Me zampé la segunda temporada en cinco horas.
Está en la linea de la primera: adictiva, ligera, rápida, informal (incluso en sus momentos más melodramáticos, por alguna razón siempre parecen estar al borde del trolleo), con mucho sentido del humor intergeneracional y sus usuales pullitas al progresismo aburguesado.
El sentido de fluidez y cohesión de la serie es pasmoso y mucho más complicado de lograr de lo que parece. En los primeros minutos del primer capítulo ya te deja planteado de forma visual, y con diálogos rápidos, cual es el conflicto y las intenciones de cada personaje. Siempre se está moviendo para arriba, siempre está construyendo tensión y humor sin titubeos, sin dar pasos en falso, con firmeza y una liviandad agradecible. Imposible no dejarse absorber por una historia tan clara y espontanea.
Su sentido del humor, entre negro e inocente, salpica el cinismo actual con ráfagas de pureza y los personajes adquieren muchos más matices que los que tenían en las películas, aunque se mantienen los entrenamientos poco creíbles pero que funcionan gracias al tono cómico y lúdico y la complicidad con el espectador.
La nostalgia tampoco es meramente referencial y esto es CLAVE: tenemos a un protagonista anclado en el pasado, que ni siquiera sabe bien lo que es facebook. Todas esas referencias se integran de un modo orgánico, no se esfuerzan en colgar pósters vintage en una habitación... la nostalgia está tematizada, es parte del argumento y del carácter del protagonista, no se siente como algo que viene del exterior o puesto por productores ansiosos por subirse a la cansina ola ochentosa.
Muy entretenida y te deja con ganas de que empiece la tercera.