- La canícula estival le lleva a uno a ver según qué cosas y ayer tocó
"Transformers". Cuando en una película el protagonista exclama en pleno éxtasis:
"¡Estas armas son la ostia!", ya sabes por dónde van a ir los tiros nunca mejor dicho. El personaje que dice la frase en cuestión es Mark Wahlberg con un personaje de inventor cutre (la definición no es mía, lo califican así los propios comandos mata Transformers dirigidos por el sosias de Neil Francis Tennant de
"Pet Shop Boys", cuando entran en su súper cochambroso laboratorio) menos creíble que los peluquines de Tito Cage. Atención al poster de Einstein en una pared para que quede claro que aquello, a pesar de sus limitaciones es un centro de creatividad científica.
Wahlberg aplica lo que hacía hace 25 años Melanie Griffith en
"Armas de Mujer": Si quieres dar el pego como intelectual ponte unas gafas, aunque no estén graduadas. La estampa de Wahlberg con los lentes y pose seria es de traca, porque sabemos que en el fondo ese mazas es Marky Mark y que esas gafas le habrán salido en un pack de seis cervezas.
Sin dudarlo, me quedo con Stanley Tucci. Debe ser una gozada para un actor que de vez en cuando le paguen un pastizal por pasárselo pipa en uno de estos blockbusters. Este tipo de interpretaciones puedes hacerlas con el piloto automático, como decide hacerlo Kelsey Grammer o bien aportando algo. Tucci opta por lo segundo y es de agradecer. Su personaje comienza siendo un impertérrito ejecutivo de una empresa de alta tecnología que parece más malo que Drácula, pero que al final no lo es tanto (la chorrada de los sonidos que ha hecho instalar cuando se entra en sus oficinas para señalar que allí se está entrando en el futuro dejando atrás el presente y el pasado, ya nos da una pista de que ese tipo no es tan villano como Bay pretende hacernos creer). Un cara palo que haría juego con el personaje de Grammer, pero Tucci es muy Tucci y a los cinco minutos olvida su seriedad y abre la caja de los truenos de la interpretación modo
"cabra loca" on
. Impagables sus momentos en China acarreando la bomba transformer, que unas veces pesa mucho y otras parece ser más ligera que si llevase un paquete de folios; la secuencia en que se toma el brik de leche mientras todo estalla a su alrededor; la carrera cuando se le ponen delante los ancianos:
"¿Cómo se dice apártense de una puta vez en chino?"; el momento del ascensor y en general su relación con la geóloga (personaje que ahora está, ahora no está, ahora importa, ahora no) y la agente china.
Es de agradecer también que en estos tiempos en que las asociaciones del doblaje se están dinamitando, como hemos denunciado más de una vez
, Tucci cuente con su doblador habitual, Pep Antón Muñoz. El timbre de voz del doblador entre irreverente y burlón casa perfectamente con la de Tucci y qué demonios, nos gusta escuchar a los actores con su voz de doblaje habitual.
Surrealista su momento final de colegas. Como veo que la película no ha tenido muchos comentarios desde su estreno y estamos en familia, lo indico así sin spoilers. Ese abrazo con Wahlberg y la frase del segundo:
"Ven aquí tío!" es
Supongo que después se van a tomar todos unas cañas para celebrarlo.
Como espectáculo pirotécnico, me lo pasé como un enano, aunque sigo quedándome con la primera entrega. ¿Es esta la película de Transformers con menos Transformers de toda la saga? Los protagonistas pasan a convertirse casi en secundarios. Al menos en las primeras entregas o aparecían los personajes con nombres y apellidos que uno adoraba de los dibujos animados, los Autobots y Decepticons clásicos. Poco a poco Michael Bay les ha ido dando matarile sin compasión (la muerte de Ratchet, todo un símbolo de aquellos primeros Transformers venidos del arca, según los dibujos ochetenteros, cuando era una ambulancia blanca y no el espantajo moderno de las películas, me hizo soltar una lagrimilla) para dejarlo todo en manos de Optimus Prime y Megatrón-Galvatrón, y junto a ellos un ejército de robots anónimos, sin ninguna conexión con la saga de dibujos animados. El robot comando con su puro de metal y el samuray emporrado son una muestra de ello. Al final, Bay se acuerda de que Galvatrón correteaba por ahí y nos lo muestra como queriendo decir, que no nos preocupemos, que ya tendrá sus minutos de gloria en la quinta entrega.
Menos mal que los chinos son fanáticos de los Transformers, si lo llegan a ser los habitantes de Teruel, ¿Se habrían ido a rodar al parque de
"Dinópolis" el segundo acto de la película? Puedo imaginarme a los Dinobots apareciendo en el parque temático mientras la guardia civil abre fuego contra los robots.
Toda la parte filmada en China, no es que sea un mero postizo que tira para atrás, sino que además me recordó a esos empalmes que hacían los americanos cuando compraban los viejos filmes de Godzilla y rodaban planos complementarios para el público americano. Bay no se limita a llevar la acción a China, sino que nos mete en el interior de sus casas, sus calles, sus mercados como si fuera un documental turístico. Supongo que incluye docenas de cameos de actores chinos que se me escapan, como el del maromo que ayuda a Tucci en el ascensor, que sin venir a cuento se lía a repartir estopa.
Curiosidad para nostálgicos de los dibujos animados, el guiño a la sintonía de la serie de TV que el científico que parece un clon de combate de Seth Rogen lleva en su teléfono móvil.
Si hay quinta entrega, espero que los robots recuperen el protagonismo. La idea de que Prime vaya en busca de los creadores, bien desarrollada es de lo más prometedor (me recordó de hecho a la premisa final de
"Prometheus" para su secuela... si es que llega a rodarse), pero ¡Ay! es Michael Bay quien está detrás de la cámara. Ya veremos...