Mega-espectáculo para toda la familia, con el mismo guión fotocopiado de todas las pelis Bruckheimer y de un nivel de previsibilidad más allá de la comprensión humana. Aparatosa, inflada, casi dos horas y media que se acaban haciendo larguísimas, con personajes irrelevantes (la Bonham-Carter para justificar un chiste de atracción sexual hacia putas mutiladas, el Custer ese de baratillo...), una subtrama romántica que no llega ni al esbozo, el rollo de historia dentro de otra historia con el niño (moñada Disney al canto, y completamente absurda)... vamos, una locura.
En cuanto a la pareja, sorprende la nula química entre ellos. El “llanero” tiene el mismo carisma que un zapato viejo, mientras que el Depp aburre con su enésima interpretación de Depp montándose su show excéntrico/autista hasta las cejas de maquillaje (y quién sabe si de algo más también). O eso, o que el texto no logra crear una relación consistente, que emocione o que haga gracia. En este sentido, toda la película es como ver un teatrillo de marionetas del que no me creo nada.
Me quedo con parte del inicio y con el clímax final, espectacular y arrollador “tour de force” al más puro estilo de la pelea en el remolino de los piratitas. Se nota la buena mano de Verbinski para rodar acción, en plan cine de aventuras clásico-moderno, la música de Rossini hace que todo se venga arriba por un momento. ¿Qué más hay? Chistes gamberros y humor absurdo que, a estas alturas, no consiguen sorprender y tampoco hacen olvidar lo blanco que es todo.
No es buena, tampoco es mala... tiene sus ratos, pero para metérsela del tirón hace falta tener muchas ganas.