Unidas Charemos

Iglesias entierra el 15-M


Iglesias entierra el 15-M


En cinco años, la formación 'morada' ha pasado de disputarle la hegemonía al PSOE a desplomarse en las urnas
15589811835159.jpg


De aquella inflamada retórica con la que Pablo Iglesias emergió en la vida pública no queda ya ni rastro. Podemos certificó el 26-M el entierro del 15-M, movimiento del que se erigió en albacea usando como combustión electoral la contestación en la calle a raíz de la crisis. En cinco años, la formación morada ha pasado de disputarle la hegemonía al PSOE a desplomarse tras perder casi todos los ayuntamientos del cambio, 860.000 votos y 68 diputados autonómicos.

El severo correctivo recibido por Podemos no se explica solo por la profunda división interna, sino por la insolvencia de sus dirigentes allí donde han ejercido labores de gobierno. Tanto en el ámbito municipal como en Castilla-La Mancha, región en la que se ha quedado sin escaños. Iglesias verbalizó ayer una insuficiente autocrítica, aunque volvió a emplazar a Sánchez a formar un Gobierno de coalición. Tras la debacle en las urnas, no está en condiciones de formular exigencias de máximos, pero necesita entrar en el Ejecutivo para evitar caer en la marginalidad. Podemos es hoy un partido exangüe, anclado en la radicalidad y con una estrategia supeditada a los intereses de una dirección aferrada a sus puestos. Iglesias quería combatir la casta y ha acabado formando parte de ella. El fracaso del populismo resulta inapelable.
 
El líder

Es cosa más o menos asumida que la duración en el cargo del líder de una formación política depende de los resultados que ésta obtiene. Creo que hasta aquí me siguen sin recurrir a dibujitos. A Pablo Casado, por ejemplo, la captura agónica del santuario madrileño -¿han derrumbado ya el Muro de Madrid Central?- le cambió la vida. Porque, de haber caído al otro lado de la red ese puñado de votos que actuaron como la pelota de tenis de Woody Allen en Match Point, hoy habría un clamor colosal reclamando su dimisión, a su alrededor revolotearían en círculo barones periféricos y el guardia jurado de Génova le iría pidiendo la tarjeta del garaje para no andar con prisas el último día.

Esta norma, sin embargo, tiene una excepción. Pablo Iglesias. De alguna protección mágica ha de disponer un hombre a quien nadie enfrenta con las responsabilidades ni con la posibilidad de asumirlas dimitiendo. Cuya presunción de infalibilidad permanece intacta entre sus davidianos incluso cuando su modo de gestionar las crisis internas y sus decisiones personales -sin apenas contrapesos en un entorno orgánico compuesto por su mujer- han arrastrado a Podemos prácticamente a la irrelevancia y a la paulatina desaparición. Ni siquiera parece afectarle el hecho de que algunos de los adversarios que han propiciado semejante destrozo sean antiguos compañeros purgados por el propio Pablo Iglesias mientras se desbrozaba el camino hacia el poder absoluto y contra los cuales esta misma mañana poselectoral ha vuelto a soltar a Monedero, ese hombre capaz de robarle el uniforme al lechero de Churchill para pillarte desprevenido al llamar él al timbre de madrugada.

La diferencia es que las siglas tradicionales tienen una vida anterior al líder de turno y también la tendrán después. Cosa que no puede decirse de un experimento político que en realidad no es sino un personalismo mesiánico que sólo tiene sentido en la sumisión al profeta. Todos los intentos de emancipación orgánica acabaron con un golpe de piolet sólo metafórico, sí, pero sólidamente unido a las fantasías históricas fundacionales. Podemos parece tener su destino colectivo unido al de un líder que actúa como un iluminado convencido de haber sido elegido por la historia. Pero que en realidad va quedando en político profesional fallido que persigue al presidente del gobierno como un cobrador del frac para obtener mientras pueda un carguito que no deja de antojarse modesto comparado con la antigua pretensión de asaltar los cielos.
 
Pobre Echenique, con todo lo que aportaba.

Enviado desde mi ALP-L09 mediante Tapatalk
 
Arriba Pie