Respuesta: Sueños Lúcidos
Ya que soy moderador, me podía poner el warning yo mismo, pero... ¡nunca! DEfiendo mi derecho a despreciar a estas señoritas modernas y operadas, y reivindicar a olvidadas musas del cine ochentero
He hablado de las posibilidades lúdicas de estos sueños (que no son pocas) pero hay otro aspecto menos comentado pero igualmente fascinante, que es el terapéutico (aunque suene a chorrada). Y es que los Sueños lucidos están lejos de ser un simple "generador de fantasías" a gusto de consumidor; pueden servir perfectamente para enfocar determinadas situaciones... y como suelo hacer, lo comentaré poniendo un ejemplo personal y verídico.
Cuando tenía nueve o diez años, solía ir al cine con mis primos los domingos, después de comer en casa de mis abuelos maternos. Normalmente íbamos por una arboleda antigua y preciosa, hoy desaparecida, por desgracia. Un domingo, uno de mis primos dijo haber descubierto un atajo, un viejo puente de cemento. Aún existe, por cierto: se trata de un puente escasamente ancho, apenas caben los pies, no es más que una viga que cruza el río... sin nada a los lados
Bonita forma de descubrir mi vértigo. Lo mío realmente no era miedo a las alturas, ya que nunca las he temido, sino al vacío. Puedo estar en la cumbre de una montaña, que si tiene un borde en el que apoyarse, no habrá problema, pero tenía problemas hasta para subirme a una escalera de mano.
Por no alargarme, diré que fui incapaz de cruzar el puto puente, y tuvimos que retroceder e ir por el camino de siempre. Mis primos no me lo echaron en cara ni se burlaron de mi abiertamente, pero podía darme cuenta de que estaban, digamos, decepcionados, o molestos, y eso me creó cierto trauma infantil. Cosas de la infancia, sin duda.
Poco después, por esa zona pusieron un Carrefour (Continente, en realidad) y pasara mucho por allí, a pie o en bici pero nunca cruzaba por el puente, ni me lo planteaba. No era ya el miedo al vacío, o a caerme, era como un "muro" mental, era el miedo de poner un pie en ese puente y tener que dar la vuelta. Era cosa del trauma.
Pasaron los años, descubrí los sueños lúcidos. Pasé muchas noches usándolos como "generador de fantasías", como exploración y consecución de deseos, vamos, con fines puramente lúdicos. Una noche soñé que estaba en Continente buscando un libro, o algo así. Recuerdo que hice el test, por pura inercia y hábito, y descubrí que soñaba. Di una vuelta por allí, y luego salí y me puse a andar. Quería comprobar si el pueblo era igual, si podía recorrer las mismas calles, y el "mapeado" se correspondía con la realidad diaria. Ni me acordaba del puente, ni lo tenía presente, ni era el objetivo del sueño, hasta que lo vi. Al principio me dio reparo cruzarlo, y sabía que no me pasaría nada: si tropezaba, podía salir volando, o simplemente, dejarme caer sobre una balsa, un colchón, o cualquier otro objeto que yo quisiera. Se me confirmó que el miedo a cruzarlo no era miedo a las alturas, o al dolor de caerme y pegarme un hostiazo, sino que tenía más que ver con el contexto, con el trauma y ese miedo a "no poder".
Al final, lo crucé. Pensé que si no me atrevía a hacerlo en sueños, se me quedaría la espinita clavada para toda la vida, que estaba haciendo el idiota, sabiendo que allí era invulnerable y no atreviéndome. Lo crucé despacio y con cuidado, luego corriendo, luego haciéndo el pino y riéndome. Puede parecer ridículo, pero tuvo un efecto absolutamente liberador. Varias semanas más tarde, cuando pasaba por el mismo sitio, lo volví a cruzar (ya sin hacer el pino, claro). Pero no solo no me costó, sino que no fue un momento "importante" o relevante, simplemente lo crucé. Ya lo había hecho antes y sabía que no pasaba nada.
Ya puedo oír a los más pragmaticos y escépticos realistas exclamar "Pero Henry, tu miedo a las alturas no pudo curarse por un sueño, no fue... real. Tendrías que haberte curado cuando cruzaste el puente DE VERDAD, por primera vez". El caso es que, como ya he dicho, más que un miedo a las alturas, el dichoso puente simbolizaba un puñetero trauma infantil que arrastraba conmigo, y del que me libré mediante el sueño lúcido.
Todo mi ejemplo no deja de ser una soberana chorrada, una anécdota sin importancia, para nada "vital", pero es eso, un ejemplo perfecto de las aplicaciones de este invento, más allá del cumplimiento de los deseos y sueños de toda una vida. Esa vivencia particular siempre me hace preguntarme, ¿cuanto podría ayudar, de forma terapéutica, el sueño lucido a la gente? A gente con baja autoestima, con problemas de confianza o de miedo al fracaso..
Dejo el tema en el aire