Lo más fascinante de todo este asunto es cómo pueden compaginar mentalmente la vida en un patriarcado opresor que hace a la mujer de menos y la mantiene constantemente invisibilizada, con una ley que te permite elegir el sexo que a ti te apetezca, reclamar las prebendas y privilegios del sexo asumido... y sin embargo, la mayoría de casos que conocemos, son de hombres cambiando su sexo por el de mujeres.
Digo yo, en un mundo tan agobiantemente machista, que excluye a las mujeres como el que algunes trastornades asumen que vivimos, ¿cómo es que quedan mujeres aún? Todas deberían, en masa, haberse cambiado el sexo registral el primer día. Y gozarían del sinfín de ventajas, privilegios y derechos exclusivos del que venimos disfrutando los varones por el mero hecho de serlo en este mundo patriarcal.
Pero resulta que no. Que en realidad, es al revés. Lo que sí pone esto de manifiesto, es que no se trata, hace mucho tiempo, de derechos, sino de privilegios discriminatorios.