Bueno, vista El jinete pálido.
Dejando aparte los valores más puramente visuales de la película (cuidada fotografía, ambientación lograda, etc; me gusta especialmente el estupendo uso de los paisajes naturales al principio y al final del film), tal vez lo que más me ha llamado la atención/gustado es la ¿ampliación? ¿cuasi-vuelta de tuerca? que Eastwood le da a un planteamiento típico y tópico del western más añejo, a saber: un grupo de buscadores de oro son presionados por un millonario y su banda de cuatreros para que abandonen unas tierras valiosas; cuando los honrados pobladores están a punto de irse aparece un vaquero con las pelotas como castañas que se cepilla a los malos, protege la zona y luego se las pira, mientras los lugareños se quedan la tierra y encuentran oro a patadas. Sin embargo, como digo, tito Clint añade ciertos toques y subtramas a la historia que constituyen el auténtico refuerzo de la película, a saber: desde su (acertadamente) no resuelta relación con el pistolero contratado para eliminarle hasta su condición de curita tronchapiedras, y sobre todo el mejor acierto del film, la obsesión de la precoz hija de una de los logareños por casarse con el protagonista, personaje el de la niña que proporciona algunos de los mejores momentos: atención a cuando mezcla una oración clásica con deseos más personales; a la escena en la que revela los celos contra su madre o el final, con esos gritos cuyo eco hace de repetidor. Sumando a esto un tiroteo final en el pueblo bastante apañadete (memorable muerte la del agente de ley corrupto, con el revólver atascado en la funda) y un reparto justamente convincente (ojo a la aparición de Richard Kiel, el recordado Tiburón de la saga Bond). En resumen, ni decepción ni completa adoración. Me huelo que es un western que gana con revisionados.