El Madrid recupera el fulgor
Una época terminó ayer en el Bernabéu. Cuatro años después, el Madrid logró imponerse en su estadio al Barça. Aprovechó un primer tiempo fulgurante para cobrar ventaja y amenazar a su rival con una goleada. Los delanteros eran balines. Los centrocampistas cortaban y pasaban. Los defensas destruían cada ataque azulgrana. Llovieron las oportunidades, se hundieron los centrales del Barça y llegaron los goles de Higuaín y Cristiano. Pocas veces el Madrid ha disfrutado de un guion tan perfecto. La temprana expulsión de Adriano se interpretó como la señal definitiva de la victoria madridista, pero el mejor Barça se vio después. Al fondo, un partidazo.
Una semana después de su gravísimo error frente a Di María, Víctor Valdés se creció como un gigante en el Bernabéu. Le dieron con todo: remates, mano a mano, llegadas constantes de los delanteros del Madrid. Respondió con varias intervenciones sensacionales. No logró evitar los tantos de Higuaín y Cristiano, precedidos por dos ingenuas concesiones de Mascherano y Piqué, pero mantuvo con vida a su equipo. Más tarde, Messi irrumpiría majestuoso para girar el encuentro hacia un destino imprevisto.
Fue una maravillosa primera parte del Madrid, enchufado y ambicioso. No dio respiro al Barça. Funcionaron todas las líneas y el equipo tuvo el aroma de las grandes noches. Nada podía detener el eléctrico fútbol de Marcelo, Cristiano, Higuaín y Özil. El desconcierto del Barça se hizo evidente. No disfrutó del balón, no logró contener el vigoroso juego madridista, levantó bandera blanca demasiadas veces. Le superó la febril sinfonía del Madrid.
Mascherano y Piqué, dos jugadores que han visto mucho mundo, se derrumbaron cuando más les necesitaba su equipo. Los dos centrales escenificaron el estado de pánico del Barça en la primera media hora del encuentro. No había manera de parar aquel torbellino. Un error de Mascherano, mal perfilado en el despeje, permitió a Higuaín fusilar a Víctor Valdés. Fue un gol violento, una especie de desagravio que se tomó el argentino después de perder un mano a mano con el portero.
También midió mal Piqué en el segundo gol del Madrid. Khedira golpeó largo, la pelota rebotó en el central y Cristiano se la llevó de espuela. El descontrol de la defensa del Barça se manifestó con toda su crudeza. Todos estaban fuera de su sitio. Cristiano resolvió con un remate duro que percutió en Valdés y llegó a la red. El Bernabéu era una fiesta. Hacía años que su equipo no mostraba una superioridad tan apabullante frente al Barcelona.
El Madrid abre grietas
Siguieron las llegadas del Madrid y se abrieron las grietas en todos los sectores de la defensa del Barça. La expulsión de Adriano coronó el desastre defensivo. El momento invitó a pensar en una tormenta de goles. Se habían sucedido las oportunidades, los goles y las espectaculares jugadas del Madrid. Enfrente, una caricatura del Barça. Casillas asistía feliz y sin trabajo a la fiesta de su equipo. Sin embargo, la expulsión de Adriano cambió el partido hacia una vertiente inesperada.
El Barça, que había fracasado en todo, y también en el manejo de la pelota, tomó conciencia de su desesperada situación. Regresó a lo básico. Se adueñó del balón, primero de forma preventiva, para impedir la barrida madridista, y después para generar las primeras ocasiones. El joven Montoya, sustituto de Adriano, entró a jugar con coraje. En una de sus primeras acciones estuvo a un centímetro de rematar un pase de Iniesta.
Aunque el Madrid siguió generando ocasiones de gol, cualquiera podía ver la paulatina transformación del Barça en el gran equipo que es. Eso benefició al espectáculo. En el Bernabéu quedó muy claro que los dos grandes del fútbol español están muy por encima de los demás equipos de Europa, salvó sorpresa o error inesperado. Lo que ofrecieron en la vuelta de la Supercopa fue sensacional.
A medida que reaparecía el Barça, o una versión honorable del equipo, crecía la figura de Messi. Por si acaso, marcó un golazo en el último minuto del primer tiempo. Su tiro libre superó a la barrera y a Casillas. El Bernabéu comprendió que había partido y que no sería sencillo para el Madrid. Así son las cosas cuando se enfrentan estos dos equipazos.
Bajó el pistón el Madrid en el segundo tiempo. O tomó algunas medidas de seguridad que volvieron más prudente su fútbol. Siempre jugó con autoridad, poderío y clase, pero el gol de Messi tuvo un considerable efecto psicológico en el partido. El Madrid sintió que todo su esfuerzo podía marcharse por el sumidero. Al Barça le bastaba un gol para llevarse la Supercopa. Lo sabía muy bien.
El Barça recupera el balón
Comenzó a pesar la ágil posesión del Barça. Por un lado, evitaba más fatiga a sus jugadores. Por otro, le permitía gobernar el juego. Luego llegarían las oportunidades. No había forma de detener a Messi, excepto con faltas. Entonces llegó la hora de Casillas. Cambió de papel inmediatamente. El espectador del primer tiempo se convirtió en el protagonista del segundo. Salvó a su equipo en un gran mano a mano con Pedro. El Barça comenzó a erosionar el sistema nervioso del Madrid. El pujante equipo de la primera parte comenzó a temer por la victoria.
No le faltaron ocasiones al Madrid, algunas producidas por el descalabro de los centrales del Barça. Higuaín estrelló un tiro en el palo. Khedira firmó su mejor jugada desde que llegó al Madrid con un tiro que desvió Valdés con muchas dificultades. Pero en el otro lado, cada pase filtrado del Barça generaba pánico en el madridismo. La tensión discurrió paralela a la belleza de un encuentro que terminó a lo grande, con un venenoso tiro de Messi que casi sorprende a Casillas y que estuvo a punto de infartar a la hinchada madridista.
Messi la tuvo al final
Se le escapó el remate a Messi y terminó el partido. No hubo respiro. El partidazo mereció terminar así, con grandeza y dos equipos a todo trapo. Uno deslumbró por su poderío en el primer tiempo. El otro recordó su fascinante capacidad para hacer de la pelota su mejor aliado. En medio, una gran actuación de Casillas, Valdés, Higuaín, Marcelo, Khedira, Iniesta y Messi. A última hora aparecieron Song y Modric, los dos recientes fichajes. Todo estuvo presidido por el entusiasmo de los espectadores. La noche estuvo a la altura de las expectativas. Esta vez salió ganador el Madrid, que terminó con cuatro años de frustración.