BAILANDO CON LOBOS y el cine de Kevin Costner

Respuesta: BAILANDO con LOBOS, del Kevin

No empecemos a chuparnos los lobos todavía.
 
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¿Nadie ha dicho todavía que es mejor 'Bailando con lobas'?
 
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Ya sabes, este QT es una caja de sorpresas. Unos días patina y otros acierta.
 
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Me lo creo, no veo que lo afirme por postureo o moderneo, nombra sus pelis favoritas y punto. Hace tiempo le recuerdo decir que una de los albóndigas era una de sus comedias favoritas de toda la vida. Aunque en el mismo top también estaba la maravilla de Linkater "movida del 76"
 
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Lo bonito de la cinefilia es que un día tu peli favorita puede ser una y al día siguiente puede ser otra...
 
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En eso te doy la razón. Pero también es cierto que hay casos, como este, que por muchos años que hayan pasado sigue siendo inamovible. No por cabezonería, faltaría, sino por su validez.
 
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Dedicada a Sikander principalmente y a todos los fans de esta obra capital del séptimo arte. Va por ustedes. Disculpad la extensión del texto pero siendo mi segunda peli favorita de toda la historia comprenderéis que es imposible. Gracias.


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(Dances with wolves, Kevin Costner, 1990)​


"Siempre he deseado ver la frontera...antes de que desaparezca"


La poesía de la naturaleza a lomos de una era extinta


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Kevin Costner siente predilección por el género del western. Sin ir más lejos su filmografía versa, gira o enfoca el objetivo en él. Su salto a la gran pantalla tras la cámara fue con uno de los títulos clave en el género y que generó aplausos y críticas a partes iguales, en parte por haber sido la vencedora absoluta en la noche de los Oscars de 1990. 23 años después el filme, en todo su esplendor, sigue siendo un canto a la naturaleza, al respeto, a la simbiosis, el descubrimiento, la nostálgica y emotiva retrospectiva de un tiempo pasado, de un pasado donde el hombre blanco acababa encontrándose a si mismo y descubriendo un nuevo horizonte antes de que la frontera dejase de existir.

Sin ir muy lejos los primeros minutos del metraje de los casi 240 que dura la versión del director (y que para mi es la mejor de las dos que hay) son un claro ejemplo de la exposición a la cual íbamos a ser como espectadores haciéndonos partícipes de un viaje introspectivo, poético, bello y íntimo al mismo tiempo donde el intento de suicidio por parte del teniente John J. Dumbar (un Costner entregado y por ende consciente de sus propias limitaciones como actor) acaba convirtiéndolo en un acto heróico y granjeándose el punto de partida para acudir al destacamento y conseguir varios logros: descubrir la belleza de la propia naturaleza y a su vez un viaje de iniciación para romper barreras, romper los eslabones de una cadena derrotista y entablar una amistad por encima del bien y el mal, una amistad que porta el sello distintivo de evocaciones hacia directores tan maestros como Ford o Malick sin despeinarse y consiguiendo un prodigio narrativo que no decae en ninguno de los minutos que dura esta introspectiva por la América salvaje y libre.


Indios y vaqueros made in Disney


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No se puede negar, soy consciente de ello, de que Costner consiguió exponer una historia con el punto de partida donde los buenos son muy buenos y los malos son extremadamente retorcidos, insensibles y carentes de sentimientos. Los Sioux son gente pacífica mientras los Pawnees son gente desalmada que no duda ni un instante en consagrarse como seres amorales, que destrozan todo ser viviente que se encuentran en el camino sin mostrar ni un rasgo de bondad. Pero no lo veo deshubicado ni mucho menos acertado cuando hasta esa fecha, por regla general, el western siempre ha sido un género estereotipado, maníqueo, presentando (casi siempre) al hombre blanco como el héroe de la función, el hombre digno de acabar con los indios, presentados como personas desaliñadas, sin escrúpulos, el enemigo a quien hay que abatir y la raza a la cual hay que exterminar.

Y no se puede negar que el tono de la película es agradable, sencillo, emotivo, cargado de sentimientos, entablando una relación concatenada entre desconfianza, intriga, acercamiento, compostura, respeto y por lo pronto admiración mutua una vez se ha roto la barrera del prejuicio. Porque Costner labra y logra un viaje al descubrimiento, a conocer, a romper tabues, a mostrar interés sin apretar el gatillo primero, a indagar en la otra cultura / raza y no verlo como un enemigo. El viaje paulatino al cual somete el director a su personaje protagonista es paulatino, pausado, sin prisas ni golpes de efecto. La cámara juega a su favor al contar con una exposición más introspectiva, mucho más agradecida en su ritmo y por ende mucho más bucólica, amparándose en un tiempo donde el reloj no era necesario y la soledad del individuo servía para meditar y conocer.

Sin ir más lejos la voz en off es otra de las herramientas de las cuales su empleo es más que admirable. Cierto es que quizás en algunos pasajes es un tanto reiterativa por subrayar lo que ya estamos contemplando pero son en el menor de los casos. Todas y cada una de sus apariciones son pequeños episodios, pequeñas píldoras de contemplativa exposición, narración y demostración. Es impresionante la forma en como Costner va contando poco a poco todos y cada uno de los pasos, episodios, vivencias y contemplaciones como si de un cuaderno de bitácora se tratase, sin resultar molesto y por ende sin empalagar.


- continua en el siguiente post -
 
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El mimetismo del que baila con los lobos


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El western, uno de los géneros madre del séptimo arte, siempre ha contado con tiempos gloriosos y tiempos en los que parecía iba a acabar olvidado. Costner consiguió con su primer trabajo en la dirección volver a recuperar el aura de los grandes clásicos, de los títulos con aroma a cine épico, a conseguir labrarse un buen aplauso y sobretodo volver a recuperar las grandes historias con valores añadidos y la belleza de los parajes bastos y extensos de una América bella, libre y con ansias de conquista. "Bailando con lobos" ahondaba en esos elementos e intentaba apartarse del estruendo al cual se acostumbra recordar el género y prefería ser más liviano, sin apartarse de la espectacularidad pero que fuese la narrativa y una colección de imágenes concretas las que le diesen la magnitud requerida. Aquí lo que intentaba era darle una forma mucho más ecológica, más intrínseca, que fuese la simbiosis del hombre con la naturaleza la que primase por encima de todo.

Porque no hay mejor ejemplo que ese hombre jugando (o "bailando") con un lobo, una forma como otra cualquiera de plasmar la poesía de la naturaleza, un filme que por momentos se comporta como si de un documental existencialista reconvertido en mamotreto más grande que la vida como son tantas y tantas escenas que forman un todo: esa caza de búfalos, donde la basta manada comporta y expone la fragilidad en sí misma de la naturaleza, el acercamiento entre la bestia y el humano como ese paulatino encuentro entre el lobo y Costner, la cultura de los indios y a su vez los grandes parajes de un tiempo extinto. Dean Semler con su fotografía y John Barry en la partitura lograron lo indescriptible, dándole cuerpo y sonido a una historia atemporal, logrando así que la conexión hombre - naturaleza fuese más allá de un simple western, convirtiéndolo todo en una oda a la belleza y a la vida frente a la destrucción de una raza bajo la supremacía de otra.

Pero lo que más me gusta de "Bailando con lobos" es que la narrativa que contiene es más expositiva que dialéctica, más introspectiva que recurriendo a soliloquios, simplemente dejando fluir las vidas, costumbres, razas, experiencias y a su vez situaciones de una concienciación hacia el lema universal de como el hombre acaba autodestruyéndose sin reparar en las pérdidas. Es interesante y bello a la vez como dos personas de dos razas distintas (el indio y el vaquero) son a su vez dos personas con los mismos pesares, las mismas ansias, los mismos deseos y a su vez son afines. La rotura de esa barrera y a su vez la afinidad de dos mundos tan distintos es uno de los momentos cumbre dentro de la película. Ver como poco a poco desde la distancia van acercándose tanto en posturas como en forma de pensar para decubrir que siempre hay una opción más. Aquí, una vez más, el díptico Semler / Barry logra darle al mundo de los indios un toque casi onírico, como de cuento de hadas silvestre, reconvertido en clase de historia donde también cabe la posibilidad de no presentar siempre a los indios como el enemigo sino que puede haber la opción de ser seres amables, cercanos y humanos a fin de cuentas.


Escenas atemporales en un filme sin apenas mácula


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Pero no sólo de belleza e intimismo vive "Bailando con lobos". La película es mucho más que eso. Sin ir más lejos, grandes escenas como los primeros 15 minutos son claros ejemplos de como Costner domina la situación y logra darle el tono épico y trágico con una soltura y pericia impresionantes. El momento donde Kevin se calza, literalmente, la bota prefiriendo suicidarse es uno de mis momentos favoritos de la historia: esa cámara lenta, esos coros trágicos y esa forma en la que Dunbar suelta las riendas y espera la muerte es poesía pura. O la cacería de los búfalos, con aroma a western clásico, los Pawnees matando sin compasión al cochero o la llegada de estos al poblado con intenciones de acabar con los cheyennes (lástima de esa cámara en retroceso que chafa el tono de cierta escena), la matanza de las mascotas de Dunbar o la parte final donde liberarán a "Bailando con lobos" de una muerte anunciada.

Pero si hay una escena que para mi lo resume todo, lo amolda a la esencia de la película es cuando "Cabello al viento" expone su amistad eterna, una plasmación del círculo completo de una historia. Como bien indica antes "tú antes eras mi enemigo" para firmar uno de los finales más emotivos de los que yo recuerde. Sencillo pero eficaz, un episodio cerrado, una lágrima consecuente y la plasmación de las emociones acompañadas de una partitura existencial y fundamental en el séptimo arte. Quizás, tengo que reconocerlo, que la parte romántica sea la que menos me atraiga o la que encuentre menos acertada aunque también es cierto que no me molesta. No por ser acorde con el tono de la historia pero sí que tengo que reconocer que rompe un poco la calidad del resto del conjunto, pues entorpece en lo que realmente importa y no se le da bien lo romántico a Costner aunque sea necesario para el personaje.

Costner tenía intención de rodar un filme de 5 horas. Tristemente los productores no le dejaron realizar tamaña gesta pero hubiese sido interesante poder contemplar hasta donde pensaba llevar o qué más iba a incluir. A día de hoy encuentro que la versión del director con casi 4 horas de metraje es todo un logro, un orgullo para él como director y consiguiendo mi western favorito de la historia del cine. Porque la forma en como consigue involucrarme en la historia, con sus personajes y a su vez exponerme con todo lujo de detalles la magnitud de una época sin resultarme chocante, cargante o desmesurado es demostrar tener las cualidades necesarias para hacerlo todo efectivo. Porque no es ya sólo la forma, con una cámara en su justa medida y conjugando magnitud con intimidad sino el fondo, que por ser más sencillo no significa que sea menos válido o porque sea más blando significa que sea menos interesante. Un título imprescindible desde cualquier prisma posible.
 
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- Crítica HOMÉRICA Maestro y dicha no para halagar vanamente, sino para que se sepa que diría Joan Manel Serrat. Como aficionado a la Guerra Civil Americana, me fascina revisar de tanto en tanto el arranque de la película, que comienza con un tono sombrío, reforzado por la partitura de John Barry. Sombrío y casi terrorífico, cuya melodía me recuerda mucho a cuando en "Cyrano de Bergerac", en versión de Gerard Depardieu, quedan todos aquellos maleantes -¡Cien hombres!-, en una plaza para acabar con él y el buen espadachín se despacha a gusto con todos ellos.

Ese tono terrible, se va encendiendo hasta llegar al momento del "suicidio" del teniente Dunbar y ahí de repente, la música se vuelve épica, optimista, grandiosa. El galope de John Dunbar despierta a las fuerzas del norte que llevan a cabo su ofensiva y obtienen la victoria. Esa partitura se repite posteriormente en parte en la caza del búfalo, cuyo tono festivo compara Barry con el asalto de los soldados, aunque en este caso sea para asegurar la subsistencia de la tribu y no para matar por matar, como en la guerra.

Otro de mis momentos, es su primer encuentro con los indios, de impoluto uniforme, al galope de nuevo con la bandera americana. La supuesta civilización al encuentro del salvaje, aunque es éste con sus valores el que acabará doblegando al militar y sacando al hombre perdido que había en él.

Me interesa mucho menos el proceso de renovación y de asimilación de Dunbar con el pueblo indio (pero bueno, me pasa lo mismo con las versiones de "La Máquina del Tiempo", cuando el inventor se despoja de su traje victoriano para asilvestrarse junto a los Eloy. Manías mías, ya me conocéis) Todo lo que podría decir de su reencuentro con la naturaleza y la esencia del ser humano en la tribu ya lo ha comentado Maese Atreyub. Chapeau!
 
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Muchas gracias. Es una película que se lo merece. ;)

que comienza con un tono sombrío, reforzado por la partitura de John Barry. Sombrío y casi terrorífico [...] Ese tono terrible, se va encendiendo hasta llegar al momento del "suicidio" del teniente Dunbar y ahí de repente, la música se vuelve épica, optimista, grandiosa.

Es que el principio del todo, con Costner tumbado, mordiendo el palo, prefiriendo morir suicidándose antes de que le amputen la pierna los matasanos (la BSO en ese momento es brutal, muy incisiva) es para enmarcar. Pero luego mete ese momentazo mientras los cañones retumban, los coros claman y se suelta de las riendas mientras su cuerpo cabalga al ritmo del caballo y abre los brazos... uf, pelos como escarpias, amigo. Una de mis escenas favoritas de toda la historia del cine.

La supuesta civilización al encuentro del salvaje, aunque es éste con sus valores el que acabará doblegando al militar y sacando al hombre perdido que había en él.

Por eso me gusta tanto esta peli. Porque es una forma posible de presentar la clásica historia de indios y vaqueros. El acercamiento (temeroso) y no acabar matándolos porque sean indios, el enemigo a matar sin razón. Que luego meta a los blancos como los malos, pse, maniqueo que lo llaman. Yo encuentro que es darle la vuelta a la tortilla por una vez, que tampoco pasa nada.

Estaría horas hablando de ella. Y siempre que la veo aunque me la sepa de memoria descubro algo nuevo o algo plausible. Ya sea un plano, un momento, una nota, una acción, una pose, una actuación. Siempre.
 
Hallo infravalorada The Postman (1997), buena historia con un villano, el general Bethlehem, absolutamente memorable, con frases para citar toda una vida.

"Tercera ley: apiadarse es de débiles".
 


"Los fuertes han sido segregados por la propaganda quejumbrosa de los débiles". General Bethlehem

Para levantarse y aplaudir.
 
Buena peli Waterworld. Me agradan determinados rasgos de la personalidad del protagonista como la agresividad y el individualismo. Cuando le irrita, no tiene reparos en dejar inconsciente a la chica de un golpe de cabeza. Fue antes del hembrismo exacerbado del presente.
 
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