El acuerdito de marras no es más que un apaño propio del «consenso político», que es el punto de encuentro de la gente sin principios.
(...) la constitucionalidad de las leyes la juzgará un órgano político como el llamado Tribunal Constitucional, que no es sino la última instancia para consolidar las leyes progresistas que conviene entronizar para rediseñar la naturaleza humana. Esta es la misión última del acuerdo logrado entre peperos y sociatas. Todo lo demás son milongas de analistos y analistas.
¿Qué es la concordia? En política, la corrupción suprema: reparto del botín, en palabras de Ortega sobre la Restauración.
(...) Al españolejo es fácil engañarlo con la concordia porque cree que la política, siendo por definición conflicto, lleva a la crispación, y la crispación, a la guerra civil, «como en el 36».
¡Maligno es el Estado de partidos! ¡Maligno es el pacto PSOE-PP! ¡Maligno es el consenso disecador! Vean esa película y lo sentirán vivamente.