Todo esto no lo hemos inculcado pensando en temas de igualdad ni en nada, si no en que si le gusta algo, pues adelante.
Me gustaría destacar especialmente esto. Los "expertos en igualdad" tienden a afirmar que si a los niños les gustan más los juegos más brutos y de competición y a las niñas les gustan más los juegos relacionados con los cuidados y la socialización es porque desde pequeños la sociedad les fuerza a ser así, cuando mas bien es al contrario: la sociedad se adapta a las diferentes preferencias innatas que chicos y chicas demuestran desde edades muy tempranas. A veces pensamos que los niños son idiotas de remate que se limitan a repetir lo que ven en entorno, y si bien es cierto que los niños son muy manipulables y que el aprendizaje por imitación forma parte muy importante de su desarrollo, no es menos cierto que los niños suelen tener bastante claro lo que les gusta y lo que no y que es bastante difícil cambiar esos gustos: si fuera fácil, los padres no tendrían problemas para lograr que sus hijos coman de todo sin rechistar.
Voy a ponerme a mí mismo de ejemplo. Mi padre es muy futbolero, así que desde muy pequeño intentó inculcarme su pasión por el fútbol, llevándome con él a los partidos, regalándome balones, etc. Todos sus intentos fueron un rotundo fracaso. Al parecer, en los partidos me aburría como una ostra, y si me daban un balón lo dejaba en una esquina y no le hacía ni caso, y aunque en el colegio sí que jugaba al fútbol con los compañeros, lo hacía más por inercia (era lo que hacían todos) que por placer, de hecho en cuanto conocí a otros chicos a los que tampoco les gustaba el fútbol rápidamente me junté con ellos y dejé de jugar.
Al contrario, mis padres dicen que desde muy pequeño empecé a sentir fascinación por los libros, a pesar de que en mi casa apenas teníamos libros (mis padres eran prácticamente analfabetos funcionales: sabían leer pero no leían nunca) y que en la vida me llevaron a la biblioteca. Al parecer, mis padres nunca pusieron especial interés en despertarme el gusto por la lectura y, a pesar de ello, cada vez que pasábamos delante de un kiosko o de una librería me quedaba embobado mirando los dibujos. Esa fascinación me llevó a ser muy precoz
(aprendí a leer con 3 años) y todos los recuerdos que conservo anteriores a los 6 años están directamente relacionados con los libros.
Lo que pretendo demostrar con esto es que aunque mis padres intentaron en un principio forzarme ciertos gustos al final ellos se tuvieron que adaptar a los gustos que acabé manifestando yo de manera natural. Una niña jugará con muñecas si las muñecas llaman su atención, difícilmente los adultos podemos forzar a los niños a que les gusten cosas en contra de su voluntad. Tengo una compañera de trabajo ultrafeminista que, al igual que el caso de Christina Rosenvinge que has expuesto, durante años vivió obsesionada por no inculcar a sus hijos estereotipos de género. ¿El resultado? El año pasado, en Carnavales, él se disfrazó de Capitán América y ella de Blancanieves; este año él ha pedido a los Reyes un videojuego de fútbol y ella una muñeca. Al finalidad la realidad se acaba imponiendo a la ideología. Y es que por mucho que te esfuerces por educar a tus hijos exactamente igual, al final no se puede luchar contra la naturaleza: niños y niñas tienden a desarrollar conductas y preferencias diferenciadas, e intentar luchar contra eso es una batalla perdida de antemano.
Y luego que hay algo que no tiene solución y es la puñetera naturaleza. La misma que hace que una perra que da a luz una camada y jamás ha visto qué es lo que hay que hacer, llegado el momento tiene en su ADN todos los pasos, cuidados y lo que necesitan los cachorros. Esa naturaleza que hace que una niña coja cariño por bebés y se puedan dedicar a cuidarlos, taparlos con mantitas, etc. sin que nadie se lo haya enseñado. Hay un instinto natural que nos hace diferentes. Tan diferentes que con 3 años ves a las niñas mucho más avanzadas mentalmente que los niños en casi todo. (...) Me pregunto: ¿Tan difícil es de entender que hombres y mujeres somos diferentes?
Esto es algo tan de perogrullo que cuesta comprender que haya gente que sea incapaz de verlo. Hay gente que considera que la mente del ser humano en el momento de nacer es una
tabula rasa sin nada dentro y que toda conducta humana es adquirida a través de la experiencia. Este es un enfoque muy popular entre los partidarios de las teorías de género, que normalmente son gente procedente del ámbito de las humanidades, con conocimientos de ciencia prácticamente nulos. Obviamente, la gente con formación científica de verdad sabe que gran parte de la conducta humana está fuertemente condicionada por variables biológicas (genéticas, cognitivas, neuronales, hormonales) y que esas variables afectan de manera diferente a hombres y a mujeres. Algunos se niegan a reconocer esta realidad porque creen que reconocer la existencia de diferencias biológicas sustanciales entre hombres y mujeres es un obstáculo para alcanzar la igualdad, ya que cometen el error de confundir igualdad de oportunidades de ambos sexos (que todos tengamos los mismos derechos y libertades) con igualdad de resultados (que hombres y mujeres muestren conductas y preferencias idénticas). Desgraciadamente, los encargados de elaborar políticas de igualdad suelen ser ideológos sin formación científica rigurosa, lo que suele desembocar en propuestas de ingeniería social que no están basadas en evidencias empíricas sino en teorías no probadas experimentalmente. Y de ahí que muchas de las propuestas que se hacen para fomentar la igualdad sean auténticas majaderías sin sentido.