El irrelevante.
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Aguardaba acechado tras una maceta Pedro Sánchez cuando Iván Redondo dio la señal: «¡Ahí está, ahí está! Es tuyo presi. Corre, aprovecha que anda muy despacio».
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- ¿Estoy bien así? Estoy nervioso Iván- tartamudea Sánchez.
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- Estás perfecto. No olvides contarle lo de la economía resiliente y con perspectiva de género. Pero no te enrolles que no hay tiempo que perder. ¡Venga corre! - le responde Iván.
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- Hola. ¿Qué tal estás Mr.President?
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- Hola joven. No gracias, ya tengo calcetines- responde Biden.
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- ¿Calcetines? Eh, verá, quería comentarle que en España estamos haciendo…
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- No insista, no tengo suelto amigo- interrumpe Biden.
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Sánchez, desconcertado, se recoloca la mascarilla e insiste.
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- No, no le hablo de eso. Quería explicarle que mi gobierno...
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- De verdad que me encantaría firmar y ayudarle a salvar al delfín austral. Ya sé que ustedes van a comisión, pero tengo prisa. Disculpe- sentencia Biden.
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Sánchez se queda bloqueado. Mira a Iván Redondo y este le hace gestos para que continúe haciendo como que mantiene una conversación con el presidente de Estados Unidos. Sánchez obedece y vuelve a la carga.
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- Paella, toros, Real Madrid, Moncloa, Falcon- espeta un Sánchez que ya no sabe qué decir.
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- Que vaya todo bien. Suerte- replica un sonriente Biden.
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Sánchez abatido y cabizbajo se reencuentra con Iván Redondo al final del pasillo. Este, tras colocarse el peluquín, le dice: «¡Qué maravilla presidente! Ha sido un encuentro intergaláctico. Estos veinte segundos pasarán a la historia. Ya he dado órdenes de añadirlo en la ley de memoria histórica para que los niños sepan de lo que has sido capaz. Salimos más fuertes de esta cumbre».
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Mientras tanto, Biden comenta a sus asesores la jugada y afirma: «Por favor, pedid el número de teléfono del sastre ese que me ha estado atosigando. Su traje era de alta calidad. ¡Qué mejicano más alto! Ya verás cuando se lo cuente a mi esposa, no se lo va a creer».