No hay una ciencia exacta para este tema.
Que la educación no sea una ciencia exacta no impide que la educación se pueda estudiar científicamente. Y sobre educación se ha investigado muchísimo. En educación no hay determinismos, pero sí correlaciones que nos permiten saber con un grado de certeza bastante elevado qué estrategias educativas son efectivas y cuáles no lo son. Y en este sentido los resultados de las investigaciones son bastante concluyentes: en la mayoría de los casos, la violencia (ya sea física o verbal) no es una buena estrategia educativa.
Pegar o gritar a los niños para que obedezcan, posiblemente hayan sido las técnicas "educativas" más utilizadas a lo largo de la historia de la humanidad. ¿Por qué? Por que funcionan (al menos aparentemente). Un niño está haciendo una trastada, pegas un chillido y se para. Un chaval está haciendo travesuras, le zurras con el cinto y deja de hacerlas. Sin duda, no hay método más eficaz para lograr que un niño se comporte bien. No es de extrañar que haya sido un método educativo tan utilizado a lo largo de la historia, y que sea tan milenario como el zodíaco, las sangrías o la acupuntura.
Ahora bien, que un método se haya estado utilizando durante milenios no implica necesariamente que sea el mejor. Si se ha usado tanto, posiblemente sea porque es el más intuitivo. Pero la intuición puede ser acertada o no. Como dijo el gran Richard Feynman, la persona más fácil de engañar es uno mismo, y para eso se inventó la ciencia, para poder discernir con objetividad cuándo nuestras intuiciones son acertadas y cuándo no. Y cuando se empezó a estudiar la educación bajo un prisma científico, se descubrió que el estilo educativo autoritario de bueno tenía más bien poco y que si bien su efectividad educativa a corto plazo parecía grande, sus "efectos secundarios" a medio y largo plazo podían llegar a ser demoledores.
Pongamos que cada vez que un crío la lía parda, el padre recurre al azote o al grito como primer recurso. El padre cree que está enseñando cómo hay que comportarse, pero lo que
realmente le está enseñando es que los conflictos se resuelven a gritos y a golpes, y que cada vez que alguien actúa de manera que no nos gusta, tenemos potestad para gritarle o pegarle. Me da igual que no sea maltrato, que no sean palizas de dejar moratones, da igual que sea un leve cachete, el mensaje es el mismo:
el cuerpo de las demás personas es violable.
Por supuesto, que un padre pegue no quiere decir que el hijo vaya a salir maltratador. Porque al fin y al cabo, las influencias que recibe una persona a lo largo de una vida son numerosas y de orígenes diversos. Los niños no tienen sólo padre, tienen también madre, abuelos, profesores, amigos, compañeros... y en general, los valores dominantes en toda la sociedad que nos rodea. Todo el mundo que nos rodea ejerce una influencia a la hora de conformar nuestra personalidad, y en función de nuestras características innatas y nuestra experiencia previa, nos fijaremos más en unos modelos de conducta que otros. A mis padres, en su época, les pegaron de lo lindo, tanto en casa como en la escuela. Y no por ello salieron maltratadores, ni asesinos en serie, ni tampoco creo que les creasen ningún trauma. De hecho, salvo en un par de ocasiones aisladas, como conté anteriormente, mis padres jamás tuvieron que alzar la mano para educarme a mí ni a mi hermana. Y si no lo hicieron, supongo que sería en gran medida porque no estaban tan conformes con la educación que ellos recibieron, ¿no?
En todo caso, que haya gente que sea educada a palos y luego tenga un desarrollo más o menos normal, no quiere decir que levantar la mano a un hijo sea un buen método educativo. "A mí mis padres me pegaban a saco y no me crearon ningún trauma". "Yo le doy un cachete a mi hijo de vez en cuando, y bien educado me ha salido". Esto es como lo que comentaba el otro día sobre la antigua práctica de la sangrías como remedio medicinal para todo: que hace siglos alguien tuviese una enfermedad, fuse al médico, éste le desangrase, y el paciente se curase no quería decir que la sangría hubiera curado la enfermedad, sino que la enfermedad se había curado
a pesar de la sangría, que es una cosa muuuy diferente.
Por otra parte, parece que estemos reduciendo el tema de la educación a una mera cuestión de urbanidad, como si estar bien educado se limitase a obedecer las normas y mantenerse formalito en sitios públicos, cuando la educación va mucho más allá de eso.
Educar es guíar hacia la autonomía, es decir, enseñar a otra persona a ser razonablemente autosuficiente en los planos intelectual, emocional, personal y profesional. No pocos hijos de padres autoritarios son educadísimos y obedientísimos, pero luego tienen el autoconcepto por los suelos y se sienten incapaces de tomar sus propias decisiones. ¿Esos son hijos bien educados? Sin lugar a dudas, NO.
Un educador, ante todo, debe ser un modelo de conducta. "Haz lo que yo diga, y no lo que yo haga", como dicen muchos padres, es una pésima filosofía educativa. Si tú educas chillando, el mensaje que estás transmitiendo es que está bien hablar a gritos (y viendo el nivel de los debates de Gran Hermano VIP yo diría que es un mensaje que ha calado bastante hondo en la sociedad). Si tú levantas la mano, el mensaje que estás transmitiendo es que cuando otra persona haga algo que a ti no te gusta tienes derecho a ponerle la mano encima. Puede que el receptor del mensaje lo entienda y lo interiorice, o que no lo entienda, o que lo entienda y lo rechace, pero el verdadero mensaje que se está transmitiendo no es "ordena tu cuarto" ni "haz los deberes" sino "los conflictos se resuelven a golpes".
Otra cosa que le estás enseñando es que está bien perder el control emocional. Cuando un padre azota a un hijo, cree que está imponiendo su autoridad. Nada más alejado de la verdad, lo que está demostrando es que no tiene controlada la situación. Alguien que controla la situación es capaz de imponer su autoridad sin necesidad alguna de gritar ni de pegar. El que grita o pega, es porque ha perdido los papeles, está cabreado, no sabe cómo resolver la situación y vuelca su frustración sobre la otra persona. O sea, que ante la frustración, es válido descargarla con los demás.
En definitiva, que un azote transmite un montón de mensajes negativos y prácticamente ningún mensaje positivo. Tiene cierta eficacia para extinguir conductas no deseadas, pero no enseña cuáles son las conductas deseables, ni guía a la otra persona en su proceso de ser más autónomo (más bien al contrario, tiende a hacerla más dependiente de las autoridades externas), ni le ayuda al control emocional, ni nada. Si obedece, será por miedo (o, como dirían la mayoría de los padres, por "respeto" - bonito eufemismo) a las posibles represalias, no porque le hayas enseñado a ser responsable. En el mejor de los casos, el chaval hará caso omiso de dichos mensajes negativos; en el peor, acabará con un montón de carencias emocionales que posiblemente le duren el resto de su vida.
En cualquier caso, la investigación educativa ha demostrado que, en la mayoría de los casos, el valor pedagógico del cachete y del grito son más bien escasos. Sólo hay un caso en el que estas estrategias son verdaderamente útiles: en aquellas situaciones en las que las acciones del niño suponen un peligro real para sí mismo o para otros. En ese caso, el uso de la violencia está más que justificado. Para todo el resto de problemas con los que tienen que lidiar los padres, hay estrategias educativas mejores. A diario, los especialistas en educación (no me refiero a los padres ni a los profesores, sino a los profesionales de la intervención educativa) tratan con niños dificilísimos, sin necesidad de recurrir al grito ni al azote. Y sus estrategias dan resultado. Será porque para educar bien a un niño no hace falta recurrir ni a una cosa ni a la otra.
Que un padre defienda el "cachete pedagógico" me parece más o menos comprensible. Al fin y al cabo, la mayoría de los padres no han recibido preparación formal en temas educativos. El abanico de estrategias y técnicas educativas que conocen es más bien limitado, lo que han aprendido de su propia experiencia como hijos, de lo que ven en las familias del entorno y poco más. Desde su limitada experiencia, el "azote dado a tiempo" puede parecer una útil herramienta. Ahora bien, que sea una profesora la que defienda esta estrategia, lo único que demuestra es que de educación no entiende mucho más que los padres del chaval.