Alfredo Relaño | 03/05/2010 Ni siquiera la exhibición del Barça ante el Villarreal ha disuadido al Madrid de intentarlo. Ayer se vació otra vez en busca de goles con los que remontar los que Osasuna le marcó, el primero en un fallo de Albiol y el segundo en un fallo colectivo. Todo el partido del Madrid fue subir una y otra vez el balón arriba, generalmente por medio de Marcelo, en busca de ese gol que siempre le faltaba. Remató muchísimo, pero se quedó en tres goles, el último de ellos cuando ya se rozaba el final. Un gran centro de Higuaín desde la izquierda y un cabezazo de Cristiano en el segundo palo. El Bernabéu estalló, liberado de su angustia.
Este sigue siendo el Madrid del Clavo Ardiendo, y eso es lo que no le gusta a Florentino, evidentemente. Aspiraba a más, porque su idea es otra y cree tener jugadores para otra cosa. Estas emociones tremendas son buenas para de cuando en cuando, para ocasiones en que demasiadas cosas se complican y hay que tirar del resto físico y del resto moral. Y es bueno tener eso. Pero convertirlo eso en sistema, como parece inclinación del Madrid en los últimos años, con varios entrenadores, con distintos jugadores, no es lo recomendable. Lo recomendable es que el equipo tenga juego y jugadores que den para menos sobresaltos.
En todo caso, está ahí, a tres jornadas del final, con la visita a Mallorca el miércoles (el martes el Barça recibe al Tenerife) y un ojo puesto en la visita de los azulgrana a Sevilla, el próximo fin de semana, que coincidirá en día y hora (creo que será el sábado a las nueve) con el Madrid-Athletic. Última jornada, Barça- Valladolid y Málaga-Madrid. El Barça tiene la moneda, y el que tiene la moneda la cambia, dice el proverbio persa. Pero al Madrid hay que agradecerle que no ceda, que siga agarrado a su Clavo Ardiendo, en pos de la Liga más difícil de todas, porque es la que va a exigir más puntos al campeón. La Liga del record.
