bueno, mi último post sobre el puk parental, estos hijos de puta nos tienen entretenidos mientras rompen España:
Eso lo hace el Opus desde milenios. Tienen cursos, charlas, seminarios de todo pelaje y son voluntarios. Para padres y para hijos. Te instruyen con más detenimiento en su visión del mundo, pero vas o envías a tus hijos si quieres. Es una elección que te corresponde como padre, porque el responsable de formar a tu hijo eres tú. Y eliges lo que crees que es mejor. Para la izquierda no. Quiere imponer su visión a toda costa. No tolera que se le inculquen valores cristianos y como los considera el enemigo decimonónico de sus postulados los quiere extirpar. No van a saco por los votos. Si pudieran...tiemblo. Sólo hace falta tener memoria.
Yo he llevado a mis hijos a un colegio del Opus. Asistí con mi mujer a dos cursos para padres y fueron brutales. Y sorprendentes. Nos explicaron que debíamos, nosotros, dar formación sexual a nuestros hijos, que aún eran pequeños. Que hay un pene, una vagina y que el pene se mete en la vagina y que es un acto de amor y que de ese acto es de donde vienen los niños. A esa edad , para mi, y sin haber mostrado inclinaciones diferentes que deben ser atendidas y protegidas, es la educación que me vale. No es el momento madurativo idóneo, para mi, para decirle que se pueden comer el nardo ni las vaginas ni meter el dedo o artilugios por el culo. Ya llegará. De todas esas explicaciones me quedo con su insistencia en que transmitiéramos a los hijos que el sexo lo guiaba el amor. Cosas del Opus.
La izquierda fomenta el sexo libre como fruto de la voluntad, defiende la búsqueda del placer físico como centro neurálgico de la relación sexual, no como resultado del amor de pareja ni como vehículo de la procreación. Yo la verdad es que follo por placer pero los rescoldos de mi educación también le dan valor al amor que siento por mi mujer y al respeto que tengo a que haya sido la herramienta para tener a mis hijos. De todo un poco.
La banalización del sexo, que no digo que esté mal per se, y su derivada de la popularización del porno, han disparado el menosprecio de su importancia como expresión máxima del afecto entre personas, las agresiones sexuales, los embarazos no deseados y que los jóvenes empiecen relaciones a edades inmaduras. El sexo sin afecto degenera en muchos casos en desprecio o desdén por los sentimientos de la otra parte. Y eso es peligroso. Es contradictorio considerar la sexualidad de cada uno como algo sagrado e íntimo y a la vez banalizar las relaciones extirpando la necesidad de sentimientos y reduciendolo a un mero entretenimiento físico desprovisto de un mínimo de espiritualidad.
Y este es otro de los disfraces de la izquierda. Usemos el discurso de liberalizar el sexo a saco como herramienta para llegar a la gente, nos apropiamos de su definición y nos ganamos a los jóvenes. Pues yo prefiero una educación para mis hijos que les explique que el sexo, no dejando de ser una elección personal e íntima, debe ser el culmen de una relación de afecto con quien lo practicas. No un mero entretenimiento, una herramienta, un medio egoísta de proporcionarse placer uno mismo usando a un tercero. Esa formación educativa es un lugar al que volver si te llegas a perder. El sexo por placer lo defiendo pero sabiendo que hay un lugar superior que genera aún más satisfacción. A mis hijos les he explicado que se pueden masturbar sin remordimientos y sin temor a Dios ni a quedarse ciegos, y que pueden practicar sexo con protección y siempre con respeto. Pero quiero que sepan que hay un escalón por encima, un lugar que proporciona placer físico y espiritual, de mayor recompensa, que es el sexo con pareja, como modelo ideal para desarrollar un amor puro. Quiero que sepan eso y no el modelo comunista. No quiero que se lo enseñen. No quiero que mis hijos, siendo niños, puedan elegir entre dos modelos. Uno el que yo quiero como padre y otro el que otros quieren en lugar del mío. Uno que requiere más esfuerzo y otro fácil. Porque en su inmadurez podrían escoger el camino fácil. Que decidan cuando sean mayores de edad y mi responsabilidad sea sustituida por la suya.
Yo quiero ser un padre para mis hijos, no un fabricante de obreros para la colmena