Lo que vi yo:
-Iglesias en su habitual mundo de fantasía, solo apto para incondicionales. No paraba de tirarle la caña a Pedrete y este pasando hasta el culo. Apagado y desconectado de la realidad. Aparte del lapsus de las mamadas, pasajes como el del holocausto, las casas de juego o el de equiparar animales con personas, es para acompañarle a la puerta y decirle: "Anda, nene, tira para tu casa y nos olvidamos de ti...".
-Pedrete vago, maleducado, sin saber qué decir salvo recitar de carrerilla la lección aprendida a última hora y al tuntún, idéntico a la "Lastre" el otro día, sin siquiera creerse ni lo que dice. Un tótem con la jeta de hormigón armado que le resbala todo lo que le dicen, ni escucha, ni presta atención, ni se digna siquiera a mirar a la cara al resto y pasapalabra desviando la atención a otros temas e inventándose medidas por arte de magia para ello y porque él lo vale. Increíble que la gente diga votando a alguien así de nefasto.
-Casado muy bien. Tranquilo, correcto, sin entrar al trapo y reconduciendo bien a Rivera al enemigo Sandez cuando el segundo intentaba venir por peteneras. Estocando y haciendo sangre de continuo a Sandez, como un alumno bien aplicado y con maneras, pero sin momentos de verdadera brillantez.
-Rivera todo lo contrario. Muy decepcionante. Este sí se cree un niño prodigio y superdotado, que va para juguete roto a pasos agigantados. Empezó como siempre: hiperactivo, anfetaminico y enfarlopao, de algo le vendrá la fama, pero el problema es que ya se le tiene calado y se le ve venir de lejos, con lo que le desmontan en cero coma por mucho que juegue al Inspector Gadget, Doraemon o al bolso de Mary Poppins (elegir a gusto del consumidor), como le hizo Abascal 2 veces seguidas. Todo esto redunda en que conforme pasa el tiempo, se ponga nervioso, hiperventile, hipergesticule y entre al trapo como un bravucón de medio pelo, lo que a la postre lleva a que se vaya diluyendo como un azucarillo.
-Abascal estupendo, aunque empezó algo encorsetado, quizá porque se esperaba que le dieran más guerra, especialmente Pedrete e Iglesias, cosa que no sucedió. Al poco se soltó y daba gusto: firme y honesto, pudo expresar sus ideas con claridad y sin cortapisas, que era a lo que iba, guste o no. Caballeroso y educado al escuchar y replicar. Si decía que Casado lanzaba estocadas de sangrar poco a poco, cuando Abascal se encontró en su salsa, lo suyo ya eran mandobles que cercenaban cabezas y miembros a destajo, especialmente en los cara a cara. Hubo un momento que reprochó a Sandez su falta de convicción y es ahí donde se vio al auténtico Abascal, el que cree firmemente en lo que dice y no necesita nada más. Mientras el resto recurrían a papeles y gadgets a destajo, Santi solo recurrió a uno en un momento puntual, siendo este una cita propia. Prueba de su dominio es que el resto callaran cuando planteaba los temas espinosos o que el resto, incluso los de izquierdas, utilizarán expresiones acuñadas anteriormente por vox o sacarán de puntillas alguna mención a reivindicaciones de siempre de vox en las que nunca se les había oído nada y las dejaban caer como propias a ver si colaban.