La ponen regulín...
“Es una película triste, reflexiva e impresionantemente extraña que utiliza la teatralidad de los musicales cinematográficos para socavar las ambiciones de su héroe en lugar de elevarlas”. – William Bibbiani, The Wrap
“Gaga es una presencia cautivadora y vivaz, que divide la diferencia entre la afinidad y la obsesión, mientras que le da una oportunidad a Arthur de manera entrañable… Sus números musicales, tanto duetos como solos, tienen una vitalidad que las películas más austeras necesitan desesperadamente”. – David Rooney, THR
“Un romance musical tan dulce y cautivador como es posible tener entre dos psicópatas asesinos. Su enfoque estrafalario no se adaptará a todos los tipos de fanáticos de los cómics, pero encuentra una esperanza extraña y trágica que le es propia”. – John Nugent, Empire
“Folie à Deux no puede igualar a su predecesora en cuanto a impacto vertiginoso. Pero está a la altura de la horrible tensión de polvorín: es una película que sientes que puede estallar en llamas en cualquier momento” – Robbie Collin, Daily Telegraph
“Mientras que el Joker original sigue siendo una excepción sorprendente –ese raro éxito de taquilla con matices emocionales, temas para adultos y una genuina sensación de grandeza– esta secuela no logra mantenerse al día”. – Tim Grierson, Screen
“Folie à Deux simplemente baila claqué en el mismo lugar durante la mayor parte de su apático metraje, encadenando una serie de números musicales decepcionantes que son demasiado obvios… o demasiado vagamente relacionados con sus personajes como para expresar algo en absoluto”. – David Ehrlich, Indiewire
“Dependiendo de cómo lo mires, este ejercicio de desmitificación es osado o es irritantemente presuntuoso, pero definitivamente no es muy divertido”. – Nicholas Barber, BBC
“‘Joker: Folie à Deux’ puede ser ambiciosa y superficialmente escandalosa, pero en el fondo es una secuela demasiado cautelosa. Phillips ha hecho una película en la que Arthur es realmente el pobre Arthur; no hace nada malo y no va a amenazar la sensibilidad moral de nadie” – Owen Gleiberman, Variety