Yasmine Ouirhrane, premio Joven Europeo del Año 2019.
.....Por eso no causa excesivo impacto saber que
un prestigioso premio que conceden el Parlamento Europeo y la Fundación Schwarzkopf ha recaído en una joven musulmana ‘experta en paz y seguridad’, Yasmine Ouirhrane,
“responsable de trabajar para la inclusión y el empoderamiento de las mujeres jóvenes desfavorecidas”.
Algo más sorprendente, sin embargo, es que el premio en cuestión se llame Joven Europeo del Año
, y que en todos sus perfiles Ouirhane aparezca como de “Marruecos/Italia”. No es que sea una italiana de origen marroquí, es que ostenta ambos orígenes en pie de igualdad.
Uno supone que para ser Europeo del Año, del actual o de cualquier otro, primero habría que ser plenamente europeo, o retitularse Medio Europeo del Año; no ponemos en duda la enorme labor que, al menos
in pectore, hace a Ouirhane merecedora de todos los galardones habidos y por haber, pero si solo se trata de merecimientos, quizá el próximo Joven Europeo del Año 2020 sea un chino o un ruandés, algo que no debe descartarse en un mundo en el que Australia ha participado en el Festival de Eurovisión.
Pero nos quedamos -y espero que usted, amable lector, lo advierta-
en que el Parlamento Europeo tiene muy claro cuál es su modelo de Joven Europeo -o, lo que es lo mismo, europeo del futuro-, y no se parece mucho a usted.
El europeo que desea el Parlamento Europeo, que desean las élites de Bruselas, ni siquiera es totalmente europeo; retiene su orgullo de origen, como si la europeidad fuera una opción que siempre es posible y conveniente añadir a tu pasaporte, como esos detalles que adornan el currículum.
Bruselas sueña con que el europeo del futuro, en fin, no se parezca demasiado al europeo del presente y absolutamente nada al europeo del pasado. El europeo que quieren nuestros mandarines no es usted, ni son sus hijos. No tiene tradiciones europeas, costrumbres europeas o creencias europeas. Sus antepasados no han construido Europa, y es perfectamente posible que él mismo -o, más probablemente, ella- haya nacido en cualquier otro lugar, una tierra que le ha dado el apellido y las costumbres. Y, por supuesto, ni por asomo comparte esa fe que ha hecho Europa, que la ha construido, moldeado y dado su identidad.
Nada se hace a humo de pajas, no se da puntada sin hilo ni la gesta de Ouirhane -de quien, con toda seguridad, es la primera vez que oyen hablar- es tan titánica que obligue a conceder el premio.
Es un mensaje, un mensaje claro como el agua: usted no es el europeo que queremos
Cruda realidad / Han elegido al Joven Europeo del Año y no es usted