Posibles SPOILERS
Es cierto que el número y la variedad temática (no así el orden) de las historias son caprichosos (habrán tenido que ver los vuelcos del proyecto), pero ahí queda la mirada genuina de estos dos locos como elemento unificador. El del forajido cantarín parece una parodia de cierto western ñoño y para todos los públicos, con un Tim Blake Nelson marcándose un “one man show”, lo mismo ángel que demonio; viene a ser como una canción popular que cuenta unas hazañas y una posterior caída, mezclándose lo chorra y lo elegíaco, en una gamberrada cartoonesca y musical con sus puntos de crueldad. El del atracador de bancos mantiene idéntica mala leche y negrura, pero sin el lirismo del final; aún así, llama la atención, tras la sucesión de ocurrencias locas (lo de las cazuelas, psicotronía pura), ver a ese personaje tan coenianamente puteado (todo el mundo es un cabrón, civilizado o no civilizado) encontrar el amor justo antes de diñarla, el eros que sólo aparece justo antes del tánatos. Pero lo más sombrío de la colección lo encontramos en la historia del espectáculo ambulante, un homenaje a la magia de las narraciones, capaces de contener una poesía y una sabiduría ancestrales, y cómo ésto se pierde en favor del truco fácil... el arte, eso sí, tampoco es que ayude a salir de la miseria (por cierto, muy meritoria la forma en que este episodio está contado, sin prácticamente diálogo).
Un respiro supone el del buscador de oro, de los mejor rodados (aunque todos lo están), una inmersión en la naturaleza virgen (cómo cobra relieve todo lo animal, lo vegetal, lo mineral -desde luego-); se confronta el respeto hacia el entorno, el canto al esfuerzo individual, frente a unas salidas fáciles que invocarán una venganza del karma (tiene más delito esta actitud, se nos insinúa, que el hecho de hacerse con un botín ajeno). Como relato de mayor extensión, el de la caravana profundiza más en los personajes con la excusa de un viaje; son de esos seres solitarios que se buscan, un poco perdedores y golpeados por la vida, pero cuidado… cuando tratan de salirse del camino trazado, irrumpe un destino funesto en forma de puto chucho (me recordó a Atraco perfecto del Kubrick), realmente espectacular la secuencia del ataque indio, capaz de meterte de lleno en el pellejo de ellos y con exhibición del viejales y supuesto hombre acabado (otra broma negrísima). El último bien podría ser un chiste (“esto son cinco que van en una diligencia y uno dice...”), un cuento gótico sobre el gran tema que sobrevuela los anteriores capítulos, a modo de cierre de círculo; la muerte como única realidad objetiva (el cochero que nunca se detiene) e igualadora, aunque cada uno mantenga su actitud ante la vida (la realista, la idealista, la escéptica) con tal de darle sentido a las cosas.