Respuesta: Educar a un hijo
Hay que mamar de la realidad, no de los libros...
¿Y de dónde salen los libros nada más que de la realidad? Pensar que teoría y práctica son dos cosas distintas y separadas es un error tremendo. Los libros recogen datos obtenidos de las experiencias pasadas con la finalidad de que sirvan de ayuda a las experiencias futuras y que lo que descubre uno sirva para muchos más y así se pueda avanzar en el conocimiento de una materia.
Si uno se lee un buen manual de sexualidad antes de tener su primera relación sexual, podrá saber cómo evitar una ETS o un embarazo no deseado. Aunque tal vez mejor sería follar a pelo y pillar el VIH, ¡es mejor mamar de la realidad y aprender de los errores!
Ni el médico más laureado en sus estudios ni la profesión que quieras, hasta que no se mete en la práctica, no es NADA.
Ya puedes haber estudiado 50 años de mecánica, que el primer coche que toques, posiblemente te lo cargues.
¡Pero si eso mismo ya lo dije yo!
Es evidente que conocer la teoría sin llevarla a la práctica no sirve de nada, es conocimiento futil. Pero es que sin teoría no hay práctica que valga.
Un profesor mío solía decir una frase que me gusta mucho: "La técnica no puede prescindir de la filosofía", es decir, la práctica no sirve de nada si no está sustentada en unas bases de pensamiento previas. No se puede educar sin saber antes qué quieres enseñar y sin pensar en cómo vas a hacerlo.
La teoría es como un mapa de carreteras. El mapa no te sirve de nada si no vas a viajar, pero si vas a viajar tener el mapa como guía te puede ayudar muchísimo. El pararse un rato antes a estudiar el trayecto sin duda ayudará a ahorrar tiempo y dinero (gasolina) o convertir el viaje en una experiencia paisajística mucho más interesante. Saber qué carreteras vas a tomar y en qué puntos de la ruta quieres parar sin lugar a dudas será más eficaz que limitarse a subir en el coche e intentar llegar a tu destino únicamente haciendo caso a las señales del camino.
Por supuesto, la teoría no lo resuelve todo, y a lo largo del camino pueden ocurrir muchos imprevistos: se te puede pinchar una rueda, descubrir que la carretera que habías planeado tomar está cortada o que ese monumento que te apetecía tanto visitar está cerrado por obras de restauración. La vida siempre te da sorpresas, pero el que está preparado de antemano siempre tendrá más recursos para afrontarlas que el que va improvisando sobre la marcha.
No cabe duda que si para pilotar un avión tengo que escoger entre un piloto que ha hecho 50 horas de vuelo reales y otro que haya hecho 50.000 horas en el simulador sin dudarlo cogería al primero. Pero es que tampoco se pueden coger los mandos sin tener antes unos profundos conocimientos del aparato y de las reglas de navegación aérea.
Estamos en una sociedad de la abundancia (exceso) de la informacion (formación), y parece que eso ya nos de pie a ser entendidos en algo...
En eso estoy de acuerdo contigo, vivimos en una sociedad en la que todo el mundo parece querer saberlo todo sobre todo, y es algo que resulta muy molesto.
Pero también te digo que si, precisamente, hay una cosa de la que todo el mundo tiene derecho a opinar es de la educación. Porque como ha dicho Harry, TODOS hemos sido hijos (huérfanos aparte) y TODOS conocemos los efectos que han tenido en nosotros mismos la educación que nos han inculcado nuestros padres. Es más, cualquiera que sea mínimamente observador también se habrá fijado en los efectos que han tenido sobre nuestros amigos u otros familiares las distintas educaciones recibidas en sus casas. La paternidad es un fenómeno que nos rodea por todas partes, estamos en continuo contacto con padres e hijos de todas clases y especies. Y, por lo general, uno ejerce como padre un período limitado, pero hijo se es durante toda la vida.
Si uno le pegaban de pequeño y como consecuencia de ello creció como una persona sumisa, miedosa, rencorosa y con baja autoestima, cuando vea a otro padre levantarle la maño a su hijo le saltará la alarma automáticamente, porque recordará los efectos negativos que ese estilo educativo tuvo en el desarrollo de su personalidad e intentará aconsejar a ese padre a que abandone ese hábito. Y aunque pueda que sea un consejo inútil (igual el chaval es masoquista y goza con los sopapos del padre), tiene todo el derecho (y el fundamento) del mundo para hacerlo.
Pero es que además existen en la sociedad una serie de profesionales que se dedican a estudiar la disciplina de un modo científico y son expertos en la materia. Quiero dejar esto claro: maestros, pedagogos, psicopedagogos, psicólogos educativos, educadores sociales son EXPERTOS en Educación. Los padres, a priori, no lo son, aunque muchos de ellos terminen convirtiéndose en grandes educadores gracias a la experiencia. Los padres, generalmente, solo conocen los modelos y las técnicas educativas con los que fueron criados (las cuales no siempre fueron necesariamente buenas): su visión del tema es muy limitada, mientras que la de los profesionales de la educación es mucho más amplia y profunda.
Poner en duda la profesionalidad de un pedagogo simplemente por el hecho de no tener hijos me parece fuera de lugar. Para mí es como decir que un oncólogo tiene que haber pasado un cáncer para poder hacer bien su trabajo. A lo largo de su vida un padre de familia cría a 1, 2, 3 hijos y su experiencia (que no es poca) se ve limitada a esos únicos casos. Un profesional de la educación ve a miles de niños (y sus familias) a lo largo de toda su trayectoria, y le va a tocar tratar prácticamente todos los temas habidos y por haber y con casuísticas muy distintas.
Es muy importante señalar que SER PADRE y EDUCAR son DOS COSAS DIFERENTES. La paternidad es una relación única que se da entre un padre y un hijo, y es evidente que el que no ha sido padre carece de esa experiencia vital. Pero educar es otra cosa distinta, es dirigir el desarrollo intelectual, afectivo y moral de una persona. Y aunque generalmente son los padres los principales encargados de educar, al ser los agentes que ejercen una mayor influencia sobre el niño, toda la sociedad juega un papel activo en ella. Por ejemplo, cada vez que cruzas un semáforo en rojo o tiras un papel a la acera delante de un niño es muy posible que estés desacreditando las normas de conducta que le han inculcado sus padres.
Por otra parte, aunque educar sea trabajo de los padres estos no siempre saben o poseen las habilidades necesarias para hacer bien su trabajo, porque nadie les ha enseñado y carecen de modelos de referencia adecuados y en estos casos la intervención de un profesional cualificado puede obrar milagros. Y os aseguro que a un profesional no le hace falta tener sus propios hijos para saber aconsejar bien a unos padres. Afirmar lo contrario solo denota un profundo desconocimiento del trabajo de los educadores profesionales.