SPOILERS, claro.
(Hay algunos detalles que me desconciertan, al margen del “mindfuck” que es la peli en sí. Está lo de la mujer del amigo, que le está esperando de noche, toda seria y con cara de pocos amigos, y que le hace un gesto raro al prota. Por un momento pensé que era sordomuda ella también. Y luego está cuando el matrimonio protagonista está en la habitación de su niña y dicen que no se acostumbran a no dejar de hacer ruido para evitar despertarla... como si su sordera hubiera sido algo reciente y no de nacimiento, de ahí que estén yendo a clases para padres con niños sordomudos... parece que no vuelven a ello, no sé si será importante).
Por lo demás, una película sugerente, con muchas capas y con uno de esos finales desasosegantes para el cual cada espectador tiene su interpretación, incluida la de que no es tan complicado como parece; o es un profeta, y por lo tanto el fin del mundo es una realidad (del costumbrismo, en efecto, al cine fantástico), o está loco y nada ha cambiado, pero al menos tiene a una familia que le apoya. En tal caso, lo mismo da una cosa que otra, pues parece haber aprendido a controlar sus temores. Pues de eso va el asunto; la América conservadora, religiosa, cerrada en sí misma, donde “no pasa nada”, pero una oscuridad interior lucha por abrirse paso, un horror inadvertido y cotidiano que todos se esfuerza en ignorar. También puede verse desde el prisma de la incomunicación, tan presente en la sociedad misma, en las amistades, en la pareja, en la familia... que, con la rutina, nos va minando, destruyendo, poco a poco. O en clave individual (posiblemente lo más acertado) del personaje de Shannon; el temor del cabeza de familia a no estar a la altura, a perpetuar ese pasado traumático de abandono incomprensible, pero está vez en su propia descendencia. Por último, los espectadores más socialmente comprometidos seguro que verán una alegoría sobre la crisis, los altos costes de la sanidad privada estadounidense, la posibilidad que siempre está ahí de perder el empleo...
Yo sí que encuentro una progresión clara, en cómo van exacerbándose los síntomas del protagonista, cómo va afectando su situación a quienes le rodean y a su estabilidad vital... o si nos vamos a algo concreto, en cómo se obsesiona cada vez más con el refugio y lo utiliza para desviar la mierda que hay en su interior. Pero sí, está estirada, le falta concisión narrativa, e incluso se estanca en el centro. El personaje del hermano y su breve incursión me sobran completamente, no veo que aporte mucho al panorama de vecindario, parentela, curro, amistades (todos los ámbitos de la vida de este señor). A Shannon me lo creo de pirado (no puede hacer de otra cosa), pero cuando intenta hacer de sencillo padre de familia, esa puta cara que tiene me impide verlo. Sí que encuentro bien el momento de desmadre en el comedor, cómo libera esa presión tremenda a la que está sometido, ese profeta demente que está gestándose dentro de él. También las incursiones en el terror que constituyen los sueños, que ilustran su angustia, su confusión entre realidad y delirio. En cuanto a puesta en escena, creo que este hombre titubea y no alcanza el grado de fascinación de gente como el judío o el indio (por seguir con la comparativa), queda más bien en algo tan sobrio y elegante como funcional. El músico le salva el culo por momentos, la apertura de la puerta del refugio es un potente clímax argumental y emocional, visual y sonoro.
No(stradamus) está mal.