, le considero hasta desaliñado en cuanto a lo que propone y lo que consigue. En la faceta PERFECCIÓN, insisto.
 
Pues llegó "El Espejo" señores, y es metacine en mayúsculas: Tarkovsky se marca una muy personal autobiografía en off que viene a ser el final de "Solaris" desarrollado en un propio film, es decir, una obra que evoca realidad pero sobre todo recuerdos e interpretaciones de hechos en base a la memoria del realizador, desde su infancia con su madre y hermano hasta la adolescencia, incluyendo el período de la Segunda Guerra Mundial.

Todo ello a través de unas imágenes preciosas y una puesta en escena hipnótica, mezclando localizaciones, personajes (madre y esposa) y no sé si hasta actores. No creo que tampoco sea especialmente inaccesible, sino que lo que cuenta es tan emocional y aúna de forma tan bien hilvanada realidad/sueño/recuerdo, que no hay que encajar todos los elementos -y aún así, todos lo hacen de forma natural- para sentarse y disfrutar de esta maravilla.

Grandiosa.
 
Es su única peli que me falta (aparte del mediometraje aquel y del documental). Intentaré remediarlo pronto.
 
Pues no te exagero si te digo que, de las cinco primeras, en el primer contacto me ha parecido la mejor. O cuando menos, la más disfrutable mientras la veía, lo cual incluye "Stalker", ya que sólo me faltan las dos últimas pese a que antes de ponerme con "Nostalgia" y "Sacrificio" revisionaré esta también.

Uséase, que estás perdiendo el tiempo si no la ves ya.
 
Y ahora que lo pienso, ¿están todas en Blu-ray? ¿Puedes decir qué ediciones tienes y así nos ahorramos buscar en foros? :P Conforme las vayas viendo, sin prisa.
 
EL Espejo: obra absolutamente maestra, hipnótica y totalmente evocadora, que precisa de una conexión del espectador con los recuerdos mezclados, confundidos y extraviados del director, que aquí los pone en imágenes y sonidos, unas veces precisos y otras abstractos, siempre fascinantes.

Obra difícil de asimilar, pero que a poquita sensibilidad que tengas, hará que no apartes ojos y oídos de la pantalla. Impagables muchas cosas, pero lo de los españoles exiliados hablando de toros, no tiene parangón.

Impresionante también cómo fusila el último Malick a Tarkovski, ya del todo chillón en este título, aunque en anteriores había asomado la patita.

Maravillosa.
 
Última edición:
Quiero aportar algo al post, pero estoy totalmente sin tiempo. Así que, de manera totalmente vaga y gratuíta, copypego la reseña de SOLARIS que escribí hace unos años y que puede leerse en Pasadizo:

Solaris (Solyaris) (1972)

El planeta Solaris ha sido durante años el mayor enigma a que se ha enfrentado la ciencia a lo largo de su historia. Kris Kelvin, un psicólogo, es enviado a la estación espacial que orbita dicho planeta con el propósito de investigar unos extraños sucesos acontecidos entre su tripulación y, una vez a bordo, acabará enfrentándose a un misterio proveniente de unos territorios más inexplorados que el mismísimo Cosmos: la materialización de sus propios fantasmas interiores.

Basada en la magistral novela de 1961 del polaco Stanislaw Lem, se trata de una historia a la que el cine ya se ha acercado en tres ocasiones. La primera de todas ellas en 1968 por un directo soviético llamado Boris Nirenburg, siendo un producto en blanco y negro para la televisión rusa del que pocos datos consiguieron salir de las férreas fronteras culturales de su país, a excepción de algunos fragmentos publicados recientemente en Internet. La segunda, en 2002, dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por George Clooney. Sin embargo, la presente adaptación es la más celebrada de todas ellas, hoy en día convertida en un clásico de la ciencia ficción que, en su tiempo, en plena guerra fría, fue tontamente considerado como un contraataque soviético frente al éxito americano de 2001: una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1968), una película con la que comparte más bien escasos parecidos, principalmente debido a que, como dice el tópico, la de Kubrick mira al Cosmos, mientras que la de Tarkovsky dirige su mirada al interior del Hombre.

El cine de Andrei Tarkovsky, nacido en 1932 en la desaparecida Unión Soviética y fallecido en el exilio parisino en 1986, es uno de los más personales que se puedan encontrar, en el que cada una de sus películas era concebida como un campo de experimentación personal en el que tuviera más peso la comunicación sensitiva -las sensaciones- por encima de la comunicación lógica o racional. En sus películas, el cineasta nos lanza una serie de introspectivas miradas al Hombre cuando este es enfrentado a conceptos como el tiempo perdido, los miedos y temores, los misterios oscuros del alma, y su relación con la naturaleza o con su propio entorno, desbordando para tal propósito intensas cargas oníricas y un profundo simbolismo religioso a través de un particular lenguaje visual nutrido de la abstracción y de los símbolos. Esa es la razón por la que películas tan dispares como El espejo (Zerkalo, 1975), Stalker (Stalker, 1979), Sacrificio (Offret, 1986) y este Solaris, tan difíciles de encuadrar en géneros concretos, compartan una cierta imaginería recurrente y objetivos comunes que van desde lo autobiográfico a lo religioso, y estén fuertemente vinculadas entre sí por dos de los conceptos más importantes de su filmografía: la nostalgia y el sacrificio.

No es de extrañar, por tanto, que Tarkovsky aceptara adaptar la obra maestra del escritor polaco, que al margen de sus obvios elementos relacionados con la ciencia ficción y su impagable discurso epistemológico sobre los límites del conocimiento científico, posee una trágica historia de amor cuyo peso dramático se basa en las heridas del alma del protagonista, y en la que abundan el sacrificio y las cuestiones morales acerca de la identidad. Y resulta sorprendente el hecho de que Tarkovsky, partiendo de una historia previa, consiga respetar buena parte de la esencia de la misma al tiempo que, con la ayuda del guionista Fridrikh Gorenshtein, la convierta en una obra tan personal como cualquier otra de su filmografía.

Lo primero que nos llama la atención al acercarnos por primera vez a Solaris es su ritmo lento y meditabundo, totalmente fuera de los cánones actuales, y que a excepción de alguna que otra secuencia en que este es inexplicablemente dilatado y puede resultar cargante (como el trayecto en coche de un personaje, en el prólogo de la película), su uso es muy efectivo a la hora de proyectar en nosotros pensamientos o sensaciones, como el misterio de la estación espacial o la tranquilidad atemporal de la casa paterna de Kelvin, y asimismo permitir que la atmosfera onírica de las imágenes nos sumerja en la historia. Los actores realizan un trabajo magnífico, y las muy escasas secuencias de efectos especiales del film, como las panorámicas del océano o las del exterior de la nave, evidencian la importante escasez de medios de Tarkovsky y su equipo, y no soportan el paso del tiempo. No obstante, el diseño artístico del interior de la estación espacial es excelente; está tratado con mucho detalle a pesar del papel aluminio de las puertas, apoyado en un trabajo de fotografía que es de lo mejor de la película.

La trama de Solaris completa un círculo perfecto alrededor del personaje de Kelvin (Donatas Banionis), que es el eje de la narración, y cuyo arco dramático lo conduce a través de un periplo existencialista en el que, de un hombre de Ciencia, se transfigura en hombre de Fe. Al comienzo, nos trasladamos a un entorno verde y hogareño: la casa de campo de los padres de Kelvin, situada junto a un lago, donde este pasa sus últimas horas con ellos y donde, al mismo tiempo, se nos aportan detalles claves acerca de los misterios del planeta Solaris. Durante los primeros cuarenta minutos de la cinta se nos muestra a un Kelvin azotado por la nostalgia, que observa en silencio el entorno en que creció y se deja empapar por la lluvia como si fuera la última vez.

Posteriormente, la acción se traslada, mediante un intencionado contraste de ambientes, a la estación espacial; un entorno opresivo y sumido en el desorden, en el que progresivamente se dará de bruces con los sucesos que han anegado ese lugar. Uno de los científicos se ha suicidado, los otros dos se muestran paranoicos y enclaustrados, y misteriosas presencias ajenas a la tripulación se dejan ver y sentir en la nave. Kelvin se ve atacado por una confusión, que poco después se convierte en puro horror cuando, para su sorpresa, su amada Hari, que murió suicidada años atrás, reaparece en su vida como si nada hubiera acontecido. Es entonces cuando la tragedia intimista del film se dispara dividiéndose en dos vertientes. Por un lado tenemos a Kelvin que, del inicial terror y rechazo por experimentar en cuerpo y alma la materialización de sus traumas, pasa a la necesidad de mantener desesperadamente a Hari a su lado cueste lo que cueste, al tiempo que la necesidad imperiosa de comprender lo que sucede en un sentido racional puede conducirlo peligrosamente a la locura. Y por otro lado la tenemos a ella (sensacionalmente interpretada por Natalya Bondarchuk), quien pese a no recordar nada acerca de su propia muerte, poco a poco se dará cuenta de su verdadera condición, dejándonos por el camino una serie de profundas reflexiones acerca de la identidad humana que no sólo se emparentan con Blade Runner (Blade Runner, 1982), sino que se trata de un perfecto anticipo del personaje de Rachel en la obra maestra de Ridley Scott. ¿Qué es lo que define a los seres humanos? ¿Son los átomos y los neutrinos quienes marcan esa frontera, o se trata de algo más?

La película ahonda en la idea del planeta Solaris como una entidad que, de cualquier forma, escarba y penetra en lo más hondo del subconsciente de los miembros de la tripulación, desnudándolos de toda capa y buscando esos anhelos o esos traumas encapsulados que todos cargamos e intentamos enterrar en lo más profundo de nuestras almas, materializándolos quién sabe si para ponernos a prueba, si por mero juego, o simplemente para concedernos una segunda oportunidad. No es casualidad, por tanto, que dicho planeta sea un entero océano, símbolo del subconsciente y de los sueños (recordemos que los “visitantes” se presentan mientras uno duerme) y, al mismo tiempo, que la idea del agua como una superficie de reflejos sugiera la idea de Solaris como el espejo en que sus protagonistas ven reflejados sus deseos y temores más profundos. Esta presencia del agua, al igual que en otros films del cineasta, es esencial en Solaris como imagen unificadora de ciertos conceptos, y por esa razón considero esencial detenerme en ella antes de finalizar esta reseña para dar una idea de los métodos de trabajo de Tarkovsky:

El cineasta aseguró que, en su cine, dicho elemento no simbolizaba nada concreto, sino que simplemente se trataba de agua y nada más. No obstante, también es cierto que él mismo declararía que la idea del agua le transmitía recuerdos de infancia, del lugar donde se crió siendo niño cerca del Volga, donde las lluvias eran muy comunes. Por lo tanto, en Solaris, donde la presencia del agua es constante sea en su forma común o mediante la imagen del gigantesco océano planetario, esta puede entenderse como un elemento asociado a los recuerdos y a la memoria y, por ende, a la nostalgia y al pasado. Los primeros planos de las tranquilas aguas de un lago con que comienza la película nos transmiten quietud ante la triste mirada de Kelvin, y al mismo tiempo extrañeza, provocada por unas plantas semejantes a verdes tentáculos que quizá remitan al planeta océano (cosa que cobra sentido en el epílogo del film). Al borde del lago se sitúa la casa de los padres de Kelvin, y el sonido del agua está presente en todo momento. Allí, Kelvin deja empapar y purificar su cuerpo de recuerdos y nostalgia durante una repentina lluvia, en el día antes de abandonar a sus padres para embarcarse en su misión. Posteriormente, en la estación espacial, la presencia del agua es más sutil, pero se ve reemplazada por la constante presencia del océano a través de esas innumerables ventanas, redondas como ojos, que están presentes en casi todos los aposentos de la estación, sugiriendo en todo momento su intrusiva presencia. Asimismo, en la absolutamente perturbadora secuencia en que Hari se recupera tras un infructuoso intento de suicidio, ella aparece empapada de los pies a la cabeza, y en la escena en que se observa a sí misma en el espejo, unas casi imperceptibles gotas salpicadas se concentran exclusivamente en la sección del espejo ocupada por su imagen, tal vez por casualidad, o quizá como forma de asociarla no sólo al océano, sino también a las propias memorias de Kelvin.

Todo este marcado carácter autobiográfico de la cinta, relacionado con las propias vivencias del autor, se ve además completado con otros conceptos comunes como su obsesión por la figura materna (muy presente en El espejo), y sus profundas convicciones religiosas. Cuando la locura y desesperación de Kelvin rozan peligrosamente el paroxismo, lo abordan las visiones de su madre, quien en obvia referencia al Bautismo, le ayuda a lavar sus heridas del alma con agua (o lo que es lo mismo, con las mismas memorias) hasta que estas desaparecen. No deja de ser, por tanto, un detalle muy significativo que en Solaris sea la figura materna quien conduce a Kelvin hacia la redención, representada alegóricamente a través de la escena mencionada, teniendo en cuenta que fue la propia madre del cineasta la responsable directa de su profunda Fe. Así pues, cuando al final comprende y acepta el sentido de pérdida, Kelvin purifica sus heridas y consigue entrar en comunión metafísica con ese conocimiento al que no somos capaces de acceder racionalmente, como se refleja de forma onírica en la última (y sorprendente) secuencia del epílogo del film.

Solaris es una exploración metafísica y espiritual de la relación de los humanos con los anhelos y los puntos oscuros de su alma que no podemos explicar racionalmente. Y aunque es importante señalar que no es apta para todos los paladares, es, en definitiva, una película clave en el entendimiento del género de la ciencia ficción en su rama humanista, en que las constantes de anticipación científica son apenas la mera excusa para hablar del ser humano y de todo aquello que nos define como tal.

Imprescindible.


Anécdotas
* Tarkovsky jamás estuvo totalmente satisfecho del resultado final de su película, considerando que había quedado demasiado contenido de ciencia ficción; Stanislaw Lem, por su parte, tampoco llegó a concordar con esta visión de su propia obra, por considerarla demasiado mística.
 
En Blu-ray, creo que están todas menos "Stalker" y "Nostalghia".
Yo solo tengo "Solaris", de Criterion.
 
Ayer revisé "La infancia de Ivan".

La bajo un poco del altar... PERO ojo, sigue siendo una gran peli; sólo se aleja un pelo de la rotundez que recordaba.

Será porque mi memoria sólo retuvo CADA momento en que el chaval sale en pantalla (un titán en miniatura)... aunque ahora mi momento favorito sea el beso suspendido y su forma de llevarnos a él.

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Está llena de chispazos maestros, tanto formales como narrativos. Los aciertos en composición, encuadres y uso del b&n, son innumerables. Por mentar algunos detalles concretos, destacaría las ensoñaciones sobre el pasado de Ivan (muy Buñuelianas), la secuencia oniríca de Ivan "ju(z)gando", TODAS las secuencias nocturnas, o al abuelo que sigue cerrando la puerta con llave (y de su hogar sólo queda eso y la chimenea)...

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Pero también está llena de pegas. Las que más pesan ya las señaló Dussander:

¿no la veis, cómo decirlo... como deslavazada? Por un lado tenemos esa especie de Masacre ven y mira con Ivan (impecable el chaval) dando tumbos por los territorios del conflicto, pero saltamos a Jolin y sus tanteos con esa monada de chica, o una resolución un tanto atropellada, aunque sea en comparación con el resto... Creo que le falta algo de cohesión, algo de estructura mejor montada, aunque la siguiente vez que la vea me huelo que lo veré mejor en ese sentido.

Amén.

También le noto cierto rollo efectista... o algunas torpeces, como la de sacar hasta tres veces (una con zoom y subidón musical incluído) el mismo plano de la pareja de muertos con el letrero "Bienvenidos"...

Y la resolución, de nuevo, me parece una pelea loca entre el BIEN y el MAL. BIEN la forma en que nos enteramos de su destino, por como vemos su agonía sin VERLA, y por ese hipnótico y desgarrador (por imposible) correr por la playa... MAL por utilizar imágenes reales de NIÑOS MUERTOS, por muy hijos de nazi que fueran (odio que me obliguen a mirar ese tipo de material cuando veo ficción; otra cosa es encontrártelas en un docu, donde uno va más "preparado")... y algo MEH el plano
de la "cabeza" de Ivan rodando
deberían haber cortado el plano más por arriba :cuniao

Próxima parada: Andrei Rublev.
 
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