es algo que creía que no llegaría a decir jamás, ni en mil años de vida, ni en los albores de la tempestad, en el umbral de mi muerte, a un paso de mi partida en el final de mis días. Tener que aguantar oír que Sánchez ha compartido 20 metros de un pasillo con un biden que no lo ha reconocido, ha sido para mí, más de vergüenza ajena y bochornoso como español que ver hace años como cinéfilo a una calavera de cristal humillando a mi icono de leyenda, el gran indiana Jones, un daño inmenso del que aún no me he curado. Película que juré que jamás volvería a mencionar, no ya volver a ver. Hasta hoy. Que me he sentido como se siente un arrastrado por el fango.