Respuesta: ÁGORA. El antiguo Egipto según Alejandro Amenábar
Gazapos los tienen todos los directores: una filmación es algo que depende de factores externos, siempre imposibles de preveer o incluso controlar. Hay que pensar que casi la totalidad de las películas se ruedan con una planificación que puede ser una segunda o tercera alternativa y no la idea original, ya que las cosas varían mucho; para evitar todos estos inconvenientes es necesaria una muy buena preproducción, pero en todo caso no hará que los obstáculos desaparezcan... solo que encuentres opciones con menos obstáculos.
Ahora bien, una película mal filmada no lo está porque se ría un extra en un momento dado o porque haya un fallo de raccord en una escena. Una película mal filmada lo está porque el planteamiento técnico que tiene, en su parte más creativa, está hecha con desgana, sentido estético nulo o directamente ignorancia.
Amenábar tiene bien aprendida la lección: una cámara que se mueve es más llamativa que una cámara estática, ergo, ponemos muchos travellings; un plano general de multitudes es más llamativo que un plano general de un paisaje... todas esas decisiones son, efectivamente, "llamativas".... pero no aportan absolutamente nada a la historia. Son lo que en inglés se conoce como "purple prose", o prosa engolada; cuando la gramática tiende a dejar de lado la funcionalidad, lo que mejor le viene a la película y a transmitir sensaciones desde esta al espectador (que al fin y al cabo es lo que es un director: un catalizador de emociones) y empieza a centrarse en la gramática misma, en dejar constancia del esfuerzo, dinero y pretensiones que hay detrás... pues hay que responder con bostezos. Que no es exclusivo de Amenabar, claro, que es un mal vicio heredado del cine post-Nuevo Hollywood que buscaba recuperar la atención dejando claro su ventaja económica antes que su talento artístico.
Y Brian de Palma es otra historia distinta, que os veo venir...