Entre lunes, martes y miércoles me he calzado, respectivamente y en este orden, "Se7en, Millenium, Zodiac". Un chute del mejor thriller que ha deparado el séptimo arte del mejor al respecto en mucho tiempo.
La sequedad impactante de la primera (Se7en) la cual la gran mayoría del metraje descubrimos a través de fotografías o con las víctimas de cuerpo presente manteniendo el morbo en lo que nosotros podemos imaginar (siendo, lógicamente, el de la pereza el más impactante y que demuestra al Fincher más estético de lo que veríamos a partir de entonces) y con un serial killer como ángel vengador que ha pasado, ya, a los anales de la historia. La ambientación lo es todo (el piso de él es pura poesía de lo grotesco) en una concatenación de horrores demuestran que nada ni nadie importa a nadie en un lugar de lluvia perenne en un final de antología.
Luego tenemos la segunda (Millenium) que demuestra que los remakes a veces son buenos y necesarios. La frialdad de la ambientación entronca perfectamente con la ausencia de empatía, tratamiento y relación entre las personas humanas en un golpe de nazismo encubierto bajo un terrible y retorcido maltrato de todo tipo a la mujer siendo Sallander, víctima desde la infancia, el azote de los hombres que merecen el castigo cuando sigue siendo, mentalmente, una niña encerrada en el cuerpo de una adulta (se alimenta en ocasiones de Happy meal). Interesante, desde luego, la muerte del gato formando una esvástica (detalle que se me pasó en los otros visionados), la creencia aunque imposible de que el nazi sea el posible asesinato o convertir su casa en un lugar entre repulsivo como intrigante. Fincher logrando, otra vez, que la ambientación del pasado junto con la sequedad del presente un cómputo de dirección inmaculada. 2 horas y media que pasan volando.
Por último la tercera (Zodiac) como consigue con apenas 4 asesinatos mantener la sensación de inseguridad donde todo está en mantener la atención a través de detalles, documentación, ambientación y dirección modélica (infografía impresionante aparte). Cómo la obsesión de una persona a través de décadas queda truncada por un azar perverso de la vida. Cómo un sótano lúgubre puede transmitir mucho más terror que cualquier asesinato perverso. Simple y llanamente una de las obras maestras del cine donde el qué y el cómo van de la mano. Impecable facturación en un devenir de los hechos que demuestra que, como ya mostraba Zaroff, el hombre es la mayor de las bestias. Perfecta en todos los sentidos.