Libertad Digital
El indulto de esos sediciosos catalanes, una decisión firme que el presidente del Gobierno ya tomó hace meses con toda seguridad, va a exigir muchas toneladas de vaselina retórica al objeto de tratar de minimizar los daños colaterales al otro lado del Ebro. Una empresa de la que deberá encargarse el polifacético mercenario Redondo. Si eso de apostar jamones no fuera tan inelegante, yo me jugaría uno, y de Jabugo, a que el decreto aparecerá en el BOE el 1 de agosto, coincidiendo con la célebre Operación Salida. Ya saben, con todos los telediarios advirtiéndonos de que la DGT recuerda la importancia crítica de llevar siempre puesto el cinturón de seguridad a fin de evitar accidentes mortales. Y como en el viejo oficio de la propaganda política está todo inventado, tampoco hace falta ser un Willi Münzenberg redivivo para adivinar por dónde irán los tiros exculpatorios del hiperactivo Redondo. Como se acaba de advertir, nunca me juego jamones, pero si uno no fuera exquisito, habría envidado otro Jabugo a que Redondo y sus escribidores de guardia saldrán a vender el pollino apelando a la analogía falsaria con el 23-F. Y en tromba.
Por eso se me antoja tan procedente recordar que el padre intelectual de los sublevados de octubre, hoy injustamente repudiado por sus hijos putativos, el también hiperventilado Tejero Molina, y contra lo que con toda probabilidad nos trataron de hacer creer los amanuenses de Redondo, nunca fue indultado. Jamás. Así, y pese al perfil bajo que tanto Felipe González como Alfonso Guerra adoptaron durante aquella histórica noche de autos, el primer presidente socialista del Gobierno de España no aceptó luego la solicitud formal de indultar a Tejero, demanda que presentó en su nombre una llamada Archicofradía de la Celeste, Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced. Tejero, en consecuencia, tuvo que pasar 15 años a la sombra antes de gozar de la libertad condicional. El otro, Armada, sí obtuvo el indulto del presidente y líder del PSOE. Pero es que Armada, algo que seguro no recordará Redondo, había pedido el perdón cinco veces. No una, ni dos, ni tres, ni cuatro, sino cinco veces. ¿Cuántas veces ha pedido perdón Junqueras, Iván?
A Tejero nunca lo indultaron
José García DomínguezEl indulto de esos sediciosos catalanes, una decisión firme que el presidente del Gobierno ya tomó hace meses con toda seguridad, va a exigir muchas toneladas de vaselina retórica al objeto de tratar de minimizar los daños colaterales al otro lado del Ebro. Una empresa de la que deberá encargarse el polifacético mercenario Redondo. Si eso de apostar jamones no fuera tan inelegante, yo me jugaría uno, y de Jabugo, a que el decreto aparecerá en el BOE el 1 de agosto, coincidiendo con la célebre Operación Salida. Ya saben, con todos los telediarios advirtiéndonos de que la DGT recuerda la importancia crítica de llevar siempre puesto el cinturón de seguridad a fin de evitar accidentes mortales. Y como en el viejo oficio de la propaganda política está todo inventado, tampoco hace falta ser un Willi Münzenberg redivivo para adivinar por dónde irán los tiros exculpatorios del hiperactivo Redondo. Como se acaba de advertir, nunca me juego jamones, pero si uno no fuera exquisito, habría envidado otro Jabugo a que Redondo y sus escribidores de guardia saldrán a vender el pollino apelando a la analogía falsaria con el 23-F. Y en tromba.
Por eso se me antoja tan procedente recordar que el padre intelectual de los sublevados de octubre, hoy injustamente repudiado por sus hijos putativos, el también hiperventilado Tejero Molina, y contra lo que con toda probabilidad nos trataron de hacer creer los amanuenses de Redondo, nunca fue indultado. Jamás. Así, y pese al perfil bajo que tanto Felipe González como Alfonso Guerra adoptaron durante aquella histórica noche de autos, el primer presidente socialista del Gobierno de España no aceptó luego la solicitud formal de indultar a Tejero, demanda que presentó en su nombre una llamada Archicofradía de la Celeste, Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced. Tejero, en consecuencia, tuvo que pasar 15 años a la sombra antes de gozar de la libertad condicional. El otro, Armada, sí obtuvo el indulto del presidente y líder del PSOE. Pero es que Armada, algo que seguro no recordará Redondo, había pedido el perdón cinco veces. No una, ni dos, ni tres, ni cuatro, sino cinco veces. ¿Cuántas veces ha pedido perdón Junqueras, Iván?