Por fin pude volver a ver esta maravilla. Creo realmente que es la película más libre que ha hecho Tarantino hasta el momento
Alucino con esa recreación de Los Ángeles a fines de los 60 que nos sitúa en ese momento de quiebre: la liberación de las costumbres, el hippismo, la fiebre por las protestas en una época donde no se podía salvar al mundo desde las redes sociales y el reverso oscuro de esa libertad (o, en otras palabras, Charles MAnson, que aunque no es su protagonista, es el centro, es el espíritu y la figura sobre la que el relato se vertebra). Manson y sus señoras son ese lobo que espera a Caperucita al final del camino y la película nos cuenta el paseo de Caperucita hasta llegar a donde espera el lobo cuidadosamente. Nosotros sabemos como termina la historia y Tarantino sabe que el cine se muere HOY EN DÍA. Siempre se habla del pasado para narrar el presente, y Erase una vez en hollywood es una advertencia (o quizá una elegía, un réquiem).
Lo que hace con los personajes de Dicaprio y Pitt no tiene nombre. Porque Tarantino ha sabido ver ambos lados del problema. Me explico: ambos son dos machos de la vieja escuela, de cigarrillo y alcohol, de escupitajos llenos de flema rancia y resaca. Pitt es a partes iguales un looser y un macho alfa, capaz de ganarle a Bruce Lee y acusado de matar a su mujer, crimen por el que no se le ha condenado pero todos dan por sentado que es culpable, algo que también recuerda a la actualidad y la presunción de culpabilidad que se aplica sobre los hombres. La genialidad es que Tarantino no tranquiliza a los espectadores, porque uno de nuestros héroes bien puede ser un asesino. El personaje de Dicaprio, actor de westerns televisivos ya en decadencia, no es tan alfa ni tan macho como su doble, pero los dos encarnan lo que hoy suele llamarse ''masculinidad tóxica''. Son la violencia. El machismo. Cultores de un racismo hilarante y una vida tóxica en sentido literal, se emborrachan, se drogan y les importa un pito el amor a la naturaleza. Habitan el mundo de la industria, de la maquina y de la tecnología. Pero Tarantino no niega lo nocivo de ese modo de vida ''macho'' ni de la masculinidad arquetípica que se muestran en muchas películas de hollywood (la violencia como punto final a todo conflicto, la cosificación de la mujer, el alcohol, el tabaco). Más bien hace algo a la altura de Eastwood en Sin Perdón. Queda muy bien en pantalla andar tomando de la botella con un arma en la mano, pero en la vida real puede que uno se termine disparando al pie o quizá después de haberse liquidado 8 whiskys su rendimiento sexual no termine siendo muy de macho o quizá se olvide sus diálogos si es actor, como Dicaprio, o termine yéndose de un prostíbulo con la cabeza de una puta en una bolsa.
Pero ¿cómo responde el hippismo a esta masculinidad tóxica? Con más toxicidad, drogas en vez de alcohol y con una mayor fijación por el sexo aunque se disfrace con la etiqueta de ''amor libre'', algo que jamás ha dado buenos resultados. Violencia que pasa del cuento de hadas a la realidad. Cuando los chicos Manson están a punto de matar a Sharon, una de las mujeres propone cínicamente ''matar a los que nos enseñaron a matar''. Es cínico porque su autoconciencia desmiente el argumento, si realmente la ficción la hubiese llevado a matar, ella no podría saberlo, nadie es manipulado si saben que lo están manipulando. El asesinato constituye un intento de censura. Aman la violencia pero solo si la ejercen ellos, como no conocían los linchamientos por twitter, deben salir a la calle para matar a la gente pero ante un macho tóxico como Cliff se mueren de miedo y fracasan.
Y Margot es AMOR. Sharon es la otra figura, la contraparte simbólica de Manson sobre la que se vertebra la historia, la imagen del BIEN, de LA LUZ. Le gustan los enanos talentosos tanto como le gustarían a Hollywood a partir de los 70, menos machos, pero más inteligentes y judíos... Aunque irónicamente esta explosión de talento es contemporánea con el nacimiento del mal (Star Wars). Los 70 quedarán en la historia como una de las mejores décadas del cine y a la vez el punto de partida para su futura aniquilación.
Tarantino sabe que el cine se muere, que hace tiempo se convirtió en un juego de ejecutivos a los que habría que poner contra un paredón y fusilar inmisericordemente, por eso cada vez se preocupa menos en ''la esencia cool'' que todos los farsantes siempre le copiaron y cada vez rebosa más de lo que los posers nunca pudieron imitar: su dramaturgia, su irreverencia, su retrato (siempre frío y más latente que explícito) de la naturaleza humana. Y, sobre todo, su moralismo pesimista.
Tarantino confirma que es un gran moralista (no lo digo en el sentido peyorativo, si no es el más clásico). Película tras película plantea un universo, con todo el sentido del humor que uno quiera, donde las pasiones, las debilidades espantosas y los actos horribles son aniquilados en nombre de la justicia. Donde el mal es real y parte de nuestros propios corazones y la virtud consiste en personas imperfectas plantando cara a esa maldad. Pero también sugiere que tenemos un deseo profundo y oscuro de practicar crueldades sobre ese mal entre nosotros, de que creemos que el malvado merece lo peor que les podamos dar, y resulta que lo peor está realmente dentro de nosotros. Que para frenar esa maldad hacen falta ''hijos de puta peligrosos'' que, al menos por un día, deciden ser el pastor que guía al rebaño. Y en este sentido Cliff está más cerca de la imperfección virtuosa de Jules en Pulp Fiction y Rick de la negligencia de Vincent.
Es otra ucronía bellísima. La historia de como Sharon no murió, la historia de como EL CINE NO MURIÓ. El viejo Hollywood (Dicaprio) se reconcilia con el Nuevo Hollywood (Sharon Tate) y se van a cenar juntos. Creo de verdad que la actitud de Tarantino es conciliadora, nos plantea que no se puede volver atrás, que el proceso histórico es imparable, pero que hay que descartar lo que el presente tiene de basura y adaptar lo que el pasado tenía de sabiduría. Los censores y asesinos NO ganaron la partida.
Por eso el personaje de Brad Pitt se fuma ese cigarrillo con ácido alucinógeno justo antes del clímax violento, porque ahí entramos a otro mundo, un mundo de sueños como Alicia cuando sigue al conejo hacia el pozo, un mundo donde la justicia es ineludible y totalmente ''hollywoodense''. El cine no es un cuento de hadas porque excluye al horrible de la vida, sino porque pierden los malos, porque los asesinos son los que mueren.