Cuando me enteré de que Brian De Palma iba a rodar una película sobre la guerra de Irak cuya historia transcurriría entorno a la violación de una chica autóctona por parte de los soldados americanos pensé… esto ya lo ha hecho antes. Hace veinte años, en “Casualties of War” con la guerra de Vietnam de fondo. Pero claro, luego empieza la película y te das cuenta de que De Palma sigue jugando a lo que le da la gana. Y si hace cuatro años cogía un argumento noir de mujeres fatales clásico y lo transformaba en una personalísima visión del cine negro con todas y cada una de sus obsesiones y señas de identidad, con “Redacted” De Palma vuelve a hacer lo que la gana. Y así, en vez de optar por el camino fácil, en la senda de las, cada vez más numerosas y previsibles, películas sobre el conflicto del oriente medio, el norteamericano opta por realizar un insólito experimento fílmico.
De Palma empieza narrando a través del punto de vista de la cámara personal de un soldado estadounidense. Con el estilo de moda, la “cámara al hombro” asistimos a las triviales vivencias de un grupo de soldados. Planos cortos, rápidos, movimientos bruscos, temblores en la imagen, rupturas de la cuarta pared… Brian planifica a la perfección la sensación de video casero. Fundido. Títulos de crédito de un supuesto documental francés. Estilo grandilocuente, travellings, planos secuencia, fotografía preciosista con elegante decisión cromática, refinados movimientos de cámara mecidos por música clásica con aires de Kubrick… en definitiva, todo un documental de “auteur”.
Volvemos al videodiario. Cortinilla. Noticiario de una televisión de Samarra, estilo directo, crudo, con el carácter instantáneo de cualquier noticiario a pie de la noticia.
Más adelante, y antes de que se cumplan si quiera veinte minutos de metraje, De Palma sitúa la acción a través del punto de vista de una cámara de vigilancia en el cuartel de los soldados americanos. En menos de media hora ha cambiado de punto de vista hasta cuatro veces, y todas ellas con un motivo: reflexionar acerca de la búsqueda de la verdad. Pero si Kurosawa hablaba sobre el narrador en el sentido más puro, el de boca a boca, el de cuentos, en “Rashomon”, De Palma lo lleva a la actualidad para hablar de los “cuenta cuentos” actuales, los medios de comunicación.
De este modo, De Palma nos va a plantear la misma acción a través de tres prismas diferentes, a saber: el narrador omnisciente (cámara personal, que luego recalcará su omnisciencia al pasar a una cámara de vigilancia que los observa desde arriba sin siquiera ser éstos conscientes de ello), la narración de los medios de comunicación con sus intereses y su subjetiva búsqueda de la objetividad, la narración fílmica con sus intenciones artísticas y moralizantes e imágenes del nuevo fenómeno audiovisual, Youtube. Y la contraposición de todas ellas da lugar a un juego metalingüístico escalofriante.
Cojamos por ejemplo una de las situaciones planteadas, aquella en la que un coche iraquí cruza el control militar estadounidense apostado en una carretera haciendo aparente caso omiso a las señas de stop que le hacen los soldados. Consecuentemente, los soldados se ven obligados a disparar, la población ciudadana recibe una lluvia de balazos a bocajarro y se desata el conflicto. En el coche viajaban un chico y su pareja embarazada. Ambos son llevados al hospital, donde la mujer es operada de urgencia mientras en plena camilla es entrevistada por la cadena de televisión iraquí. El chico que la acompañaba explica histérico como los soldados estadounidenses les han disparado sin motivo alguno tras haberles indicado por señas que pasaran. Tras las declaraciones a la televisión local, pasamos a un nuevo fragmento del videodiario de un soldado estadounidense. Los soldados están visiblemente conmocionados por lo ocurrido y discuten sobre si deberían haberlo hecho o no. Finalmente, arengado por los ánimos de un compañero, el soldado que llevó a cabo la ejecución declara que “el único idioma que entienden es la fuerza y estoy preparado para usarla” y que “no fue tan emocionante como esperaba, fue como limpiar pescado, o como aplastar cucarachas”. “Los remordimientos te debilitan y si te debilitan te mueres”. Posteriormente aparecerán videos en Youtube del accidente, a disposición de millones de internautas.
Las imágenes mostradas a través del documental francés nos presentan una visión sesgada por el montaje y la superioridad moral de Occidente, mientras que la visión dada por el informativo nos muestra cómo los informativos, sedientos de carnaza, buscan el ángulo más polémico y partidista, no dudando para ello en llegar hasta a introducir el micro en plena operación a vida o muerto de la chica embarazada. Las imágenes de la videocámara nos introducen en las reacciones al hecho por parte de los soldados norteamericanos, sus contradicciones, sus fanatismos. Por último, vemos como un video de Youtube muestra el acto tal cual, sin aditivos ni mayor edición. ¿Acaso sugiriera De Palma que en la actualidad el único medio objetivo sea el de videos como los de Youtube que se limitan a captar el momento sin más, sin ningún tipo de intencionalidad más allá que la de su exhibición?
No obstante, luego nos muestra como en la web aparecen también videos de asesinatos (llegando a su culmen con el escalofriante video de la decapitación), mostrándonos como esa supuesta absoluta libertad que ofrece Internet puede acabar convirtiéndose en un banal y terrible muestrario de los horrores. Así pues, si existe un sujeto que documenta solo por exhibir corremos el peligro de que pierda su razón de ser, y si lo hace con alguna intencionalidad estaríamos en la misma tesitura de subjetividad que con los demás medios. El objetivismo no existe. Porque no obstante, De Palma, en su collage audiovisual, no está haciendo más que eso: un puzle en el que él no solo ha ido encajando las piezas con un determinado orden, sino que él mismo ha fabricado las piezas. Cabría preguntarse pues, si De Palma aboga entonces por la figura del “narrador/periodista/director…” como una persona necesaria, que desde la superioridad que le otorga su intelecto y el conocimiento incorrupto de su labor, elabore la información, que habiéndose informado desde todos los ángulos posibles redacte una información ya digerida para nosotros, el público. En caso contrario debería haber optado por componer su collage exclusivamente con imágenes “reales” de archivo, puesto que la mera recreación de escenas y la labor de montaje de éstas ya suponen una clara muestra de subjetividad.