Soy feminista, porque defiendo la igualdad de derechos, pero a día de hoy ya casi me da cosa decirlo porque desde hace tiempo los especímenes femeninos que están en la vida pública o dirigiendo los movimientos feministas no son las más adecuadas, por decirlo suave: por falta de educación, de preparación, de empatía y por su sectarismo. Las políticas para proteger a las mujeres son elaboradas por mujeres que no han dado palo al agua nunca y que desde jovencillas andan con guardaespaldas y coche oficial. La mayoría de las mujeres, esas que salen a la calle solas a trabajar por un sueldo vergonzoso, a hacer deporte, o la compra, están bastante más preparadas que estas inútiles.