La nueva de Dungeons & Dragons yo creo que no es ni más ni menos que marvelismo sin marvel.
La espada y brujería, con su equipo de mago, paladín, bárbaro, etc. o un género tan apreciado por algunos como olvidado, que podría ofrecer cierta alternativa al callejón sin salida superheroico... aquí es una excusa para más de lo mismo. La influencia de la franquicia de Kevin Feige es tan abrumadora que prácticamente define el blockbuster actual y es bastante deprimente considerar que el futuro consiste en imitar hasta la saciedad unos tics que son un humor gamberrete, pero sin pasarse de frenada y para todos los públicos, un trasfondo moñas de pobres pero simpáticos perdedores que se encuentran como familia los unos a los otros… que podrían firmar sin despeinarse Gunn o Waititi. Eso sí, convenientemente (y cansinamente) inflado a base de CGI (que a ratos deja un tanto que desear) hasta más allá de las dos horas, pudiéndose quitar media hora sin problemas.
Tampoco hace falta ser muy duro, pues funciona todo en general razonablemente bien en cuanto a acción, risas y espectáculo, aunque sin dejar nada de huella y sin librarse de una impresión de cosa prefabricada que ya empieza a apestar por todos lados (títulos finales vistosos y escenita post-créditos que son innegociables).
La banda sonora suena a deja vu también, y la plantilla es tan descarada que, lejos del soplo de aire fresco que algunos comentan, tenemos hasta una pelea final de todos contra uno digna de los Vengadores en la cual hay un oso-lechuza haciendo las veces de Hulk moliendo a palos al villano en cuestión para lograr el aplauso de la platea… sin comentarios. Hugh Grant, encasillado en este nuevo rol suyo de malvado con pintas de "The Gentlemen", aquí metido a demagogo populista, se ha propuesto hacer una dura competencia a Christoph Waltz. La parte cómica es lo que más sale ganando y el dramita es lo que más igual da.
Si eres nostálgico y fan del juego de rol entiendo que tiene más gracia y funcionan mejor los chistes y las referencias, con la sensación constante de que estos personajes y este mundo vienen de algún lado. La acción está resuelta con planos muy cerrados y montaje rápido, salvo cuando a estos dos les da por sacársela con algún plano-secuencia virtuoso (igual que en “Noche de juegos”), como el de la huida de la cambia-formas. Al final tiene narices que quien sostengan el tinglado sea Chris Pine y de Michelle Rodríguez con su dinámica y su amistad, y no tanto por exhibición vistosa de magias.