"After Earth", la nueva de un talento claro

Con las críticas yankis a Shyamalan ya tendriais que estar escarmentados, pero se ve que no...
 
¿Pero Shyamalan no es nacido americano? Pensaba que sí.
Técnicamente es nacido indio, pero en el fondo decir que él es indio es tan absurdo como decir que Amenábar es chileno (aunque luego nos guste llamarle así :cuniao). Sus padres ya vivían en USA cuando la madre de Manoj se quedó embarazada. Parece ser que Mrs. Shyamalan se fue a la India para que el crío naciera allí, junto al resto de la familia, pero nada más nacer se lo llevó de vuelta a Philadelphia, así que mucho tiempo en la India no pasó :cuniao
 
Nando Salva la destroza... criticas nefastas hoy en general.

Ay, Manuj, si hubieras dirigido LA VIDA DE PI...

Le queda reiventarse en productos low cost (quizas en Europa) o su ascenso y caida va a ser analizado por nuestros hijos en los foros del futuro.
 
La vida de Pi habría encajado bien en la carrera de Shyamalan, en primer lugar por los pequeños paralelismos biográficos que hay entre el protagonista y el director, y en segundo lugar porque es una peli con final sorpresa, que es algo que la gente todavía se espera de sus pelis :facepalm pero hay que reconocer que Ang Lee lo hizo muy bien.
 
Es que puestos a rodar una mega produccion de "encargo" era ideal. Taquillazo y Oscar al mejor director incluidos.

Queda recordar lo bueno, como el estado de shock que sufri al terminar esa obra maestra llamada EL BOSQUE, no solo su mejor pelicula sinó una de las mejores que ha dado el cine americano en la ultima decada.
 
¿Pero tú crees que si Shyamalan hubiese rodado PI hubiese tenido el mismo recorrido comercial y crítico que la de Lee? :roto2

De entrada ya sería una película distinta...
 
Lo mismo que si la hubiera hecho Satyajit Ray con solos de Ravi Shankar.

Y Nolancete descubrió que al final era un troll pero no lo sabía
 
Lo verdaderamente importante es que hoy se estrana Los becarios con "Mr. Nose" Owen Wilson, y no hay ni hilo abierto ni nada; eso es lo importante y no si el indio se la pega o si la 8 parte de Linklater, "Después del desayuno:café y cigarro" nos vuelve emos a todos... joder que mierda de cinefilia.

Eliott es de las tuyas así que espero ansiosísimo tu crónica.
 
Si tuvieran a toda mi familia secuestrada y amenazaran con ejecutarlos uno a uno ante mí para después obligarme a comerme sus entrañas... Solo en ese caso podría plantearme ir a ver esto.
 
¿Es que existe alguna posibilidad de que Elliott no la vea?

Si hasta se traga cine europeo si lee algún nombre en el cartel que le medio suene.

Paso por taquilla, luego existo.
 
Bueno, es que nadie piensa ir a verla? Todos la vamos a dejar para la rusada? :garrulo
Pues sí, aunque han salido algunas críticas favorables de la peli, y que incitan a pensar que tendrá cosas interesantes y que no será ni de coña tan cancerígena como se ha dicho, tampoco tiene mucha pinta de que valga la pena pagar casi diez euros por ella. Ya fui en su día muy ilusionado a ver Airbender y la verdad es que tampoco valió la pena de una entrada.

¿Pero tú crees que si Shyamalan hubiese rodado PI hubiese tenido el mismo recorrido comercial y crítico que la de Lee? :roto2

De entrada ya sería una película distinta...
Sobre todo porque seguro que se hubiera reservado para sí mismo el papel protagonista :cuniao

Ang Lee / Shyamalganfh

DIOS / GITANO RUMANO
Más bien DIOS / YAHVEH :cortina
 
El arte de ‘fantasmarse’
Jordi Costa 28 JUN 2013 - 00:15 CET

Los primeros minutos de After Earth ponen en contacto al espectador con un singular neologismo: el verbo fantasmarse. En el futuro donde se sitúa la acción, fantasmarse significa conquistar la perfecta estolidez emocional, convertirse en una cifra sin miedo, puro presente, un sujeto capaz de bloquear todos los poros de su cuerpo para que el enemigo (alienígena) no tenga ocasión de olfatear las feromonas del miedo. Inevitablemente, cuando uno escucha a Jaden Smith conjugar ese pintoresco verbo, no puede evitar acordarse de lo que le ocurría al Bruce Willis de El sexto sentido (1999), la película que desencadenó el fenómeno Shyamalan: un individuo que se había pasado todo el metraje ignorando que estaba fantasmado desde la primera bobina. Y, también, lo de fantasmarse podría usarse para definir la extraña posición de M. Night Shyamalan en el contexto de la gran industria de Hollywood: el autor de El protegido (2000) siempre fue un extraño en esa tierra, un poeta cuya identidad reposaba en la mirada, en la puesta en escena, pero que alcanzó la gloria (efímera, inestable) por un golpe de guion; es decir por un hallazgo, muy terrenal, de pura carpintería. Después de sus dos películas más radicales —La joven del agua (2006) y El incidente (2008)—, que le acreditaron como aislado heredero de Val Lewton, capaz de citar a Resnais en el seno de sofisticados ejercicios disfrazados de blockbuster, el director lleva ya dos películas fantasmándose; es decir, atenuando su identidad en aras de sobrevivir en un contexto cada vez más dispuesto a complacer a las comunidades (de fans) que a proteger la preciosa singularidad del individuo (el autor, esa anomalía).

Como ya viene siendo habitual —sean sus películas sobresalientes, irregulares o decepcionantes—, After Earth llega a las pantallas españolas tocada de muerte: el público norteamericano ha dirigido, como un solo hombre, el pulgar hacia abajo, ha afeado la conducta nepotista de un Will Smith que ha escrito y diseñado el proyecto a la medida de su hijo y ha desempolvado las chanzas sobre un director que, incluso en el más visible de sus errores, siempre ha sido más grande que su ruidoso pelotón de linchamiento.

Hay mucho en After Earth que suena a Shyamalan —el sustrato espectral, la relación padre e hijo, el camino solitario hacia la desaparición (emocional)—, y es evidente que el resultado mantiene mucho mejor el tipo que Airbender, el último guerrero (2010), pero se trata de la película más rectilínea y menos sorprendente de su autor: una aventura iniciática en un paisaje que ya no es posapocalíptico, sino poshumano. Por otro lado, la abrumadora hipervisibilidad de la imagen digital sienta como un tiro al característico estilo de un orfebre de la ambigüedad y la extrañeza.

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/06/27/actualidad/1372353326_780901.html


Adiós al miedo
Escrito por Javier Pérez

Poca presentación necesita M. Night Shyamalan, director al que dedicamos la retrospectiva este mes en Revista Magnolia. Las razones por las que nos parece un creador tan interesante han sido ya sobradamente expuestas. Sus películas, siempre dentro del círculo más comercial de Hollywood, presentan temas y alma, algo que se pierde cada vez más entre efectos especiales y sonidos ensordecedores en las películas de sus coetáneos. Y su estilo visual es todo lo contrario a la moda actual, delicado y calmado, mientras que sus guiones parecen guardar la mirada de un niño aún esperanzado y soñador.

Aunque sus características parecen algo anacrónicas en el Hollywood actual, se niega, obstinado, a ir a contracorriente. Está empeñado en trabajar con grandes estudios, para grandes audiencias, quimera que lo ha llevado, durante la última década, a sonoros fracasos comerciales. Y peor aún: su cine se está resintiendo. Tras una La joven del agua (Lady in the Water) menospreciada en 2006 y el odio generalizado hacia El incidente (The Happening) en 2008, se embarcó en el improbable proyecto de convertir una serie infantil de dibujos animados que veían sus hijas en una saga cinematográfica de aventuras que se pudiera incluir en su propio imaginario cinematográfico. Lo que no parecía prever es que ni el público ni la mayoría de críticos estadounidenses están interesados en el universo de M. Night Shyamalan. No lo entienden, les irrita.

Salió mal, pero Shyamalan sigue teniendo esperanza, y por ello se asoció con uno de los intocables de la taquilla de los últimos años, Will Smith, para dirigir un guión que, si bien no es suyo del todo, sí contiene ideas y características que han estado en toda su filmografía. El guión de After Earth lo firma principalmente Gary Whitta, autor de The Book of Eli (Albert y Allen Hughes, 2010) que viene del mundo del videojuego. Esto no es baladí: la escaleta de After Earth ya no está compuesta por puntos de trama, sino por niveles y fases, con sus bonus sorpresa, sus recompensas y sus checkpoints. Esta película es, más allá de lo visual, el digital y el uso actual de la acción, la fusión narrativa definitiva entre el cine y el videojuego. Y no es un experimento fallido: el planteamiento de unas reglas y misiones que el protagonista (un jugador solitario) deberá llevar a cabo, una tras otra, resulta en beneficio del ritmo y el interés.

Claro que aquí entra en acción el trabajo del propio Shyamalan, porque donde él demuestra firmeza, sosiego y concreción, otros habrían dirigido con cámara en mano, tembleque, nerviosismo. El de Philadelphia otorga su elegante realización a un guión a menudo demasiado infantil, repetitivo y con sensación a déjà vu. Whitta bebe de los temas e ideas de la filmografía de Shyamalan, pero casi logra despojarlos de complejidad: aquí hay también una familia en duelo, un protagonista traumatizado y la necesidad de superación y autoconocimiento, pero la presentación es tan reiterativa y evidente que carece de emoción alguna. El tema del miedo, palabra de la que se abusa tanto en el guión como en la campaña publicitaria de la película, estaba en todas las demás películas del director, pero no se hablaba de él. Se mostraba y se veían sus consecuencias, y su final superación. After Earth simplifica el tema de Shyamalan por antonomasia y lo pone repetidas veces en boca del propio Will Smith, cuyas limitadas aptitudes como actor serio alcanzan aquí su tope.

Y qué decir de Jaden. Poco: es un niño sobreactuado, como tantos otros, al que se le ha dado demasiado trabajo. No es el primer caso de una decisión de casting dudosa en la carrera de un director de actores tan peculiar como Shyamalan (es difícil conseguir que los silencios de Bruce Willis y Mel Gibson estén tan llenos de emoción), pero sirve de ejemplo del principal problema de After Earth. La película es producto de la típica enajenación de una estrella megalómana, en este caso un Will Smith que no contento con idear una historia para el lucimiento de su hijo (cuando ni este, ni su veterano padre están a la altura de las circunstancias), se ha puesto en evidencia en la gira publicitaria con locas tesis pseudofilosóficas y teorías matemáticas ideadas entre los dos.

Gran mérito el de Shyamalan al lidiar con los egos de sus productores ejecutivos y un guión ajeno que está lejos de ser perfecto. Pero el director es como sus personajes: sabe que debe superarse, cambiar y adaptarse, hacer propia una película de acción post-apocalíptica y convertirla a su estilo. Aunque el resultado vuelve a ser disfrutable, está siendo otro batacazo, y Shyamalan ya ha afirmado estar pensando en pasarse a proyectos de menor presupuesto y mayor libertad. También está empezando a coquetear con el gran refugio de las buenas historias en la actualidad: la televisión. Nosotros estamos seguros de que los nuevos derroteros serán beneficiosos para su cine, aunque es el propio director el que, aplicándose el cuento, tiene que perder el miedo.

http://revistamagnolia.es/2013/06/after-earth/
 
Arriba Pie