Atreyub
En busca y captura
Respuesta: SUPERHÉROES, trantacatan...
(The mask, Chuck Russell, 1994)
Basada en los comics de Arcudi y Mahnke, la película de Chuck Russell es puro cartoon con un ojo puesto en las locuras desenfrenadas de Tex Avery y el otro en los Looney Tunes (Taz a la cabeza) enclaustrándolo todo en un mundo de hampones de medio pelo, villanos cafres y héroes retraídos que se enamoran de la femme fatale de turno deparando una historia de viñetas coloristas y una banda sonora al son del mejor jazz. El diseño de producción consigue enfocar y encajar la historia en una ambientación a medias entre los escenarios dignos de los seriales alocados y el mundo de una mafia decadente con un único escenario común: el local Coco Bongo, digno del hampa más cool.
Hablamos de mitad de los 90. El mundo de los superhéroes andaba un tanto cojo y el mundo Marvel estaba lejos de ser la fábrica de títulos. Pero aún contando con un envoltorio de locura enajenada, desinhibido, con los efectos especiales plásticos y guiñando en todo momento a la locura de los dibujos animados donde todo es posible, la película intenta (aunque muy a vuelapluma) plasmar el poder de la máscara al libertar (o dar rienda suelta) al monstruo que todos llevamos dentro. La escena del psiquiatra es toda una declaración de intenciones para el conjunto del personaje y sobre todo para sus intenciones reales. Pero está claro que las intenciones eran otras.
Jim Carrey, en un rol hecho a medida para su repertorio de gesticulaciones, muecas e histrionismo (aunque previamente se tuvo en mente a Rick Moranis o Martin Short), consiguió engrosar aún más sus arcas privadas pues la película fue un rotundo éxito deparando una serie animada (de la cual era fanático de chacho) y contó además con una Cameron Díaz explosiva, digna sucesora de la Jessica Rabbit del título de Zemeckis (sin ir más lejos uno de los momentos más llamativos / icónicos es más que similar). La película intenta emular, visualmente en muchos fragmentos (los efectos ayudan también lo suyo), la locura de aquella.
Una película de tono familiar, casi infantil(oide) en varias ocasiones, que si bien es cierto se me ha caído bastante en su conjunto no dejo de reconocer también que me es imposible no verla con otros ojos que las de un fanático del Jim Carrey en su pleno apogeo y repartidor de chascarrillos grabados a fuego en mi memoria infantiloide y que volver a encontrármelos, después de tantos años, me hacen esbozar una sonrisa cómplice y nostálgica. Para el recuerdo eterno: el pegadizo baile con los policías. Una perfecta cortina de humo a ritmo de Samba donde Carrey está pletórico.
(The mask, Chuck Russell, 1994)
Basada en los comics de Arcudi y Mahnke, la película de Chuck Russell es puro cartoon con un ojo puesto en las locuras desenfrenadas de Tex Avery y el otro en los Looney Tunes (Taz a la cabeza) enclaustrándolo todo en un mundo de hampones de medio pelo, villanos cafres y héroes retraídos que se enamoran de la femme fatale de turno deparando una historia de viñetas coloristas y una banda sonora al son del mejor jazz. El diseño de producción consigue enfocar y encajar la historia en una ambientación a medias entre los escenarios dignos de los seriales alocados y el mundo de una mafia decadente con un único escenario común: el local Coco Bongo, digno del hampa más cool.
Hablamos de mitad de los 90. El mundo de los superhéroes andaba un tanto cojo y el mundo Marvel estaba lejos de ser la fábrica de títulos. Pero aún contando con un envoltorio de locura enajenada, desinhibido, con los efectos especiales plásticos y guiñando en todo momento a la locura de los dibujos animados donde todo es posible, la película intenta (aunque muy a vuelapluma) plasmar el poder de la máscara al libertar (o dar rienda suelta) al monstruo que todos llevamos dentro. La escena del psiquiatra es toda una declaración de intenciones para el conjunto del personaje y sobre todo para sus intenciones reales. Pero está claro que las intenciones eran otras.
Jim Carrey, en un rol hecho a medida para su repertorio de gesticulaciones, muecas e histrionismo (aunque previamente se tuvo en mente a Rick Moranis o Martin Short), consiguió engrosar aún más sus arcas privadas pues la película fue un rotundo éxito deparando una serie animada (de la cual era fanático de chacho) y contó además con una Cameron Díaz explosiva, digna sucesora de la Jessica Rabbit del título de Zemeckis (sin ir más lejos uno de los momentos más llamativos / icónicos es más que similar). La película intenta emular, visualmente en muchos fragmentos (los efectos ayudan también lo suyo), la locura de aquella.
Una película de tono familiar, casi infantil(oide) en varias ocasiones, que si bien es cierto se me ha caído bastante en su conjunto no dejo de reconocer también que me es imposible no verla con otros ojos que las de un fanático del Jim Carrey en su pleno apogeo y repartidor de chascarrillos grabados a fuego en mi memoria infantiloide y que volver a encontrármelos, después de tantos años, me hacen esbozar una sonrisa cómplice y nostálgica. Para el recuerdo eterno: el pegadizo baile con los policías. Una perfecta cortina de humo a ritmo de Samba donde Carrey está pletórico.