El Gobierno de Mariano - Parte II

Raúl del Pozo asegura que Bárcenas tiene grabaciones con personajes clave del PP... a ver si no hay que esperar hasta septiembre...
 
Esta noche y en la del lunes, Pedro J. va a seguir buscando dinamita. Con ayuda de otros se cargó a González. Ahora cree que puede el solo. Y que lo haga, qué cojones. Un Presidente sin credibilidad es una irresponsabilidad mantenerlo ahí.
 
Debate desde Soto del Real, de Raúl del Pozo en El Mundo

el 2 agosto, 2013

ESPAÑA: EL RUIDO DE LA CALLE

«No voy a dimitir porque no me considero culpable», dijo Rajoy ante el Senado convertido en Comité de Salud Pública. Los diputados no llevaban gorros frigios ni zuecos, pero acorralaron con una guillotina retórica al presidente. «Delenda est Mariano Rajoy», comentó el portavoz de ERC, recordando la frase de Catón contra Cartago y de Ortega contra la Monarquía. Mariano, según la Oposición, debe ser destruido, entre otras cosas porque, como dijo irónicamente un diputado, ha traicionado a su contable, que ha desatrancado las cloacas del PP. Se preguntó Cayo Lara: si Bárcenas se llevó un pico, ¿dónde está el resto?

Fuentes del PP me decían a las 12.30 que la gente del PP está contenta con Rajoy porque ha estado en presidente, ha ganado credibilidad; dada la situación que tenía, sale vivo, mientras «Rubalcaba parece un reportero de EL MUNDO y Rosa Díez no era una política, sino una fiscal».

A las 9.30, cuando Rajoy decía: «Creí a un falso inocente», Rosalía iba camino a Soto del Real con su hijo Guillermo. Le pregunté qué le parecía la intervención de Rajoy: «Muy profundas palabras», contestó con tono burlón.

A las 13.45 volvía de la cárcel. Me dijo que Luis oyó la primera parte del discurso de Rajoy. Pensó que el presidente se ha suicidado, que está loco, falseando lo que ha ocurrido, mintiendo sobre la caja B, diciendo cosas que muy pronto serán rebatidas.

¿Cómo puede decir que su partido no se ha financiado ilegalmente?, se pregunta un amigo de Bárcenas que cree que el presidente sólo ha pronunciado palabras altisonantes sin excusarse por la financiación ilegal. «¿Habrá algún juez que se atreva a procesar a un presidente, teniendo en cuenta que ha pertenecido a un Gobierno que ha adjudicado obras públicas a donantes de su partido, de cuyo dinero ha cobrado ilegalmente?».

Me explica Rosalía que un funcionario le preguntó si se sentía acosada por los familiares de los presos y ella ha contestado que los que le acosan son los que le persiguen con motos, cámaras y matrículas falsas.

El presidente habló más de una hora y le aplaudieron los diputados puestos en pie. Fue un discurso sobre la democracia –bien en el terreno de las abstracciones–, no sobre la financiación ilegal. La Oposición mostró la caja B envuelta en una red de mentiras. El amigo de Bárcenas me decía: «Rubalcaba le dice a Rajoy que está haciendo mal a España. Está machacando y desmontando sus mentiras». Pero Rajoy, artista de la resurrección, salió vivo de la plaza de la Marina Española.

La mentira, he ahí la cuestión. Aceptamos como tópico que la mentira es un arma del estadista. Según la Oposición, el Gobierno no ha hecho otra cosa que mentir, pero mentir no es delito. Lo que se rompió en el Senado, tan british, fue el trampantojo que culmina en el techo. (Trampantojo: trampa ante ojo, ver lo que no es, artificio). Ayer se rompió el trampantojo de la política española, que intenta pasar lo ficticio como real. Por eso, otra vez, como entonces, acusan a los de EL MUNDO, ayudándose del Rubalcaba de los 90, de manipular y tergiversar los hechos, todo porque contamos otra vez el saqueo, la ideología de la codicia y el asalto a los fondos del Estado y de los empresarios que sobornan a los políticos.

http://www.caffereggio.net/2013/08/02/debate-desde-soto-del-real-de-raul-del-pozo-en-el-mundo/

http://www.cuatro.com/te-vas-a-ente...zo-persona-cercana-Barcenas_2_1645905146.html
 
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Hoy he flipado.
Hemos ido a hacer la compra al Carrefour. En verano cierran tarde.
En la caja para pagar, una cajera me ha gritado de lejos. Alcohol, no!!! Lo primero, he mirado había atrás, no había nadie, pero después he caído que llevaba una botella de vino blanco, un Enate Gewüztraminer que por cierto, os recomiendo. Me he quedado flipado, pensaba que me estaba tomando el pelo, pero no. Ahí se ha quedado, los 3 o 4 clientes en la cola estaba flipando, hasta que un señor de unos 60-70 años le ha preguntado si tampoco cervezas. Pues no, tampoco cervezas, ahí ya nos ha entrado la risa, pero ahí se han quedado.
Gracias gobierno por estas leyes tan, tan.... Gilipollas??? :roto2

Pero ojo, no digo que no regulen la venta de alcohol, pero de ahí, a dejar a un abuelo sin sus cervezas del super...
 
Hoy he flipado.
Hemos ido a hacer la compra al Carrefour. En verano cierran tarde.
En la caja para pagar, una cajera me ha gritado de lejos. Alcohol, no!!! Lo primero, he mirado había atrás, no había nadie, pero después he caído que llevaba una botella de vino blanco, un Enate Gewüztraminer que por cierto, os recomiendo. Me he quedado flipado, pensaba que me estaba tomando el pelo, pero no. Ahí se ha quedado, los 3 o 4 clientes en la cola estaba flipando, hasta que un señor de unos 60-70 años le ha preguntado si tampoco cervezas. Pues no, tampoco cervezas, ahí ya nos ha entrado la risa, pero ahí se han quedado.
Gracias gobierno por estas leyes tan, tan.... Gilipollas??? :roto2

Pero ojo, no digo que no regulen la venta de alcohol, pero de ahí, a dejar a un abuelo sin sus cervezas del super...

Esto hace tiempo que está, ¿eh?

Recuerdo cuando conocí a mi novia (año 2009) que una vez fuimos contra reloj en una tienda 24h porque a partir de las 22h no podían vender alcohol, y mi novia se quedaba sin una... Shandy.
La chica nos decía que no es que fuera una norma, sino que realmente no podía venderla porque la máquina no aceptaba el código de barras del producto que contiene alcohol a partir de la hora marcada.
 
Joder, pues es la primera vez que lo oigo!
Entiendo que no se venda en una gasolinera, es más, lo aplaudo, por que los que ahí llegan generalmente vienen conduciendo, pero en un súper con la cesta de la compra???
No se de que gobierno ha sido la idea, pero me parece una gilipollez del 15, por que sí quieres pillar un pedo, en este país hay 10.000 formas. En ese mismo instante, me podía haber ido al bar que esta abierto en el mismo centro comercial, pedir 23 chupitos de Orujo y nadie me habría dicho nada. Bueno, si, que me cobran 20, que a 3 invita la casa...
 
Yo no se si lo hacen para "evitar" el botellón, pero es que es absurdo. En primer lugar porque esa idea de que el Gobierno me cuide de no hacer cosas malas... por favor... Pero las rayas de coca como rulan ¿eh? Después en cualquier local abierto, pues te lo pueden vender de estrangis a horas "intempestivas". ¿De qué te sirve la norma? Para nada. Y mira, a lo mejor sería mejor si no bebiéramos, o si supiéramos al menos beber, pero que tengan una consideración social como sinónimo de guardería...

El Estado paternalista no deja de ser una forma de fascismo. Lo queramos ver o no.

En fin, mientras tanto, Pedro J. Ramirez nos trae hoy un artículo escrito por el pavo del Watergate sobre la situación en España. E informaciones sobre el viejo marido de María Dolores de Cospedal para cargarse a esta última. No había que ser especialmente avispado para considerar que como el resto de ricos de España, era un presunto mafias, pero ahora le investiga la Fiscalía y si se puede implicar a Cospedal pues mejor. Ya lo dije hace un tiempo, pese a la nefasta política de comunicación del PP, pese a su política de digna heredera de Esperanza en diversas cuestiones sociales y económicas, si miramos la estructura del PP nacional es la única que demuestra tener un pelín más de inteligencia frente a los trolles tipo González Pons o Carlos Floriano, al igual que el Presidente de la formación Mariano Rajoy, que como Presidente del Gobierno debería diferenciar el Partido de su cargo como Presidente.

En fin, Pedro J. ahora saca al marido, y para mañana anuncia más. Tiene todavía material de Bárcenas. Lo que no se es si responde a una estrategia ir a por Cospedal antes que volver a apuntar a Rajoy. En defintiiva, con el debate caliente habría sido un buen momento para dejarle como el mentiroso que ha demostrado ser, y seguir atacando hasta que los medios internacionales digan basta. Pero entre Pedro J. y Bárcenas siguen otra estrategia diseñada, y si van a por el asunto del espionaje del periodista, poco van a poder sacar de ahí. Puede haberlo, pero una buena política de comunicación por parte del Gobierno dejaría a Pedro J. como un esquizofrénico.

Hoy, ha dado varias pistas y cambiado de opinión a lo largo del día. Si nos atenemos a la portada, hasta parece flojita para lo que acostumbra El Mundo estos últimos domingos. Iba a anunciar algo a las ocho, después decía el bueno de Pedro J. que el MI-6 español le seguía la pista y le investigaba con Sitel y lo que iba a hacer era adelantar una hora la salida del periódico... Dice también que el lunes sacará más... Sin duda Bárcenas debe tener material, y si se siente especialmente traicionado, lo dará a Raúl del Pozo o quien sea. Pero el problema no es que Pedro J. quiera cumplir su sueño humedo de cargarse el solo a un Presidente. El problema es... con todos estos frentes abiertos, con todas estas movidas, con todas estas mafias, con lo que te están diciendo desde los medios internacionales que son los que pintan algo en todo esto ¿cómo sigues de Presidente, Mariano? Seguramente seas el menos culpable, pero mira... estas en el ojo del huracán y este va a por tí. Sabes que no te van a dejar terminar la legislatura. Ríndete.

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Cuando todo falla, qué mejor que desviar la atención enarbolando el trapo... Da igual que esté el vicepresidente del Reino Unido veraneando en Olmedo como todos los años poniéndose ciego con las croquetas que le hace la suegra. Muy hábil, pero espero que Rajoy no pueda descansar en sus vacaciones de Doñana y en sus fiestas locas en Galicia.

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¿4 de agosto? Ni está, ni se le espera, de Pedro J. Ramírez en El Mundo el 4 agosto, 2013.

OPINIÓN: CARTA DEL DIRECTOR

Ante todo una cuestión previa. Reitero al señor presidente del Gobierno mi petición de que extienda las indicaciones oportunas para que se desmonte, y no vuelva a implementarse, el operativo de vigilancia y seguimiento organizado en los últimos días con dinero público en torno a mi domicilio, mi persona y los restaurantes que frecuento. Ningún mandamiento judicial ha ordenado establecerlo. Ni existe riesgo de fuga ni constituyo ningún peligro para la seguridad del Estado, excepto que se identifique ésta no ya con la comodidad política de un partido sino con la credibilidad de una persona. En cuanto a la destrucción de pruebas, tenga por seguro que, en el caso de que vuelva a disponer de alguna con relevancia judicial, la entregaré, como la última vez y como siempre, a los tribunales competentes; y si su interés es meramente periodístico, la pondré en conocimiento de la opinión pública como es mi obligación. Entre tanto tengo derecho a circular libremente sin que se transmitan mis movimientos ni se hagan fotografías a mis fuentes desde cámaras instaladas en cascos de motoristas. ¿O no, señor Rajoy?

Bien, entremos en materia. El jueves hemos vivido un debate de extraordinario calado político que deja una sensación ambivalente. Mientras su mera celebración fue ya un triunfo del régimen de opinión pública que es la democracia, lo esencial de su desarrollo ilustra como pocas veces los vicios del sistema y su lamentable bloqueo. Basta fijarse en dos momentos, tan fugaces como expresivos, que sirven por sí mismos de compendio de las seis horas de debate.

El primero captó la atención de todos los públicos. Llegó casi al comienzo cuando un Rajoy con mucho más brío del esperado pronunció, después de una de sus clásicas paradinhas, las dos palabras que tanto le cuestan a cualquier gobernante: «Me equivoqué». Lo más importante no fue sin embargo lo que Rajoy dijo a continuación –pues acotó enseguida el reconocimiento del error a haber «depositado» su «confianza» en un Bárcenas que «no la merecía»–, sino la reacción del grupo popular que prorrumpió en un cerrado y prolongado aplauso.

Sin llegar al ejemplo extremo del error que provoca una tragedia, cualquiera puede imaginar algo parecido en su ámbito profesional o familiar. El gerente de una compañía, el director de un periódico o un padre cualquiera, comparece ante el consejo de administración, el comité de redacción, el consejo de familia o cualquier otro órgano de control y reconoce que ha cometido una equivocación de consecuencias muy negativas para todos. ¿Verdad que la reacción inmediata, casi automática, no sería nunca aplaudirle?

El error puede ser recibido con mayor o menor comprensión, con mayor o menor dureza, con mayor o menor exigencia de responsabilidades, pero nunca con el aplauso. A menos que se considere que lo bueno es equivocarse, cuantas más veces mejor, o que el jefe siempre tiene razón y resulta magistral hasta en sus errores. Sólo en un partido político español cabe ya esta segunda hipótesis y por eso no hubo nada de trivial en la reiterada gratitud final de Rajoy por el cheque en blanco que, como no podía ser menos, acababan de otorgarle los diputados populares a los que él decidirá si pone o no en las listas.

Alguien podría alegar que el aplauso premiaba la sinceridad y gallardía del presidente al asumir su equivocación, pero lo cierto es que más bien celebraba el nulo alcance de su gesto. Lo que alborozaba tanto a los diputados del PP era percibir ya en ese momento que la confesión de Rajoy iba a tener una dimensión lo suficientemente limitada como para que ninguno de ellos, ninguno de sus amigos y compañeros de partido, corrieran el riesgo de sufrir consecuencia alguna ni en sus remuneraciones, ni en sus posiciones de poder, ni en ninguno de sus espacios de comodidad y privilegio.

Habría sido distinto si Rajoy hubiera reconocido que se equivocó al aceptar que el partido recibiera donativos ilegales en dinero negro, o al mirar para otro lado mientras los tesoreros efectuaban el correspondiente arqueo, troceo y trasiego de esos fondos; o si Rajoy hubiera reconocido que se equivocó al aceptar, no «anticipos o suplidos a justificar» como eufemísticamente dejó apuntado por si acaso –y que de todas maneras habrían sido incompatibles con su condición de ministro–, sino sobresueldos devengados en metálico con regularidad suiza.

Si el «me equivoqué» de Rajoy se hubiera referido a alguno de estos extremos, no habría tenido más remedio que acompañarlo del anuncio de su dimisión, de unas elecciones anticipadas o al menos de un congreso extraordinario del PP. Y todos esos eran escenarios de riesgo para Sus Señorías. Y no digamos nada si esa admisión de lo que el setenta y muchos por ciento de los españoles continúa identificando con lo que sucedió, hubiera desencadenado la catarsis vivificadora con la que yo soñaba el domingo pasado, mediante cambios drásticos en la ley electoral, la financiación de los partidos, sus exigencias de democracia interna o las competencias de autonomías, diputaciones y ayuntamientos.

Los diputados del PP no habrían aplaudido nada de esto porque hubiera implicado precarizar de repente sus puestos de trabajo. Lo que aplaudieron con alivio fue la constatación inversa de que ni el jueves, ni el viernes, ni el sábado, ni siquiera hoy domingo, tendría lugar en España un 4 de agosto equivalente a aquel francés de 1789 en el que la «fiebre de la generosidad» dinamitó el viejo régimen desde dentro. Por un momento habían temido que la corriente del río fuera lo suficientemente fuerte como para arrastrarles hacia el despeñadero de la catarata, pero ya sabían –y por eso en realidad se ovacionaban a sí mismos– que podrían continuar incólumes, adheridos como lapas a la roca. ¿Un 4 de agosto en España? ¿Pero qué quiere ese loco, que nos demos a nosotros mismos un golpe de Estado? Ni está, ni se le espera.

Con tal de no renunciar a nada –incluido el mando imperial sobre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial–, Rajoy ha preferido instalarse con su mayoría de cemento en el negacionismo de lo que la combinación de los papeles de Bárcenas y sus propios SMS muestra a cualquier ser humano que sea compatible con la inteligencia. Y por si quedara alguna duda de esa bunkerización, su subconsciente le traicionó en el otro momento culminante del debate. Fue un fogonazo tan retórico como definitivo, anexo a la andanada contra nuestro periódico.

Lo de menos fue que Rajoy parafraseara a Rubalcaba para describir la escena del «delincuente que le da una información a EL MUNDO que este manipula y tergiversa adecuadamente para generar una calumnia». Olvidaba no sólo que las denuncias de aquel «delincuente» –condenado por hechos mucho más graves de los que se acusa a Bárcenas– resultaron ser ciertas, sino que él mismo era uno de los dirigentes que con más ansiedad aguardaba en la sede de Génova el resultado de nuestros contactos para utilizarlo como legítima munición contra el Gobierno de González. Tal vez el señor Álvarez-Cascos podría refrescarle la memoria pero conviene subrayar un matiz: mientras el PP sabía que EL MUNDO se reunía con Amedo –o con el contable de Filesa, o con Perote, o con Roldán–, EL MUNDO no sabía que el PP se reunía con los constructores que entregaban el dinero en bolsas en el despacho del tesorero. Lástima que a Rajoy también se le olvidara contármelo aquel sábado del 94 en el que Aznar les encargó a Mayor Oreja y a él explicarme cómo funcionaba la sede de Génova.

Lo más grave que el jueves dijo Rajoy contra sí mismo había llegado en todo caso en el párrafo anterior cuando, acogiéndose a la advertencia del mismo Rubalcaba de que no se debe «convertir el Parlamento en una enorme comisaría», añadió: «Con esas afirmaciones defendía usted a personas de su partido implicados, imputados, citados a juicio oral e, incluso condenados. ¿Y eso vale para todos o sólo para los miembros de su partido? ¿Soy yo de peor condición? ¿Por qué?».

Al speechwriter de Rajoy aficionado a Shakespeare –ya le pillé en su día un par de morcillas de Enrique V– le perdió esta vez la musicalidad de Shylock en la escena clave de El Mercader de Venecia: «¿Por qué? ¿No tiene ojos un judío? ¿No calienta y hiela al judío el mismo verano y el mismo invierno que al cristiano? Si nos herís, ¿no vertimos sangre?… Si nos parecemos en todo lo demás, también nos pareceremos en esto». El problema es que los «cristianos» respecto a los que Rajoy reclama igualdad de trato son en este caso Roldán, Barrionuevo, Vera, Sancristóbal, Urralburu o aquella directora general que trincaba del papel que consumía el BOE.

¡Claro que Rajoy no es de «peor condición» que todos ellos! Bárcenas tampoco. De hecho Rajoy no es de «peor condición» que Rubalcaba cuando les daba protección y cobertura; e incluso no es de «peor condición» que González cuando se negaba a asumir responsabilidades políticas con el pretexto de que nada debía hacerse hasta que no se pronunciaran los tribunales. Pero yo pensaba hasta el jueves –y creo que millones de españoles conmigo– que Rajoy era de «mejor condición» que todos ellos. Por eso pedí en 2004, 2008 y 2012 el voto para las listas que encabezaba.

¿Me equivoqué? ¿Deposité mi confianza en una persona que no la merecía? No creo que, si un día llego a esta conclusión, reciba grandes aplausos por parte de nuestros lectores. De momento Rajoy nos amenaza y coacciona con esos puñales que extrae prestados de la peor vaina ajena. Dime a quién citas y te diré quién eres. Pero puesto que amor con amor se paga, recordaré lo que aquí mismo escribía cuando González nos acusaba, por boca en efecto de Rubalcaba, de «manipular y tergiversar» las revelaciones de ese «delincuente»: «Lo que usted pretende no es encabezar una sociedad democrática, sino presidir una secta de comulgantes con ruedas de molino. Usted pretende corrompernos. Usted pretende instalarnos perpetuamente en la mentira… Usted pretende envilecernos, obligándonos a seguir adelante como si nada hubiera sucedido, como si no supiéramos lo que sabemos, como si los conceptos de legalidad y moralidad no significaran nada para nadie, como si todos fuéramos oportunistas cobardes o cerriles, como si todos nos apellidáramos como esos prohombres de su partido que por caridad hoy no mencionaré». Fin de la autocita.

Pero aún añadiré una concreción más: al sostener que descubrió que su amigo y protegido Bárcenas era un «falso inocente» cuando apareció el dinero que tenía en Suiza y pretender que eso es compatible con enviarle con posterioridad el SMS del «sé fuerte», lo que usted nos propone es que aceptemos que lo blanco es negro, el cielo amarillo y las estrellas marrones; que las cuestas son llanas, el agua no moja y el fuego no quema; que ni estamos en 2013, ni ha empezado agosto, ni hoy es día 4. Usted propone que dejemos el asunto en que tal vez hoy sea el 3 más 1 o como máximo el 5 menos 1. Algunos no servimos para eso, pero a la vista está que muchos otros sí. Y no se preocupe: González gobernó muchos años en esas condiciones y, como se ha visto esta semana, usted ha llegado al poder más que aprendido. Total que felices vacaciones… si le dejan.

pedroj.ramirez@elmundo.es

http://www.caffereggio.net/2013/08/...-se-le-espera-de-pedro-j-ramirez-en-el-mundo/
 
Watergate planea sobre España, de Barry Sussman en El Mundo el 4 agosto, 2013.

PORTADA: ESCRIBE EL JEFE DEL EQUIPO QUE DESTAPÓ EL CASO EN EL ‘WASHINGTON POST’

A un norteamericano, los actuales acontecimientos políticos en España le traen recuerdos de hace 40 años del escándalo Watergate [caso investigado y publicado por The Washington Post], especialmente por las grandes cantidades de dinero que se andan moviendo por ahí y por los intentos de intimidar a la prensa.

Empecemos por el dinero: poco después de que Richard Nixon llegara a presidente en 1969, el dinero sucio empezó a llegar a las arcas de la Casa Blanca, a veces en grandes fajos de efectivo. Tras las detenciones del 17 de junio de 1972 por el Watergate, el principal temor de la Casa Blanca era que se descubrieran los millones de dólares de sobornos fraudulentos y de aportaciones a la campaña [electoral].

Finalmente salieron a la luz 22 millones de dólares de esa clase de financiación. Eso no es mucho para los niveles de hoy en día pero en aquel entonces era una cantidad enorme.

Algunos días después de las detenciones, el FBI encontró 114.000 dólares en cinco cheques que se ingresaron desde el comité de reelección de Nixon en una cuenta bancaria de uno de los ladrones de Watergate. Altos cargos del Departamento de Justicia convencieron no obstante a los fiscales de que no investigaran esa suma con el argumento de que no tenía relación con sus pesquisas sobre el Watergate.

Parte de esa suma, 25.000 dólares, condujo al reportaje sobre el cheque Dahlberg en The Washington Post, que hay quienes consideran que constituye el elemento más importante de toda la información sobre el casoWatergate. Era el vínculo más sólido posible entre la campaña de Nixon y los ladrones de Watergate.

En otros reportajes sobre [el asunto del] dinero, el Post escribió acerca de personas cercanas al presidente, entre ellas su jefe de personal, que controlaba un fondo secreto o fondo de reptiles que se nutría con cientos de miles de dólares. Lo que el Post y otras organizaciones informativas no hicieron, sin embargo, fue investigar de dónde procedía ese dinero. Por lo tanto, durante mucho, mucho tiempo, la prensa dejó sin tocar asuntos como la financiación fraudulenta de campañas y los sobornos y extorsiones, todo lo cual habrían sido noticias de primera página un día sí y al otro también. Se quedaron allí, a la espera de ser descubiertas, sembrando el terror entre los hombres de Nixon, pero, casi en su totalidad, sin que llegaran a publicarse.

No fue sino ya muy al final de las audiencias del Watergate en el Senado cuando entraron en juego las aportaciones fraudulentas a la campaña. Y después de eso, en la iniciativa de destitución del presidente en 1974, un largo listado de acusaciones de delitos de estafa, conspiración, soborno y extorsión se convirtió en material aprovechable contra Nixon. Un ejemplo fueron los 200.000 dólares procedentes de un delincuente, Robert Vesco, destinados a bloquear una demanda judicial en su contra.

Otro fueron los dos millones de dólares de un grupo de presión, los productores de leche. Y un tercer ejemplo fueron los 200.000 dólares de McDonald’s con el fin de obtener autorización para cobrar más por su [hamburguesa] Quarter Pounder [en España, McRoyal] en un momento en el que estaban en vigor controles de precios y salarios.

Que algunos periodistas independientes españoles sean objeto en estos momentos de intimidación y vigilancia no me sorprende nada. También hubo intentos de intimidación en aquel entonces. Al principio, y durante muchos meses, los partidarios de Nixon trataron de desviar la atención del Watergate y de convertir The Washington Post en el asunto de la información, con afirmaciones de que era aliado de George McGovern, el candidato demócrata a la presidencia, o con la difusión de ataques personales contra la editora, Kay Graham, o el director, Ben Bradlee. La campaña contra el Post fue brutal pero no tuvo ni el más mínimo efecto sobre el esfuerzo informativo del diario.

En cambio, Nixon, probablemente en la creencia de que podría sobrevivir al escándalo Watergate, tenía en mente un plan a largo plazo para castigar al Post. Las cintas de Nixon revelan una conversación en septiembre de 1972 en la que Nixon y sus asesores discuten cómo vengarse de The Washington Post. «Lo más importante es que el Post va a tener problemas terribles, terribles más allá de éste», afirmaba Nixon: «Hay que jugar este partido con una dureza extrema». Lo que debatían era retirar las licencias de propiedad de emisoras de televisión del Post y, de hecho, casi a finales de año, se le retiraron dos de sus licencias sobre un total de sólo cuatro que se retiraron en todos los Estados Unidos. Las retiradas de licencias no surtieron ningún efecto.

Barry Sussman, este grande del periodismo norteamericano, es un neoyorquino criado en una familia judía de Brooklyn que empezó como modesto reportero de calle en periódicos muy pequeños pero muy joven llegó a la cumbre profesional cuando fue nombrado Watergate editor de TheWashington Post. Él era el jefe de Bernstein y Woodward, reporteros que un día le avisaron de un asalto nocturno en la sede demócrata. «¿Qué hacemos?», le preguntaron. «Seguir la historia», les dijo. El desenlace ya se conoce.

Barry obtuvo con todo el diario el Premio Pulitzer. Después de tal proeza, la editora del Post, Kay Graham, le animó a que hiciera tres cosas: crear y dirigir el WahingtonPost/ABC poll, escribir la mejor historia que se ha publicado sobre el Watergate, The Great Coverup, y ser el tutor periodístico de su hijo Dan Graham, que hoy es el chairman del Post. Años después, dirigió la United Press International y fundó el Watchdog Journalism Program de la fundación Nieman en Harvard.

Siempre atento a los ataques a la libertad de prensa, en cuanto conoció la presiones a este diario sin dudarlo escribió este artículo.

http://www.caffereggio.net/2013/08/04/watergate-planea-sobre-espana-de-barry-sussman-en-el-mundo/
 
Es muy interesante que el CNI pida a través del Rey el indulto de reos españoles, entre ellos un antiguo oficial iraquí nacionalizado español de estrangis, que en Marruecos se dedicaba a hacer fiestas en su casa con niños. El Rey de España lleva una relación de indultos a conceder por parte del Rey de Marruecos y colocamos en él a un espía de tercera que se dedicaba a la pedofilia. Bravo.

http://politica.elpais.com/politica/2013/08/02/actualidad/1375476719_721469.html

Pero lo que interesa es Gibraltar. No lo olvidemos.
 
Ostras, como se les ve el plumero, ya ni se esconden. Las mujeres a casa a cuidar abuelos, y a criar como conejas para mantener el estado del bienestar
 
Ya van sin careta ni nada. Aznar, ese personaje de centro, dirigiendo el laboratorio de ideas del PP, como si sus conclusiones, sus estudios y sus mierdas fueran la pura verdad y trabajos académicos válidos desde los que dirigir un país.

El aspecto a destacar de todo esto es precisamente ese, vemos estos estudios, estas ideas en la constación de una política que nos es impuesta. Yo no he decidido que sus ideas se apropien de mi forma de vida ni mis beneficios sociales. Eso no viene en ningún programa electoral, y sin embargo, se hace. Han sido muchas luchas las que consiguieron tras la segunda guerra mundial, un quid pro quo que están desmantelando desde un lado. Y la diferencia es que ahora frente a los libros tenemos la TV y nos meten todas estas medidas con vaselina, quitándonos todo sin que nos demos cuenta. Y el tiempo corre.
 
Así estariamos bien, ¿no señores? Las mujeres en casita (y si te levantas con un ojo morado, algo habras hecho) y los crios en el colegio con los curas (a la Universidad ya no... para eso hay que tener dinero y ser alguien, y tal).Que gentuza mas absolutamente impresentable por favor... quieren hacernos volver al puñetero Cuentame. Que alguien los monte en un avion a todos juntitos y les tire un buen pepinazo desde tierra por favor.
 
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