Una cosa es la simpleza y el tópico y otra bien distinta el nivel de sucedáneo estratosférico de esto, que fusila medio universo cinemático Marvel con la misma indiferencia con que el bueno de Dwayne liquida a enemigos random con sus relámpagos mágicos.
Los mutantes jovenzuelos, el Doctor Extraño, el país ficticio exótico a lo Wakanda, mineral milagroso incluido, los secuaces motorizados y con brilli-brilli de neón cual Chitauri, un graciosete principiante que combina a Spiderman y a Antman… mas el niño odioso de Terminator 2 y los personajes “normales” correteando por ahí y persiguiendo los mcguffins de rigor; me estaba acordando de los “Vindicadores”, la parodia superheroica de Rick y Morty, y de hecho no estoy muy seguro de si va todo en serio o hay algo de coña en el tratamiento del equipo. Todo ello bien removido en un engrudo de CGI, contado sin dar lugar a pausa y pasando de puntillas, con la tendencia al exceso que es marca de fábrica y que a ratos incluso logra hacer olvidar lo absolutamente insustancial, inane y trillado de la trama, que no tiene una puta línea propia. Empezando por la madre coraje (¡dónde está mi hijo! ¡algún día serás un héroe... pero todavía no!), pasando por la cuestión anticolonial de moda, muy de chichinabo (¡no diga América, diga el nombre de una malévola compañía privada inventada!), por no hablar del amago de romcom adolescente de megamierda que asoma patéticamente para no llegar a nacer jamás… por suerte, porque podría haber dado grima infinita. ¿Y ese homenaje a “El bueno, el feo y el malo” a cuento de qué venía?
Sin comentarios la pretendida ambivalencia moral, con el pobre pueblo que sufre en medio de las luchas entre tiranos y supuestos libertadores y el Adam este como supuesto antihéroe “oscuro”; pues no, oiga, al final da igual y este señor sólo es otro superhéroe corriente y moliente con su historieta de “origen” topicaza que hace piña con los buenos y ya. Previsibles a tope los giros, el falso final que por narices debe rematar con la pelea, hecha con tres colores apagados, contra el supervillano-moñeco digitaloide, dándose tortazos y lanzándose por los aires. Lo poco interesante del guion y lo monótono de las secuencias de acción, bastante numerosas, pero que son todas exactamente iguales, convierten la película en mi opinión en un ladrillo ideal para adormecer culos, aunque admito que haya quien considere aciertos y no defectos lo que señalo. Puede que esté más cerca, al fin y al cabo, de Wonder Woman (lo que más potable veo del sello) que de los desastres más jodidos del universo DC, sin tanto problema de tono, coherencia, etc. aunque el fantasma de Snyder sigue rondando por ahí en forma de infames cámaras lentas, con la millonésima copia de la escena de Mercurio moviéndose en tiempo congelado.
El guiño meta-irónico de la destrucción de los posters parece querer decirnos algo, un cachondeo abierto con el propio legado mierdoso snyderiano, pero lo siento; ni espero nada bueno de esta peña después de una década estrellándose, ni creo que imitar malamente a la competencia sea un gran camino a seguir.
Por rescatar algo positivo, me parece que Pierce Brosnan es el que mejor destaca para bien, y eso que últimamente anda de capa caída (tachán), haciendo lo que puede con su “Doctor Destino” (si es que manda cojones…), irónico, elegante, aportando presencia y sorprendentemente trabajado en sus interacciones como para que nos importe un poco, cosa que debería ser lo normal pero que para los responsables es un auténtico logro.