Recordado con cariño pese a sus truños, Juan Piquer Simón no pasaría de mal o incluso pésimo imitador de lo ajeno fuera de nuestras fronteras. En el contexto de nuestro cine sería, sin embargo, una rara avis, incluso un visionario o un pionero que se atrevió con un tipo de cine fantástico y blockbuster a la americana. Con una visión íntegra del medio, concebido como puro espectáculo y producto sin complejos, además de su buen olfato comercial. Figura contradictoria pues, que a principios de los 90 nos sale con
La grieta, exploit de “Abyss” de James Cameron y con no pocos resabios de “Alien”, que se nutre de la moda del terror en el mar. A regañadientes, el diseñador de un moderno submarino nuclear es enrolado en una misión de rescate en las profundidades, donde un experimento genérico fuera de control parece haber mutado horriblemente a la fauna marina.
A destacar un reparto internacional con el sargento chusquero de Kubrick repitiendo su rol, el padre de Laura Palmer… y cómo no, la tan mítica como efímera intervención actoral de Pocholo diciendo apenas unas frases, quien al parecer no terminó demasiado bien con el director debido a que le recortaron sus líneas de guion. Todo lo referente a personajes y trama es simplón hasta decir basta, sin salirse de los roles previsibles y procurando dar el pego mediante unos trucos artesanales que le valieron al film el Goya a mejores efectos especiales (planos del submarino-maqueta, diseño de criaturas, efectos físicos tipo body horror y gore sin reparos…), lo que no quita que tengamos unos pobretones interiores de la nave, a base de paneles y lucecitas.
El tramo final con la aventura en la cueva es lo que más sale ganando, sobre todo en cuanto a ritmo y duración ajustada, pues adquiere un cierto espíritu de aventurilla pulp y serie B de los años 50, antes que el referente ochentero al que se asimila, muy habituales de este fanático de Julio Verne. Se acerca más, por cierto, a ese desmelene gamberro e imaginativo del que el resto de la cinta desafortunadamente carece, demasiado encorsetada y controlada por esas pretensiones de ambiciosa producción que nunca llega a alcanzar.