Daydream, de Tetsuji Takechi
Polémico film considerado un precursor del “pinku eiga” y un hito de la representación de la desnudez y la sexualidad en el cine nipón de los 60. Pese a la censura, al parecer fue el primero en distribuirse ampliamente con éxito, incluso fuera del país, realizándose posteriores versiones más explícitas. Su controvertido director llegó a ser procesado por obscenidad con su siguiente película.
Basado en un relato de Junichiro Tanizaki, trata de la visita al dentista de un hombre que se siente atraído por una bella paciente y que, por los efectos de la anestesia, se hunde en una sucesión de delirios en los que ve a su amada convertida en cantante de un club nocturno, y posteriormente, sometida a sesiones de tortura bondage y electroshock. Aparecen mafiosos, un vampiro, maniquíes y un mono que ríe maquiavélicamente, el momento más perturbador con diferencia. Exploración del inconsciente (no queda del todo claro si el de él, de ella o de ambos), de cierta represión sexual, voyeurismo, el protagonista es incapaz de salvar a su objeto de deseo, continuamente perseguido y acosado, escamoteado una y otra vez siguiendo la lógica angustiosa de los sueños... este deseo insatisfecho evoluciona hacia el afán de posesión y la hipocresía social; si la amada es inalcanzable, entonces resulta que es una puta, y es uno mismo quien pasa a ser el villano. La feminidad queda reducida a mercancía en unos grandes almacenes, la gente pasa por la calle ignorante de la situación, sin ser siquiera consciente de la violencia que ocurre ante sus narices.
Como obra surrealista, experimento visual o lo que sea, me ha parecido una cosa floja. Con situaciones reiterativas, planos dilatados sin razón y una visible torpeza narrativa del director, la idea, como suele decirse, quizá daba para un buen cortometraje pero no aguanta la hora y media que dura esto, con ocurrencias sugestivas que se agotan rápidamente; primeros planos de bocas y rostros, ruido infernal de las herramientas eléctricas del dentista (el gremio de dentistas al parecer puso el grito en el cielo por la deleznable imagen que se ofrece de su profesión), banda sonora como de sci-fi… todo un catálogo de recursos dirigidos a crispar, dar grima y poner de los nervios que logran su objetivo durante unos minutos, pero cuyo abuso indiscriminado deriva en la indiferencia; la huida del villano por las escaleras mecánicas, por ejemplo, daba para una buena secuencia, con esa tecnología vuelta en contra... pero estirada hasta el hastío. Mucho grito de la chica, además, pero un impacto reducido, al menos inferior al que pudo desempeñar en su contexto; todo es muy suave, incluida la pequeña secuencia gore realizada en color, sin más objetivo que resaltar ese gore.
Con todo, el giro final tiene cierto interés. Representaría lo ominoso, oculto bajo la superficie de la cotidiano, un poco a lo Terciopelo azul (plano alejado de la ciudad), pues toda la peli es muy lynchiana en realidad; la auténtica pesadilla comienza allí donde se confunden realidad y fantasía, con ese detalle perverso y “siniestro”, dicho freudianamente, que no encaja y que genera dudas.