Sigo con la respuesta a
@Jabamiah en el hilo de Ferrara, porque vale la pena hablar de este tipo.
es la película que más me ha gustado del director desde su GLORIOSA etapa noventera (todavía no veo Pasolini).
Yo estoy viendo y revisando toda su filmografía y he empezado precisamente en The King of New York (1990) y de ahí en adelante (cuando acabe veré sus exploit de los 80), no puedo estar más de acuerdo con tu valoración porque lo que estoy viendo es un torrente de cine a lo bestia de un superdotado que no tiene nada que envidiar a nadie de sus contemporáneos, capaz de mezclar el género con lo underground y unas formidables descripciones tanto de Nueva York como de la sociedad moderna, crítico sin hacer discursos, radical y virtuoso en su heteredoxo apartado formal, en continua evolución y exploración de su arte.
Desde la atmosférica, violenta y casi mitológica
The King of New York pasamos a ese
Bad Lieutenant, descarnado viaje a los infiernos con excusa policial, en clave cassavetiana y, por ello, también remite a Mean Streets y Taxi Driver; después dos incursiones en el género de terror, muy diferentes en medios de producción, mientras
Body Snatchers es un encargo dentro de la industria,
The Addiction es una película arty suya más en la que da su visión de Nueva York y su gente, en la de los ultracuerpos se vuelca, sin subrayarlo y sin un solo discurso, en el subtexto de los desconocidos dentro de la propia familia y de la uniformidad militar como foco de la metáfora de la falta de sentimientos de los invasores, saca adelante un propuesta muy seria (sin un solo susto, todo atmósfera), pesimista, descorazonada, sin perder nada de su cine de denuncia, y en la de los vampiros lleva más explícitamente la película a un terreno intelectual ya desde el punto de partida de que la protagonista estudia filosofía, con un b/n característico de ese tipo de cine y unas ideas interesantísimas respecto al vampirisimo como adicción a las drogas e incluso al estilo de vida americano. Después la desromantización de los gángsters en
The Funeral, rodada con un clasicismo apabullante y con una estructura de dramón que utiliza el thriller para avanzar entre escenas con fuerte influencia teatral y flashbacks desarmantes. Y la última que he visto ha sido la que me ha dejado noqueado, probablemente mi favorita,
The Blackout, un salto sin red en clave metacinematográfica, con un uso de técnicas, formatos, texturas arriesgadísimo para transmitir la parte subjetiva y la onírica del protagonista, con una tensión y un pulso impresionantes durante su corto metraje que vuelve a remitir tanto al mejor Lynch (curiosamente, es del mismo año que Lost Highway y tienen no poco en común) como al mejor Michael Mann y un clímax apoteósico en esa clave meta.
Vuelo como un yonki a seguir con su filmo (que sigue experimentando y arriesgando, recuerdo varias posteriores a The Blackout con propuestas temáticas y aparatos formales fabulosos, basta ver Tommaso) y a disfrutar de este animal insobornable del cine.