David Cronenberg: El Post

yo lo recuerdo justo al revés, fijate.
Bien es cierto que las vi en las ediciones de DVD de MANGA films , que seguramente exponenciaban la cutrez de la propuesta visual original de ambas.
 
Cromosoma 3

La clínica del doctor Raglen (Oliver Reed), especializada en curar traumas psicológicos mediante sus manifestaciones somáticas, acoge a una paciente muy especial, una mujer capaz de exteriorizar físicamente sus emociones violentas en forma de engendritos (literales) infantiles, nacidos de la ira interior, cánceres andantes, simulacros de vida que son como prolongaciones físicas de uno mismo. Como siempre, Cronenberg descubre algo horrible y malsano, una otredad monstruosa que, sin embargo, forma parte de nosotros y no puede ser ignorada, pues tarde o temprano sale a la luz bajo las formas físicas más aberrantes. Bajo el desfile de truculencias habitual late algo muy personal; los hijos, nacidos del amor, son el tesoro más valioso (de ahí la bonita relación del padre protagonista con la niña), pero la “prole” de ella es una parodia grotesca... en el fondo, nos están hablando figuradamente de relaciones familiares disfuncionales, cuyas nocivas consecuencias además son heredadas. Nada tranquilizador el desenlace, desde luego.

No es sino la historia del Doctor Jeckyll y Mr. Hyde revisitada por el canadiense, cuya ocurrencia (la idea de la “somatoplastia”, una especie de psicoanálisis extremo) es como un adelanto de la Nueva Carne, un estallido prerrevolucionario que ya anuncia la radicalidad conceptual que está por llegar, sin dejar atrás del todo la serie B, pero haciendo de ella una excusa, un medio para explorar todo tipo de aspectos incómodos del ser humano, pleno de imaginación retorcida. El acabado técnico, por cierto, es bastante profesional y cada vez más próximo a Videodrome, con la presencia de la atmósfera aséptica tan característica (una oda al setenterismo, por cierto), y con la colaboración musical de un principiante Howard Shore. El argumento tiene una estructura de thriller convencional, con un par de asesinatos muy giallescos, personajes freaks (el amanerado de las barbas, el de la garganta), y un gran clímax final paralelo donde no puede faltar el “momento Cronenberg” (el “parto” de la madre, sin comentarios).

Nada que añadir a estas alturas, este señor es un genio y hasta sus peores títulos (no es éste el caso) tiene algo que da en el clavo.
 
La zona muerta

Cronenberg apuntándose a la moda ochentera de llevar a Stephen King al cine, en plena época en que el novelista de Maine estaba en la cresta de la ola, sin duda un muy aprovechable tirón comercial que impulsaría la trayectoria del canadiense. La cuestión era si lograría mantener sus constantes tan absolutamente distintivas o facturaría un producto más impersonal... y lo cierto es que poco tiene ésto que ver con las imágenes sangrientas y explícitas de títulos anteriores. Christopher Walken encarna a un hombre que sale de un largo coma dotado de un poder paranormal, el de visualizar sucesos pasados y futuros... nuevamente, una condición posthumana, relacionada con un accidente y una enfermedad, un don (o maldición, según se mire) que destruye físicamente a quien lo posee (una lástima no ahondar más en este punto) y que lleva a nuestro sufrido protagonista, cada vez más alejado del común de los mortales, a situaciones límite.

Me sabe a poco habiendo visto lo que he visto de Cronenberg, pero para nada estamos ante un mal título. La evolución del personaje, cómo va aceptando esa nueva situación y aprendiendo de sus poderes para modificar la realidad, desde el horror y el aislamiento inicial hasta esa toma de conciencia “política” final, está contada con acierto, como en pequeños capítulos (por cierto que el material de partida es de lo mejor de King). La historia de no-amor añade una dimensión trágica al asunto, pues aunque él pueda controlar el destino ajeno, desde luego no puede hacer lo mismo con el suyo propio. En cuanto al final... está claro que la cosa no podía terminar bien (los dones, siempre consumiendo a sus portadores). Finalmente, no sé si es cosa mía, pero la película me ha parecido estéticamente un poco fea, con un tufo a telefilm nevado y con una banda sonora demasiado reiterativa que deslucen un tanto el conjunto.

Más que digna adaptación, que pese a ser un ejercicio cronenbergiano un tanto descafeinado, revela a un tipo en plenas facultades para rodar lo que le de la gana.
 
Una edición bluray de "Inseparables" como DIOS MANDA sería para verla e inmediatamente después morirse. Con eso uno ya ha cumplido en la vida.
Si tienes un reproductor Blu-ray multiregión te recomiendo la edición de dos discos de "Shout Factory" que hay en EEUU.
 
Revise después de veinte años " vinieron de dentro de..", mejor de lo que esperaba, la película es muy limitada claro, pero es un buen debut y ya se ven todas las constantes de Cronenberg.

Enviado desde mi MotoG3 mediante Tapatalk
 
Finalmente, no sé si es cosa mía, pero la película me ha parecido estéticamente un poco fea, con un tufo a telefilm nevado y con una banda sonora demasiado reiterativa que deslucen un tanto el conjunto.

Cuidado con la copia que hayas visto, que creo recordar el dvd español era una chufa.

A mí la peli me gusta, tiene un tono más trágico que de terror, pero está lejos de las mejores pelis de sus dos autores (Cronenberg y King).
 
Finalmente, no sé si es cosa mía, pero la película me ha parecido estéticamente un poco fea, con un tufo a telefilm nevado y con una banda sonora demasiado reiterativa que deslucen un tanto el conjunto.

Cuidado con la copia que hayas visto, que creo recordar el dvd español era una chufa.

A mí la peli me gusta, tiene un tono más trágico que de terror, pero está lejos de las mejores pelis de sus dos autores (Cronenberg y King).

Pues estoy mirando imagenes por ahí y creo que vas a tener razón...
 
Revise después de veinte años " vinieron de dentro de..", mejor de lo que esperaba, la película es muy limitada claro, pero es un buen debut y ya se ven todas las constantes de Cronenberg.

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Curiosamente un film tan actual como LIFE bebe bastante de esta película.. solo que Cronenberg es mucho mas cabrón, cercano, retorcido y genial que Espinosa.
 
Cromosoma 3

La clínica del doctor Raglen (Oliver Reed), especializada en curar traumas psicológicos mediante sus manifestaciones somáticas, acoge a una paciente muy especial, una mujer capaz de exteriorizar físicamente sus emociones violentas en forma de engendritos (literales) infantiles, nacidos de la ira interior, cánceres andantes, simulacros de vida que son como prolongaciones físicas de uno mismo. Como siempre, Cronenberg descubre algo horrible y malsano, una otredad monstruosa que, sin embargo, forma parte de nosotros y no puede ser ignorada, pues tarde o temprano sale a la luz bajo las formas físicas más aberrantes. Bajo el desfile de truculencias habitual late algo muy personal; los hijos, nacidos del amor, son el tesoro más valioso (de ahí la bonita relación del padre protagonista con la niña), pero la “prole” de ella es una parodia grotesca... en el fondo, nos están hablando figuradamente de relaciones familiares disfuncionales, cuyas nocivas consecuencias además son heredadas. Nada tranquilizador el desenlace, desde luego.

No es sino la historia del Doctor Jeckyll y Mr. Hyde revisitada por el canadiense, cuya ocurrencia (la idea de la “somatoplastia”, una especie de psicoanálisis extremo) es como un adelanto de la Nueva Carne, un estallido prerrevolucionario que ya anuncia la radicalidad conceptual que está por llegar, sin dejar atrás del todo la serie B, pero haciendo de ella una excusa, un medio para explorar todo tipo de aspectos incómodos del ser humano, pleno de imaginación retorcida. El acabado técnico, por cierto, es bastante profesional y cada vez más próximo a Videodrome, con la presencia de la atmósfera aséptica tan característica (una oda al setenterismo, por cierto), y con la colaboración musical de un principiante Howard Shore. El argumento tiene una estructura de thriller convencional, con un par de asesinatos muy giallescos, personajes freaks (el amanerado de las barbas, el de la garganta), y un gran clímax final paralelo donde no puede faltar el “momento Cronenberg” (el “parto” de la madre, sin comentarios).

Nada que añadir a estas alturas, este señor es un genio y hasta sus peores títulos (no es éste el caso) tiene algo que da en el clavo.
anoche la revise, se nota que ya tenia mas tablas y presupuesto,dentro de sus limitaciones es notable. Al final como otras veces me habeis hecho caer en ver ciclos de directores, estoy revisandolas todas, tambien vi Existenz, que tiene un planteamiento interesante pero a ratos me parece fallida, acaba siendo un lio la trama y es algo asquerosilla en alguna escena, pero en cualquier caso como todas las de Cronenberg merece la pena perder un rato de nuestro querido tiempo para ver sus obras.
 
Continuando con mi ciclo revision me vi " La zona muerta ", correcta adaptacion de la excelente novela de King, yo creo que una de sus mejores, pero para mi gusto la pelicula es un pelin anodina, alejada de los temas y formas habituales de Cronenberg, quizas era un intento del salto al mainstream, buscando mayor comercialidad, ademas la estetica tan fea , asi como su fotografia no le favorecen para nada. Tambien revisione con algo de miedo por si se hubiera quedado envejecida, " Videodrome", pero para nada, sigue siendo una fascinante y enfermiza pelicula con todo su sello, James Wood y Deborah Harry estan fantasticos y la musica de Shore hipnotica, para mi estaria dentro de un top 5 de su filmografia.:palmas
 
M. Butterfly

Historia de amor entre un diplomático francés y una enigmática cantante en la turbulenta China de los sesenta, basada en una obra de teatro, que se inspira a su vez en un hecho real (cuesta creerlo, pero sí).

La relación entre dos personajes opuestos y complementarios vuelve a ser una excusa para explorar, por un lado, el choque cultural, la pugna entre razón y sentimiento... y por otro, los roles, las ficciones (orientalistas, en este caso) que proyectamos sobre el Otro y sobre nosotros mismos. Y como no podría ser de otra manera, un viaje tortuoso por la condición humana, por una sexualidad enrarecida que rompe todas las ideas preconcebidas, por un proceso de degradación interna, de transformaciones físicas y mentales, de relaciones de poder donde nada es lo que parece, hasta llegar a un final grotescamente poético, pero con una lógica propia y demoledora. Extrañísimo romance trágico, reelaboración descarada y “meta” de Madame Butterfly; como en la historia original, amor equivale a cosificación, es una mentira perversa... pero de alguna manera, tiene consistencia real y nos lleva a actuar hasta las últimas consecuencias.

Como película, una cosa absolutamente peregrina, inverosímil a tope, a medio camino de todo, como una isla olvidada en el universo cronenbergiano; entre el drama de época para señoras mayores, sobre amantes atrapados en el torbellino de la Historia, una trama paranoide de espionajes y ocultamientos, y las obsesiones y rarezas tan típicas del canadiense. Es ese Cronenberg noventero, experimental y suicida, de proyectos no necesariamente logrados, pero desde luego seductores, que fructificarían en la etapa con Viggo Mortensen. Encuentro, por lo tanto, inconsistencias narrativas, poca definición... aunque formalmente bastante bien, de estética marcadamente artificiosa (con cuatro duros) y muy de estudio, que conviene a la sutileza, al cierto onirismo que impregna el argumento. En fin, que si en sus títulos más afamados Cronenberg parece interesado en la idea de lo “queer”, aquí es nada menos que Edward Said quien asoma la patita.

Cuento de hadas brutal, sobre el cazador cazado y los límites difusos de las oposiciones binarias (masculino y femenino, oriente y occidente) que dan sentido al mundo. Interesante, sin duda.
 
estoy ahora absorbido por los Cuentos Completos de JG Ballard y desconocía ésto; ni siquiera es una adaptación de la novela Crash! que es 2 años posterior pero si que anticipa un mucho de sus temas, y el protagonista es el propio escritor; si uno lo piensa bien podría ser un corto cronenbergiano de la época Stereo / Crimes :juas


 
La última película que vi de este hombre fue "El almuerzo desnudo", y ya hace bastante tiempo (por cierto, que no sé que decir de ella, me dejó :roto2). Tengo ganas de hacerme un ciclo.
 
Promesas del este

La mafia como nueva gran enfermedad del siglo XXI. Otro mundo dentro de éste, un oscuro cuerpo parásito (y extranjero) dentro de nuestra querida civilización, corruptor y destructor de toda inocencia, brutal pero regido por códigos propios y jerarquías, que no comprende otro lenguaje más que el de la carne, otra realidad más que la violencia y el sexo. Los dos mundos no están tan separados como parece. Los personajes tienen identidades híbridas; el mafioso psicópata y arrogante (Cassel) es en realidad un niño a la sombra de un padre (Stahl) que viene a ser el diablo en persona, de apariencia familiar y venerable. La trama relata, con la excusa un tanto folletinesca del bebé, la metamorfosis paulatina de un hombre que puede ser un funcionario de la muerte o un tipo piadoso y con buen fondo, que realiza un último gesto redentor antes de dejarse engullir sin remedio por el lado oscuro (en una reminiscencia final a El padrino o Centauros del desierto), cosa que enturbiará ahora más que nunca cualquier distinción posible entre el bien y el mal.

Las claves de la filmografía de Cronenberg siguen ahí, aunque un poco escondidas. Más visible, si acaso, la dirección, con un tratamiento sobrio y distante de la imagen, aunque con estallidos puntuales de crudeza (los dos asesinatos gore, y cómo no, la inolvidable pelea en la sauna), aprovechando al máximo un estimable guión ajeno; todo muy físico, directo, sin concesiones... por no haber no hay ni disparos, haciendo uso básicamente de armas blancas. En el fondo, cine más psicológico que de acción, con una interpretación inquietante muy lograda del Mortensen, todo presencia y acento. Tal vez ella (Watts), mujer íntegra y madrastra-coraje, sea lo más convencional de la función, o guiño al espectador en medio de la mugre... por otra parte, la motivación profunda y visceral que impulsa semejante cruzada moral (no llama a la policía en ningún momento) es la de no haber podido ser madre. Cuento navideño, en definitiva, que no hace sino acentuar ese contraste de buenos sentimientos frente a incómodas realidades ocultas.


Un método peligroso

Historia del enfrentamiento entre una idea materialista de la sexualidad, basada en causas y efectos, y la idea del subconsciente como gran misterio aún por descubrir. Entre el maestro, con una legión de fieles adeptos, en posición de clara superioridad, limitado a la fría práctica médica, y el idealista y apolíneo redentor del género humano, cuyo “método peligroso” consiste en involucrarse personalmente con quien sería el objeto de análisis, lo cual puede llevarle a descubrir lo peor de sí. Nos pone Cronenberg ante un mundo al borde del gran desastre, marcado por diferencias de clase, religión, nacionalidad, género... diferencias entre médico y paciente, discípulo y maestro. Sin embargo, nada es lo que parece en una relación a tres bandas (gran interpretación de todos, especialmente una Knightley moviéndose del histrionismo a la contención) donde el amor y la amistad, la admiración y la rivalidad, entran en conflicto, y las posturas de dominante y dominado no siempre parecen evidentes. El final, cualquier cosa menos tranquilizador; América, como el psicoanális, bien puede ser una nueva tierra prometida, pero se avecina el reinado de los impulsos más destructivos y no la liberación espiritual tan anhelada por el gran humanista.

No estoy seguro, pero juraría que la disposición de las figuras en plano (a veces con espejos y otros objetos de por medio) no está dejada al azar, ni es teatral sin más, sino que hay un trabajo invisible de puesta en escena tras semejante atracón de diálogo psicoanalítico (dentro y fuera del diván). Como siempre, muchos contrastes y dobleces, una trama retorcida de relaciones (no siempre sencilla de seguir) y los instintos más elementales exteriorizándose (la violencia, esta vez, reducida al mínimo -el potente ataque psíquico de Jung mientras debaten sobre Akhenatón-). No engaño a nadie si digo que prefiero otros títulos cronenbergianos, pero aplaudo el enorme riesgo de la propuesta, el radical ejercicio de funambulismo por parte de un cineasta maduro que supone; una pura contradicción en imágenes, una fusión de teoría y praxis, de intelectualismo y pulsión en pantalla, de tensión entre una escenificación perfectamente pudorosa, estética... y el volcán interior que mueve a los tres protagonistas y apenas vislumbramos... pues si el canadiense siempre ha mostrado sin tapujos lo visceral, irracional, etc. tanto como ha teorizado sobre ello, ésto en cierto modo no supone ninguna excepción.
 
Una de las cosas que más me gustan del último Cronenberg es lo bien que filma las conversaciones. Esto es algo que, como dices, se intuye muy bien en A Dangerous Method, pero también se puede sentir en Cosmopolis y Maps to the Stars. Tarantino solía decir que para él un director era realmente grande cuando sabía filmar una escena de acción, y ciertamente eso demuestra muchas cosas de un cineasta. Pero para mí es incluso más complicado plantearse una conversación a través de la puesta en escena y que no caiga en planos/contraplanos automáticos y cambios de tamaño caprichosos (algo muy propio de la televisión pero que muchísimo cine industrial ya ha adoptado como rasgo de identidad).

Cronenberg decía que es absurdo acusar de teatrales a estas películas, pues en el momento en el que uno corta se convierten automáticamente en cine, mejor o peor. Es una afirmación interesante. Los mejores cineastas de la historia del cine han entendido que filmar una conversación es algo muy complicado, así como adecuar la posición de los intérpretes al tamaño del plano y la duración del mismo. En Cronenberg se crean verdaderos abismos entre un plano y el siguiente: se forma en nuestras mentes una tercera imagen muy poderosa, provocada por un simple corte. A mí me siguen inquietando muchísimo determinadas alternancias de planos en Cosmopolis, o cómo esa limusina va mutando, en la película y en nuestra percepción, a través del manejo del espacio. Maurice Pialat, uno de mis cineastas favoritos, también se desenvolvía con mucha gracia en estos terrenos. A veces, dentro de una misma escena, se siente que solo en el tiempo que ha pasado entre un plano y el siguiente, se ha creado un misterio de difícil aprehensión, gracias al corte. Un corte que parece crear una fuga entre dos planos, como si una porción de espacio y tiempo se perdiese para siempre. El mejor cine suele poseer una cualidad intermitente, como la vida misma (momentos que se pierden en nuestra mente, elipsis insalvables...). Pero capturar esa intermitencia en una conversación es algo extremadamente difícil.

Así que por todo esto que he comentado, entre muchas otras cualidades, Cronenberg me parece uno de los mejores cineastas vivos. Un absoluto maestro, y alguien que sabe disponer a sus personajes de manera muy precisa en el encuadre, relacionándolos con su entorno, mientras va creando una serie de saltos en la película que configuran un espacio mutable, misterioso y, por supuesto, muy genuino de su mundo, siempre cercano a transformaciones de todo tipo.

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