Respuesta: El Bond post
Y el viaje llega a su fin. Terminado el ciclo Bond. Vamos allá...
(
Die Another Day, Lee Tamahori, 2002)
La película número 20 de la saga. 40 años de James Bond. Había que celebrarlo a lo grande y decidieron crear un título que fuese "el más difícil todavía" pero sin dejar emplear pequeños guiños para todos y cada uno de los episodios previos hasta llegar al número 20, unos más acertados, otros más reconocibles y otros tantos muy forzados. "El mundo nunca es suficiente" ya empezaba a dar destellos o señales referente al camino que iban a seguir de ahora en adelante con el personaje en general y el tono en particular. Para esta nueva entrega contaron con la participación de Lee Tamahori, un director que cuenta con apenas un par de títulos correctos dentro de su currículum pero nunca ha sido alguien que destacase en el panorama cinematográfico actual.
El guión era una nueva vuelta de tuerca más en cuanto a trama pero una muesca más de como los productores estaban más por la labor de convertir al agente británico en un superhéroe que todo lo puede y sin reparar en el ridículo/bochorno de la propuesta. Ya desde los primeros instantes podemos ver como Bond entra en escena como si de un surfista se tratase (algo que más adelante, a la mitad de metraje, acentuarían/sobredimensionarían haciéndole surcar una ola gigante provocada por el arma mortal del villano de turno. El momento más patético de toda la saga a fin de cuentas entre muchos). El espectáculo vacuo y la acentuación de emplear la mayor cantidad de efectos visuales para darle mayor empaque y demostrar que estábamos en el nuevo sigo convertían a James Bond en un agente al servicio de la nada.
Sin ir más lejos las escenas pre créditos se convierten en un cúmulo de rocambolescas situaciones y un despliegue de medios al servicio del consumidor menos exigente contentándose con cualquier parafernalia escénica y sin reparar en que eso haría mella más adelante a la era Brosnan, siendo representante de una situación que se les estaba escapando de las manos, sin lograr solucionarlo. Un tema techno por parte de Madonna para los títulos de crédito tampoco ayudaban y el forzar la situación (incomprensible) de que sea el ministerio de defensa de los USA, con un Michael Madsen perdido hacen que todo saltase por los aires sin posibilidad de redención tanto en el momento del estreno como en los consiguientes revisionados donde más se demostraban tanto las taras como las costuras. Otro de los errores más llamativos es que la chica Bond acabase siendo, por así decirlo, la batuta o la que convirtiese al propio Bond en la sombra del secundario, con el ojo puesto en conseguir una posible/futura franquicia-saga con Jinx (Hally Berry) como nueva heroina del cine de acción. La propuesta no era mala en sí pero sí una pésima idea cuando Bond es un mundo cerrado sin posibilidad a ofertas de esta calaña.
Villanos que poco o nada aportan a la entrega consiguiendo el histrionismo y la maldad de papel mojado, con intenciones poco o nada convincentes y un cúmulo de situaciones a cual más penosa o risible: esa carrera rompiendo casi la barrera del sonido, la lucha entre rayos laser a ritmo de insufribles chascarrillos, la pelea a dos en la escuela de esgrima donde acaban convirtiendo tanto al héroe como al villano en arquetipos de chulería ingrata y desviando la atención por completo siendo, quizás, la destrucción del centro médico el único momento que medio puede salvarse del cúmulo de despropósitos. Tampoco ayuda el convertir el coche en un gadget invisible logrando así convertirlo en un action hero sin poco o nada a la imaginación (la guerra de egos a base de misiles, metralletas y demás artilugios acaba convirtiéndose en lo peor de la función al respecto) o el contar con una chica Bond que aparte de ser el antónimo de la planicie se convierte en un mero plagio de la entrega anterior.
Pero es el montaje atropellado, el empleo de cámara lenta para todo, sin orden ni control, cámara rápida en más de una ocasión para lograr un aspecto estético caduco y sin carisma, aparte de una dirección vacua, innerte, carente de interés y poco agraciada lo que convierten a "Muere otro día" en un fuego de artificio insufrible acabando siendo un puro cliché de una moda estética pasajera que poco o nada consiguió como evolución de la saga y convirtió al personaje Bond en un alfeñique sin gracia y garra, una marioneta al servicio del vacío cinematográfico siendo la peor entrega de los últimos tiempos y el ejemplo claro de como no rodar una entrega Bond. Porque un climax tan bochornoso con una de las peleas cuerpo a cuerpo (a dos bandas además) tan poco agraciada y con tan poco estilo y brío consiguen que sea merecedora de todas y cada una de las críticas negativas que se granjeó por méritos propios. 4 años después, el remedio a la enfermedad vino en forma de reinicio (una vez más) con el cambio necesario para que el personaje volviese a estar en la cresta de la ola y esta vez en el mejor de los sentidos.