Entre el inminente estudio de la Dirigido y que Apocalypse me dejó KO, me ha pegado fuerte con Coppola, disfruté de su cachonda Twixt y la estimabilísima Tetro, y ahora voy con sus 80's y 90's. La famosa y tópica pregunta ¿dónde se fue el magistral Coppola de los 70? Por lo que veo, a ningún sitio, su arte seguía intacto. Ayer vi
Cotton Club y
Rumble Fish. Maravillosas las 2.
Cotton Club (1984). Decía Coppola en el audio de Apocalypse que su idea de la película era rodar un encargo a lo grande, en la línea de las grandes superproducciones clásicas. Está claro que la naturaleza del rodaje hizo que aquello se convirtiera en algo muy personal y surrealista, aunque, efectivamente, rodado a lo grande. Pues ese propósito inicial de Apocalypse es lo que consigue en Cotton Club, un estilo con todos los ojos puestos en el Hollywood clásico, especialmente el noir y el musical (Coppola es fan absoluto de Singin' in the Rain, ahí está Corazonada) y rodada absolutamente a lo grande, la pasta luce en cada frame, la apabullante puesta en escena de Coppola, ese sentido majestuoso del séptimo arte que él mismo redefinió con los Padrinos sale a relucir con todo su esplendor en el Harlem de los años 30.
La trama coral, compuesta por 4 ó 5 subtramas de tópicos de la época, Coppola la trata, de manera acertada, como mero instrumento para versar la obra entorno a la música, la danza y los números, centrando toda su atención en crear una película de atmósfera donde el protagonista es el Cotton Club y su ambiente, con todos los personajes como secundarios, alejándose por completo de lo que, fácilmente, podría haber deparado un drama moralizador. Bien al contrario, Coppola lo caracteriza todo como un Gran Gignol y lo hace explícito en la última secuencia de la estación de tren.
No obstante, como ya hiciera en El Padrino 2, agiliza la narración con un montaje en paralelo de las tramas, especialmente interesante es la comparación de las 2 chicas en su progreso personal y el momento del reencuentro de ambas parejas de hermanos (la reconciliación de los negros en una escena con una fotografía sublime y el nostálgico último encuentro de los blancos para pagar el secuestro). Capítulo aparte merece la última media hora, juntando a todo el mundo en el Cotton Club, encadenando números y ese montaje de claquet con las metralletas. Fantástico último plano también.
Bandas de negros, mafia italiana, gángsters irlandeses, judíos, holandeses, metralletas, líos de faldas, Hollywood y Broadway en plena caracterización de los gángsters, toda una temática, estética y tono precursores de Boardwalk Empire.
De entre los actores, a destacar la carismática pareja de Bob Hoskins y Fred Gwynne como dueños del Cotton y, sobre todo, la desarmante, estremecedora y apabullante belleza, de llenar la pantalla y esperar a que vuelva a salir, de una jovencísima Diane Lane (Atención a su "Am I Blue"
)
Fastuosa selección musical, fotografía, los temas de John Barry, diseño de producción, coreografías y dirección de Coppola. No es una rotunda obra maestra por alguna concesión guionística de más hacia el final, un Gere que si bien da perfectamente el pego físico le falta carisma en pantalla y un Holandés (Dutch) demasiado caricaturesco.
En cualquier caso, grandiosa.