Cuidado, posibles SPOILERS
Después de darse el batacazo con el gran cine histórico de alto presupuesto, Amenábar ha decidido volver a los orígenes con una película pequeña, de género, y se nota. Mediocridad es la palabra que la define, sin llegar a la categoría de truño, pero revelando unas carencias y una falta de forma en este señor que dan un poco de pena, como si estuviera anclado en el pasado y a mil leguas de lo que hace ahora con el género gente como Fincher, por ejemplo. “Regresión” es una película que nace vieja y con mucha falta de perspectiva, me parece a mí. El desarrollo está hecho de tópicos de principio a fin, no hay nada creíble, ni natural, los personajes están faltos de fondo y de carisma. Los sueños son un recurso muy barato para ilustrar la paranoia en que vive nuestro héroe. Todo es muy burdo y muy tonto, o al menos, tal es la impresión.
Y es que, sobre el papel, el tema a tratar tenía potencial más que de sobra. Asoman unas preocupaciones muy de Amenábar; la crítica hacia los dogmatismos y hacia las actitudes de obstinación ciega hacia algo, hacia unas verdades que creemos propias pero que nos vienen desde fuera, sin apenas darnos cuenta (ésto se ve tanto en los medios de comunicación, generadores potenciales de histeria colectiva, como en la actitud arrogantemente moralista del personaje de Hawke). El amigo Alejandro no pierde oportunidad para meterse con la iglesia, particular bestia negra suya, que es una de las mayores fuentes de mentiras y falsedad, que habla sobre el bien y el mal, pero que no duda en mirar para otro lado cuando le apetece. Pero no carga tanto contra ella (en “Ágora” y en “Mar adentro” viene a ser algo así como la raíz de todos los males, tanto en la historia -en el caso de la primera- como en la vida del individuo -en el caso de la segunda-). En su lugar, propone otras causas; la psicología y ciertas corrientes hoy descartadas como pseudo-científicas también son para Amenábar una puta mierda.
Pero todo esto, como digo, está plasmado muy torpemente. La previsibilidad es extrema. Si en una película de temática parecida como es “El bosque” el espectador acompaña a los protagonistas desde el principio (respecto al punto de vista), la revelación final afecta tanto a ellos como al espectador, que comparte una mirada. Aquí, el espectador va por delante continuamente, y el “giro” lleva cantando la traviata desde el principio. Que la temática del satanismo esté por completo superada hoy en día, que no inspire terror ni paranoia a nadie (como mucho, cierto cachondeo) es algo que no ayuda, que destapa las cartas antes de tiempo. Finalmente, mejor no hablemos del apartado visual, tan ramplón, tan vacío de una atmósfera medianamente lograda, que hasta Perico el de los Palotes podría haber filmado ésto y nadie notaría la diferencia. Lo más digno son los momentos “sectarios”, que por sí solos contienen un cierto mal rollo, pero que en un contexto de nadería generalizada quedan en nada. Que no falten los cartelicos finales para señalar lo serio, lo importante y lo rigurosamente basado en hechos reales que es todo.
Y Emma haciendo pucheros. Una película que acepta un visionado, y ya.