Riéndose de ellos utilizando al público que ha ido a verla esperando otra entrega de sexo adolescente interrumpido, al valerse de esto mismo para crear más empatía con los personajes (gracias a un falso espejo, por ejemplo) para luego jugar con la contraposición de las expectativas infundadas debidas a la experiencia, y de la impepinable certidumbre con los funcionarios de que todo es “mentira”, de que todo es una broma macabra ajena a mí como espectador (ja), y de que sin embargo esos cabrones no me van a dejar ver lo que quiero. Esto también se aplica al segundo nivel, el de la sala de mandos, cuando al ver que los cabrones simpáticos están en peligro por un lado quieres verlos morir, pero por otro quieres que su plan salga bien para ver qué ocurre, para ver qué hay en el sótano o en la habitación de la que viene ese ruido. Para que los autores dejen constancia de lo simple que puede ser el mecanismo de la ficción cuando te aprovechas de un sentimiento tan primario como el miedo, y de cómo el director más mierdoso te puede hacer pasar un mal momento. En este sentido está la escena del lobo disecado, donde todos los recursos del lenguaje se concentran en que te golpee el “¿Pasará?””¿No pasará?”...”Lo sabía”.
Cagándose en ellos porque en la exploración de cómo sacar adelante este estudio los autores se encuentran con el muro invisible de que tampoco podrían ser originales en la base aunque quisieran, y tienen que tirar de los adolescentes, y de los mismos sobados zombies familia de rednecks no muertos en lugar del llamativo y original tritón. No solo por la cuestión creativa, también por la comercial, porque no hay mejor gancho tanto para los ejecutivos de los estudios, como para los espectadores, como para los guionistas, todos vagos e imbéciles que deberían filtrarse por las grietas del suelo. La película funciona bien por tanto como hostia a la sociedad de borregos vendidos a las modas mediáticas. Y en este sentido, lo que le ha ocurrido a este título en la fase de distribución es tan sospechoso de marketing como paradójico.
Alabándolos, porque en último término no deja de ser un sentido homenaje a un tipo de cine que ofrece sensaciones que gustan a todo el mundo, en mayor o menor medida.
Lo que impide que esta película sea más que divertida e inteligente es que tiene grandes ambiciones que trata de templar en todo momento, algo tan inteligente para no darse la hostia y ser acusada de pretenciosa, como cobarde sabiendo que juega con algo que es capaz de dar de sí. Pero tampoco es que todo estuviera en manos de los responsables, porque la dirección no está a la altura del guión, o quizas debería decir del guión que a mí me hubiera llenado, uno sin ese complejo de Nolanitis. En cualquier caso, los recursos del lenguaje que mencionaba antes son muy limitados, y no como parte del despliegue de clichés, pues hay detalles de dirección (casi siempre para lo cómico) más inspirados que la media. El terror tendría que ser terror del bueno para que el contraste tuviese impacto. En fin, el problema de ahora con la puesta en escena. Película de guionistas.