Aunque he estado liado viendo series actuales a porrillo, no he descuidado a mi querido Tom Baker... y más o menos a episodio (que no serial) por semana, ya me he tragado otros dos del querido cuarto Doctor:
Planet of evil: Serial desatado y con poco que envidiar a otros mejor rematados; aquí tenemos todos los elementos que hicieron grande al Doctor Who clásico: el Doctor y su querida Sarah Jane, en un intento fallido de devolver a Sara al Londres de su época, aunque el Doctor no quiere acompañarla (¿nadie se ha fijado en que la TARDIS suele fallar cuando al Doctor le interesa?). Una expedición científica cuyos miembros han estado siendo asesinados por algo se encontrará de rebote con el Doctor y Sarah, echándoles la culpa y acusándolos de "alienígenas saboteadores", ains.
En muchos episodios, se aprovechaba la ciencia ficción para meter críticas a las debilidades humanas, y de hecho observo que a lo largo de la serie hay un prototipo, el de líder hijo de puta que nunca jamás entra al "juego" del Doctor: frío, antipático, autoritario, seco, orgulloso, carente de empatía; en este caso el líder militar de la expedición, el controlador Salamar, un hijo de puta como pocos, aunque, como también suele suceder, pagará cara su falta de humanidad.
Interesante la misión y el "monstruo de la semana" en un planeta donde el doctor Sorenson busca una fuente de energía alternativa y la encuentra, pero descubre algo más, convirtiéndose en un montruo. Y aquí quiero hacer un inciso: durante la era del cuarto Doctor, la de Hinchcliffe - Holmes, uno de los dos, el showrunner o el jefe de guionistas, demuestra estar loco, pero LOQUITO, ¿eh?, por los monstruos de la Universal. Si en "The brain of Morbius" teníamos una excelente recreación frankensteiniana, y en "Pyramids of Mars" momias, aquí es el mito del Doctor Jekyll y Mister Hyde el que cobra forma y homenaje; el doctor Sorenson, afectado por la antimateria, se convierte en un monstruo, causando el caos y devorando a miembros de su propia especie,sin recordar luego los incientes, pero, para paliar estos ataques, crea una
pócima de su invención, que debe tomar para mantenerse humano... ¡que cachondos estos tíos! Como les molaba la figura trágica, el monstruo a su pesar...
Pyramids of Mars: De todos los seriales del Doctor Who interpretado por Tom Baker, es este, junto con Genesis of Daleks y Ark in space, el mejor; el triunvirato mágico. Tengo 35 años y nunca vi Doctor Who de niño, pero viendo estos seriales siento una pálida emoción, un eco, una vaga sombra de la sensación que causaba en mi yo infantil ver por primera vez cosas como Indiana Jones o Star Wars.. cierto que los medios no son los mismos, y la serie británica no puede competir, pero el talento y el deseo de crear algo bueno, sí pueden medirse de tú a tú con otras epopeyas a las que somos más o menos asiduos.
Pyramids of Mars (y con esta, volvemos a los terrores blanquinegros de la Universal) es una historia que mezcla elementos de nuestra historia y folklore con alienígenas, y encima lo hace bien. Un arqueólogo llamado Scarman descubre una tumba, que es en sí misma una puerta a la prisión de Suthek, un antiguo miembro de la raza Osiriana, cuasi dioses; Suthek aborrecía la vida y deseaba exterminarla, por lo que fue conocido como Suthek, el Destructor, y finalmente pudieron encerrarle en una prisión atemporal. El descubrimiento de la tumba marca el inicio de una carrera contrareloj del Doctor y sus aliados para impedir la liberación del monstruo.
Como en tantos otros episodios a lo largo de la historia de Doctor Who, se nos muestra que nuestro pasado místico o mágico, nuestros dioses, mitos y leyendas, son en realidad auténticos, solo que de origen alienígena y por lo tanto, reinterpretados, pero con una esencia de verdad. Así, Suthek es aborrecido y tiene mil nombres que nos suenan de algo, como Set, Satan... esto queda totalmente escenificado en esas momias, que son en realidad, robots.
Como de costumbre, los efectos especiales son los que había disponible para una producción televisiva de la época, pero el gran acierto es que no hace falta poseer un gran presupuesto; basta con ver a Tom Baker asustado, preocupado, nervioso y luchando constantemente ante una amenaza, para creértela, sin necesidad de grandes alardes en efectos especiales.