El Megapost de los 80: Repasando a Richard Franklin

Supongo que te refieres a un... ¿telefilm? que salió hace años en vídeo. Pesadillas nocturnas o algo así, lo titularon, y recuerdo que llevaba un sketch basado en "El coco". Incluso que tengo el VHS, pero no, no lo he visto aún :cuniao ¿Que tal?
 
He revisado hoy Los ojos del gato con un hijo mío de 10 años. Han pasado 5 horas y sigue emparanollado con el dedo de la escena final de la primera historia :inaudito :agradecido
Lioso principio y mas si es la 1ª vez que ves este film y no sabes que te va a encontrar. Gana mucho a medida que pasan los minutos y te metes en el film. Yo practicamente no lo recordaba y es muy agradable de ver.

Por cierto, has hablado de la banda sonora, con temas muy conocidos, pero el tema disco de los créditos, es bueno de ganas.

Muchas gracias, una vez mas, por tu análisis, Henry :ok :palmas
 
Supongo que te refieres a un... ¿telefilm? que salió hace años en vídeo. Pesadillas nocturnas o algo así, lo titularon, y recuerdo que llevaba un sketch basado en "El coco". Incluso que tengo el VHS, pero no, no lo he visto aún :cuniao ¿Que tal?

El HORROR, y no en el buen sentido.
 
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En breve tendremos el regreso del megapost... permanezcan en sintonía. El retraso ha sido inevitable, pero se acabó. Empezaremos con una nueva sección llamada Química del videoclub, donde analizaremos aquellos deliciosos antros y nuestra necesidad abocada al fracaso de que regresen. Y tendremos algo de contenido nuevo de las viejas secciones.

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- "¿Me la recomiendas?".
- "Es de acción y es buena... muy buena".
- "Pero... que no sea de mucha sangre porque hay niños y...".
- "Tranquilo... sangre lo que se dice sangre... lo normal en estos casos. Hay algo de risa también con un chino que es amigo del chico y... ¡Llévatela fijo! El lunes me dices. Seguro que os gusta".

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El 30 de abril de este año, fallecía Wayne Crawford, con apenas 60 años cumplidos.
A muchos no les sonará el nombre absolutamente de nada. Quizás si véis su cara os suene más, a los ochenteros, aunque tal vez no sepáis "donde he visto a este tío". Para mí es uno de esos actores por los que siempre he sentido simpatía, por su naturalidad delante de una cámara. Un tío que parece una persona normal, como cualquiera, no como los superhéroes que llenan las pantallas hoy en día.

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Lejos de ser "solo un actor de serie B" el tío fue actor, productor, guionista y director de varios filmes. Además era un especialista en buceo, de ahí que él mismo preparase las escenas subacuáticas que se rodaron en varias de sus películas.

Wayne fue el productor de una de las más enloquecidas y recordadas películas de culto ochenteras: La noche del cometa. Aquella película inolvidable en la que, tras el paso de un cometa, todos se vuelven zombis excepto unas pocas personas que se encontraban resguardadas en edificios de, si no recuerdo mal, plomo, por donde no pasaban los rayos cósmicos esos. Contaba la historia de dos hermanas pijas que sobreviven a la catástrofe, teniendo que salvarse de los zombis y de una organización de científicos locos que quería su sangre, literalmente.

También guionizó ".La chica del valle" otro título de culto ochentero con un bisoño Nicholas Cage y el bombonazo de Deborah Foreman, sobre el amor puro y sincero entre una chica de campo y un punki de ciudad (sí, Cage):

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Sin embargo, yo recuerdo a Crawford por dos películas en concreto, a las que tengo una estima especial.


Una, Barracuda, de 1978. Escrita, dirigida, producida e interpretada por él, hablamos de ella este verano, ya que la incluí en el Top five veraniego, siempre me ha parecido una película irresistible.
Producida a refubo del éxito de Tiburón, en realidad no era una película de monstruos marinos, ya que las barracudas eran solo una excusa que duaba minutos en pantalla. En realidad era una película sobre la conspiración gubernamental de una compañía de científicos con conexiones políticas que estaba haciendo "algo" en el pueblo. Siempre la recordaré, especialmente por su gran final. Y con un gran doblaje, por cierto, de la época en que películas modestas podían tener dobladores de primera categoría. Se trata de una película mucho más interesante y digna que la mayoría de basurillas que salieron para comerse las sobras del tiburón de Spielberg, pero eso sí, verla avisados: no es una peli de monstruos marinos, y las barracudas son un Mcguffin. Porque, como decía Murray Hamilton en Tiburón, "Bueno, ¿y qué?"

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Aún más interesante, y toda una debilidad para mí resulta "Jake Speed, La aventura de África". Protagonizada, producida y escrita por Crawford, de nuevo parece la clásica historia que plagia un éxito de la época, en este caso a Indiana Jones, cuando es mucho, muchísimo más, es un tratado sobre los héroes y la necesidad de que existan. Aunque sean como Jake.
Con una partenaire femenina que también habría que mencionar, Karen Hopkinks, que interpreta a Maggie. Maggie está destrozada porque su hermana pequeña ha sido secuestrada por unos fascinerosos mientras estaba de vacaciones en París con una amiga. Sus padres no querían dejarla ir sola, pero Maggie defendió la causa de su hermana, y ahora se siente culpable, destrozada por su desaparición.

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Un día, mientras toda la familia se encuentra reunida, compartiendo su impotencia, aparece el abuelo, que, enfurruñado, diciendo que la policía no va a resolver nada, y que habría que encargar el caso a alguien que de verdad se preocupara por la gente, como Jake Speed. Un héroe de novela barata a las que el abuelo es adicto, que siempre resuelve las situaciones más complejas y ayuda a quienes lo necesitan. Por supuesto, la familia se lo toma a guasa, pero pocas horas después, Maggie recibe en su casa una nota anónima pidiendo que se reúna en un bar de mala muerte, firmada Jake Speed.

El resto de la película nos presenta las dudas de Maggie sobre si el tipo que se presenta afirmando ser Jake Speed es realmente un "héroe" de novela, o por contra, un bribón que pretende engañarla y aprovecharse de ella. Y es que Jake, al principio, parece de todo menos bueno, él y su socio Des parecen más dos sinverguenzas buscavidas de trapicheo que otra cosa.

La película, como ya he dicho antes, presenta la necesidad de CREER que existe el bien, desde una perspectiva inocente, poder creer que, cuando hace falta de verdad, aparece alguien para solucionar las cosas, alguien mejor que un cuerpo de policía curtido o insensible, y un sistema judicial burocrático e ineficaz, frente a esto, alquien que HAGA algo. Tenemos como villano a un grande John Hurt en horas bajas, aquí totalmente desatado, y una banda sonora de Mark Snow, quien luego se dedicaría a la televisión, ocupándose de la música de series como Expediente X o La femme Nikita.

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En España fue editada por la inolvidable casa distribuidora José Fradé Video, con su carátula del marco rojo, y aunque, por lo que yo sé, está bastante olvidada por estos lares, en Estados Unidos al contrario, disfruta de bastante culto. Durante mucho tiempo se habló de una secuela (que nunca llegó a realizarse y supongo que ahora ya nunca se realizará, como mucho un remake). En EEUU se han llegado a editar algunas de las "novelas de Jake Speed" incluso, aunque huelga decir que nunca nos ha llegado nada a España, ni olerlo vamos.

En fin... hasta aquí mi homenaje a uno de esos rostros desconocidos de los 80, detrás de los cuales se encuentra un tío que hizo un poco de todo. DEP, Wayne.

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La Chica del Valle es maravillosa. Y El Cometa, idem. Barracuda es simpatica en un sentido retro, pero el Piraña de Dante hizo lo mismo infinitamente mejor al mismo tiempo. Y Jake Speed es... el verdadero heroe. RIP, man.
 
Hace ya varios meses, pude pasarme por el videoclub de mi pueblo donde encuentro material vhseril. Hacía tiempo que no iba por allí.
Entré, saludé a la dueña, y me acerqué decidido a la estantería de los VHS, para darme de bruces con un montón de DVD y Blu Ray allí expuestos. Mi gozo en un pozo.
Para ser honestos, ni siquiera necesité preguntar el porqué de aquello, SABÍA que se había acabado. Los VHS se habían acabado. Segundos después, la dueña me la confirmaba en persona, verbalizando mis peores temores: los VHS ya no se venden, necesitamos ese espacio para otras cosas, las hemos tirado todas.
Quedaban sin embargo dos bolsas de basura llenas de cintas listas para tirar, las últimas supervivientes, y me dediqué a escarbar con paciencia entre aquella basura pudiendo encontrar tres pequeñas joyas que, de no mediar mi intervención, habrían acabado en la más absoluta destrucción: edición de videoclub primigenia de "El hombre de la pistola de oro" bodriete setentero de mítica carátula "La venganza de Cathy" y ni más ni menos que la edición de alquiler de "Robocop".


Después de esto, me fui a mi casa completamente vacío por dentro. Me sentía como huérfano.

Sin dramatizar, es cierto que la mayoria del contenido de aquel videoclub ya lo conocía, y que lo he saqueado en solitario durante más de una década, probablemente la mitad de colección procede de allí, y entre todo lo que han tirado, no quedaba mucho que (para mi) pudiera considerarse mítico. Realmente no he perdido "nada", ¿o sí?

La realidad, es que ese videoclub era un refugio para mi. Cuando me sentía nostálgico, o simplemente deseoso de escarbar entre cintas, en una estantería oscura, con el olor a polvo acumulado, productos de limpieza y pan recién hecho, iba allí al salir de trabajar, o los sábados por la mañana, y me pasaba veinte minutitos recuperando la sensación de estar en el videoclub. Era, en cierta manera, un chute de nostalgia, directo a las venas.

Eso se ha terminado. Ya no queda ningún lugar donde tengan VHS en mi pueblo, salvo el cash converters, donde se acumulan cintas noventeras que carecen de interés para mi vhsfilia: que si Titanic, que si Full Monty, que si el James Bond de Brosnan...no. No es eso lo que busco y echo de menos.


Aún quedan dos videoclubs abiertos de la época dorada, que, sin embargo, hace décadas que no tienen VHS en sus estanterías. Y nunca he vuelto a entrar en ellos desde que se deshicieron de ello. No puedo. Sería demasiado; no sé explicar porqué, pero sé que me invadiría una auténtica tristeza de entrar allí, observar los cambios y recordar otros tiempos mejores para esos locales.

Para mi coleccionismo, esto supone un duro golpe. De ahora en adelante ya no podré más que acudir a páginas en Internet, que a menudo exponen precios fantásticos para los VHS que a mi me gustan; eso significa que a partir de ahora, la frecuencia y cantidad en que compre películas de vídeo va a disminuir mucho. También quiero pensar que adquiriré solo títulos realmente especiales (para mí, al menos) y prescindiré de comprar lo que me interese poco o nada.
Para mí, como persona, también ha sido un buen golpe. Sí, podré seguir comprando VHS (aunque no ya a dos euros, como los vendían en ese videoclub todos) podré seguir viendo los que ya tengo, peeero, sí ese "pero", nunca podré volver a tener la sensación de zambullirme en un videoclub de barrio, ni hacer la ficción de pasear entre sus estanterías, examinar títulos al azar, leer sinopsis por pura curiosidad... respirar una cierta forma de cine que ya hay un par de generaciones que jamás la han conocido.

Nunca podré volver a estar "en casa".

Sin embargo, Dios aprieta, pero no ahoga.



Algo bueno va a salir de este último (y mucho me temo, definitivo) golpe para los videoclubs locales de mi ciudad. Se han extinguido.
Después de salir del videoclub (por última vez) con mis películas compradas en una bolsa de plástico (por última vez) me di un garbeo por la zona económicamente deprimida en la que se sitúa, me estuve preguntando porqué.

Porqué los videoclub y los VHS han tenido una influencia tan poderosa en mi vida, y no solo en la mía.
Porqué su desparición me causa ese dolor, que parece impropio o excesivo.
Porqué pasar junto a un local que antes fue un videoclub (y solo yo lo sé) me causa una indefinible sensación de soledad, de que solo yo recuerdo.
Porqué al pasar junto a uno de los antiguos videoclubs que aún siguen abiertos, pero distan mucho de ser lo que fueron, me invade una tristeza enorme

Creo que yo, y los que coincidís en uno o varios de estos puntos conmigo, nos merecemos una respuesta.

Este último golpe a la vhsfilia, me ha motivado a intentar encontrarla.

Así, inauguro esta "sección" si es que podemos llamarla tal, para nuestro querido Megapost, Química del Videoclub, donde entre todos los locos que amamos aquella era, intentaremos identificar, y echar en la olla todos los ingredientes que hicieron especiales esos lugares.

Y, bueno, ¿cual será el primer ingrediente que echamos en la olla?
Imagino que cada uno tendrá su propia idea, su propia "agenda" en ese sentido, cada uno sabrá o pensará porqué los videoclubs levantaban cierta pasión.
Muchos otros dirán, "¡pues el primer ingrediente debería ser la nostalgia!" y aunque no es negable que la nostalgia tenga algo que ver con esta pasión, no es ni mucho menos la responsable de nuestra fascinación por aquellos antros. Quiero decir, que yo sentía absoluta adoración y amor por ellos ya de niño, a una edad en la que no había acumulado siquiera experiencias suficientes sobre las que sentir alguna nostalgia.

Yo (y seguro que cada uno tiene su propia opinión al respecto, espero leerlas) considero que el primer ingrediente para echar a la olla, es el Misterio.

Admitámoslo, años 80, dos canales de televisión (tres, contando la autonómica valenciana en mi caso) no existía Internet, no teníamos información. Esto jugaba a varias bandas, pero bueno, no es el tema dle post.
El caso es que veías unas determinadas películas en los canales disponibles, y la cosa siempre estaba limitada. No podías elegir qué ver, no podías simplemente buscar y ver otra pelicula protagonizada por un actor que te gustaba, estabas supeditado a ver lo que te ponían. Las guías, tipo Telepantallas eran tus amigas. Ahí buscabas, y siempre te ponían sinopsis y género de las películas, así que podías saber más o menos, si algo te gustaba. La oferta no era muy boyante. En La2 echaban películas a horas intempestivas, todas antiguas. En la 1 había cine, sobre todo los fines de semana. En Canal 9 echaban una todos los sábados por la tarde, y solían ser de aventuras, para críos...
Pero me remito a lo dicho. No podías elegir.

Y de repente, aparecía tu padre, tu hermano mayor, tu tío... y se ponían a hablar de un sitio al que habían ido, que estaba lleno de películas, y donde podías llevarte la que quisieras, pagando un poco. Eso sí, tenías que devolverla al día siguiente, pero bueno, nadie es perfecto.
Ahí, tu mente infantil ya empezaba a funcionar a todo tren, trocotró, tocotró, y a hacerse sus pajas mentales. Y luego entrabas finalmente al videoclub, ibas a uno de esos lugares, y allí te explotaba la cabeza.

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De no poder elegir nada, a poder elegirlo todo, ¿Algún niño ochentero entrando al videoclub dudaba de que allí estaban todas las películas del mundo?

Nada más en uno, empezabas a flipar. ¡Esas carátulas que tanto prometían! ¡Esas fotos en la contraportada, pequeños destellos congelados de la película que podías ver! Esas estanterías repletas de pelic... de POSIBILIDADES.
Y como niño, volvías a darle a la ruedecita del trocotró. "Ahivamivieja, aquí está TODO!". Y empezabas a dar vueltas en tu cabeza.
Los primeros videoclubs que recuerdo eran lugares más o menos grandes para un comercio, de poca iluminación, con grandes estanterías repletas. De ahí el Misterio como primer ingrediente de nuestra olla química.

-El primer videoclub al que fui, estaba junto a mi casa. No recuerdo su nombre, pero sí sus grandes proporciones (al menos para un niño) con estanterías que parecían llegar al techo, todas las carátulas medio en sombras, aquello era como un puto templo.Allí alquilé y vi por primera vez la que seguramente, sea la primera peli alquilada que vi: el King Kong de Guillermin.

-El videoclub Torres. Estaba muy lejos de casa, y solo fui una temporada porque íbamos a recoger a mi abuelo de una clínica de rehabilitación que había al lado. De nuevo, lugar oscuro, de altas estanterías repletas, nunca llegué a explorarlo de verdad porque solo nos quedábamos un rato mi madre y yo, mientras atendían a mi abuelo en la clínica. Recuerdo ver por primera vez la carátula de "Rambo (Acorralado)" y allí alquilé la primera película de Drácula que vi (el de Jack Palance) y allí alquilé también, en el día más glorioso de mi infancia, "Re-Animator".

-El Valle. Estaba cerquita de mi casa, al lado de la (entonces única) pizzería que había, mucho antes de Telepizza y similares. Este lo recuerdo, curiosamente, intensamente iluminado y muy espacioso, y siempre lleno de gente, quizá porque las pocas veces que fui (yo no era socio, lo era mi tío) era por la tarde cuando salía de trabajar, antes de que cerraran. De allí recuerdo ver Killer Klowns (¡enorme!) Muñeco diabólico, y Razas de noche. Cerró a principios de los 90, y luego volvió a abrir, en otro local, como tienda de videojuegos.

-El "Videoclub Cinema" es (fue, desgraciadamente) el videoclub más importante de mi vida, junto con el Amigos, donde llegué a trabajar tres veranos a mediados de los 90, viviendo en directo la decadencia de los videoclubs.
A juzgar por las películas que había por allí, el Cinema, que estaba a dos calles de mi casa, debió abrir sobre 1986-87. Tenían toda clase de películas de los 80, y la lista de pelis grandiosas que descubrí allí, no tiene fin (la saga de Pesadilla en Elm Street, Noche de miedo, Golpe en la pequeña China, La pandilla basura, Cocodrilo Dundee, ROTOR, las dos primeras de El guerrero americano, House una casa alucinante, Aventuras en la gran ciudad... Y MUCHAS MÁS). Fue mi escuela de cine ochentero. Si los videoclubs ya me fascinaban de antes, aquí fue donde empezaron a apasionarme. Este me convenció de que yo quería ser dueño de un videoclub de mayor. Cogí bastante amistad con los dueños, que con el tiempo me tenían como uno más de la familia, me dejaban tener películas alquiladas semanas sin cobrar recargo, me regalaban material promocional, incluso me dejaban "atender" a los clientes. Conocía el videoclub mejor que ellos, me pasaba las horas muertas allí, mirando todas las carátulas, leyendo todas las sinopsis, y si alguien venía preguntando si tenían tal o cual película, yo podía decirles al momento si la tenían o no, y donde estaba.

Aunque me encantara (y me dejaran) ponerme detrás del mostrador, y me fascinaba poner la oreja cuando venía "el viajante" y traía catálogos de novedades, material promocional, y esas cosas, el ingrediente principal seguía siendo el Misterio. ¿Como era posible que alguien PUDIERA tener tantas películas, aunque fuera para alquilarlas? Tened en cuenta que hablamos de los 80, mucho antes de la venta por catálogo y en grandes superficies. Tener películas originales en casa era algo que nadie tenía, que no se habia visto, solo tenías lo que grababas por la tele. Las películas de videoclub costaban una pasta (entre 12.000 y 20.000 pesetas cada copia, según recuerdo que me dijeron en el Cinema) y solo las podías alquilar pasado un tiempo, una ventana, de su estreno en cines, ventana que era de muchos meses, algo que en esta era de inmediatez parece ridículo.



El componente del Misterio lo sigo considerando de suma importancia para explicar el fenómeno de estos templos. El llegar a un videoclub, coger una película, basándote en su carátula, su sinopsis, como mucho, que sale un actor / actriz que conoces y te gusta... llegar a casa sin saber qué ibas a encontrarte, meter la película en el vídeo, una experiencia absolutamente a ciegas. Hoy en día, ese componente ha desaparecido por completo. Es imposible enfrentarte a una película de esa forma, ya no se puede. A un click tienes información sobreabundante sobre cualquier película. Como mucho a tres o cuatro clicks, la puedes ver, descargar, o comprar. Sabiendo quien dirige, quien actúa, conociendo entresijos de su rodaje y leyendo cientos de opiniones sobre ella, en cualquier idioma que quieras.
Todo ello ha puesto en nuestras manos una inmensa cantidad de películas disponibles, podemos verlo TODO, si tenemos tiempo suficiente para dedicarle, pero, en consecuencia, cuando se tiene todo, se deja de valorar instantáneamente.

¿Quien va a montar una auténtica ceremonia para ver una película con su familia los sábados por la noche, como antaño? ¿Quien va a hacer de un auténtico rito social el descargarla, comprarla o alquilarla? ¿Quien va a tragarse un 30-40% de tiempo en anuncios para ver algo que puedes ver como quieras, cuando quieras, a tu ritmo? ¿Quien va a madrugar el sábado por la mañana porque echan una de Bud Spencer y Terence Hill, si puedes verla cuando tú elijas? Ahora cada persona es su propio videoclub, su propio canal de tele, todos somos programadores y podemos programar con absoluta libertad lo que nos venga en gana, y esto es una buena cosa, sin mencionar la posibilidad de ver cine difícil de adquirir en un videoclub, la posibilidad de ver las películas con una calidad de imagen insoñable, de verla en su idioma original, todo eso han sido enormes mejoras, sí, pero... ¿donde queda el Misterio? ;)


Ya le echaremos otro ingrediente a la olla. No hemos hecho más que empezar. Como siempre, se aceptan sugerencias, opiniones, opiniones contrarias (la diversidad hace el cariño) y cualquier cosa que os pase por las cabecitas :hola
 
Dentro de no muchos años echaremos de menos escribir en foros, o aquellos años en los que la gente bajaba pelis en vez de tenerlo ya todo en NETFLIX...y diremos, ainsss que tiempos
XD
 
Dentro de no muchos años echaremos de menos escribir en foros, o aquellos años en los que la gente bajaba pelis en vez de tenerlo ya todo en NETFLIX...y diremos, ainsss que tiempos
XD

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- Mira... una foto de Carmen de Mairena... ¿Te acuerdas de cuando era musa del Foro? ¿Y cuando las había mejores en los semáforos? ¿Y cuando decíamos "durísimas declaraciones"? ¿Y cuando cerrábamos ferias en Albacete? ¿Y cuando una película tenía el hilo que se merecía todo lleno de osos y de Mohais de cuerpo entero? ¿Y cuando poníamos fotos del padre de Indiana Jones desenfocado y no hacía falta "disir nada más" para que todos lo entendiéramos? ¿Y cuando Atreyub posteaba de Walt Disney tochacos como listines de teléfonos de Nueva York? ¿Y cuando decías "rebobinar" y no te miraban como si fueras un marciano?
- Lo haremos de nuevo.
- Seguro.
- Huele estos gallumbos.
- Old Baywatch Spice.
- Brisa marina... la usaba Zac Efron.
- Completamente Oxley.
 
Última edición:
Dentro de no muchos años echaremos de menos escribir en foros, o aquellos años en los que la gente bajaba pelis en vez de tenerlo ya todo en NETFLIX...y diremos, ainsss que tiempos
XD
¿Dentro de muchos años? Yo ya hecho de menos la primera época de internet, el nescape navigator, napster, edonkey, el irc, la news, los primeros torrents...
 
me referia a que los 80 pasaron, como pasaron los 2000...justo hace un minuto acabo de ver este corto para cuando llegue la realidad aumentada...vamos a echar de menos incluso al puto reguetonero mirando al movil, ya vereis XD

 
Más de uno siempre acabara echando de menos echar de menos cosas... Siempre echaremos de menos aquello que perdimos, lo cual está bien siempre que no ignoremos lo que ganamos. Dicho esto, el enemigo no es el cambio, sino todo lo contrario, es decir, la estupidez humana, pues esa no cambia ni a hostias.
 
Corrigo, yo no hecho de menos ir a un videoclub a alquilar una película, ni usar un modem de 56 kbits, ni ir al colegio, ni ir en caballo en vez de en coche...
Lo que hecho de menos son las sensaciones que tenía cuando disfrutaba de esas cosas por primera vez y en aquella época. Evidentemente si hoy abrieran un videoclub no iba a ir ni de coña... como no iba a ir al trabajo en caballo... ni tener un 486 como pc... Pero sí que tendría una colección de películas, un caballo de monta o un 486 como curiosidad.
 
Corrigo, yo no hecho de menos ir a un videoclub a alquilar una película, ni usar un modem de 56 kbits, ni ir al colegio, ni ir en caballo en vez de en coche...
Lo que hecho de menos son las sensaciones que tenía cuando disfrutaba de esas cosas por primera vez y en aquella época. Evidentemente si hoy abrieran un videoclub no iba a ir ni de coña... como no iba a ir al trabajo en caballo... ni tener un 486 como pc... Pero sí que tendría una colección de películas, un caballo de monta o un 486 como curiosidad.
exacto, son las sensaciones lo que se recuerda, la novedad, aquel primer internet era fascinante, una aventura, pero ni loco volveria a esos tiempos.
 
Corrigo, yo no hecho de menos ir a un videoclub a alquilar una película, ni usar un modem de 56 kbits, ni ir al colegio, ni ir en caballo en vez de en coche...
Lo que hecho de menos son las sensaciones que tenía cuando disfrutaba de esas cosas por primera vez y en aquella época. Evidentemente si hoy abrieran un videoclub no iba a ir ni de coña... como no iba a ir al trabajo en caballo... ni tener un 486 como pc... Pero sí que tendría una colección de películas, un caballo de monta o un 486 como curiosidad.

Pues hombre, ir a alquilar una película al videoclub es algo que yo sí echo de menos, más allá de la nostalgia que me produce, y que es mucha... y es que todo tiene connotaciones. Lo que no echo de menos es la pobre calidad del formato, o el hecho de que había lo que había, pero el ir a un videoclub a mirar pelis y coger una, sí lo echo de menos.

Por un lado, echo de menos poder coger una película y verla al azar, sin saber nada de ella. la sobre-información en la que vivimos, creo que es tan buena como mala. Buena, porque podemos saberlo todo o casi toda, y mala... porque podemos saberlo y eso nos quita algo de la experiencia.

El lado negativo, que experimenté en los 90 conforme me fui abriendo a otras cinefilias, era la imposibilidad de encontrar películas antiguas, y sobre todo, ver películas antiguas en condiciones óptimas. Y me explico.

En mi infancia pude acceder a determinadas películas antiguas de terror, gracias a un gran invento, los programas como Mis terrores favoritos o Noche de lobos. Gracias a ellos pude ver por primera vez cosas como el Drácula de Browning, o cosas de la Hammer como El circo de los vampiros, Drácula y las mellizas, Frankenstein creó a la mujer, Drácula vuelve de la tumba... películas de horror clásico que me enamoraron por completo, pero que resultaba imposible encontrar en los videoclubs, casi siempre, al menos entre finales de los 80 y primeros 90. No podías ver nada o casi nada, solo lo que rascaban en la tele, que sí, era algo. Y cuando era algo, siempre era en las condiciones de la época, es decir, formato amputado a pantalla cuadrada, doblaje (por buenos que sean, no puedo escuchar dobladas voces como las de Vincent Price, Boris Karloff o Peter Cushing...). Es decir, poco, y mal.

Con la llegada de la venta por catálogo de películas, en los años 90, podías acceder a algo más. Por ejemplo, sacaron las principales pelis de la Universal en vídeo, pero claro, valían 2.000 pelas en una época en la que yo no tenía mucha pasta, pero me compré el Drácula de Browning, que me había obsesionado desde que la vi por la tele, y más tarde compré también El doctor Frankenstein y El hombre lobo, las otras creo que no las vi hasta que llegó internet y el DVD.

A lo que voy, es a que completar una filmografía era muy difícil, y las películas no estaban en estado óptimo. Eso es lo que NO echo de menos, tirarte meses, o años, buscando una peli, rastreando guias de televisión y preguntando en videoclubs, para al final encontrar alguna copia roñosa en VHS que se veía peor que el culo de un mono. Por otra parte tampoco se puede negar que disfrutabas con el proceso de arqueología, y que no es lo mismo que hablen de una peli en un foro, buscarla, y verla al día siguiente, que ver una película que llevas años buscando. Tenía un valor añadido, porque habías tenido que esforzarte en buscarla y obtenerla, pero aún así, prefiero la situación actual, en que tenemos buenas ediciones en DVD o Blu Ray de casi todas las filmografías que queramos (si no aquí, en el extranjero o por Internet).

En fin, espero haberme explicado bien. ir al videoclub, lo echo de menos. Poder encontrar películas solo en el videoclub, no. para nada. En ese sentido, estamos mucho mejor.
 
Bueno chicos, ¡ya llegó el verano! Estamos en agosto, casi todos estamos en vacaciones, y ha llegado la hora de disfrutar de unas cuantas pelis.

Una vez más, sacamos nuestros VHS de Verano azul, y ponemos en fila cinco títulos ochenteros para disfrutar con la que está cayendo. La canícula pica, pero refresca un poco con una buena peli de nuestra década favorita, a poder ser, gamberras, sencillas y disfrutables sin mayores pretensiones. ¡En fila, señoritas!

1. Para los que se van de vacaciones con los amigos: Un verano loco (1986)

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Producción ochentera de Savage Steve Holland (luego hablaremos de él) que no puede ser más entretenida, más ochentera y más... tópica (para bien) de lo que es.

Estamos ante un prototipo de comedia romántica ochentera: bienintencionada, blanquita pero con las dosis justas de gamberrismo juvenil para no ser un muermo, con un esquema y unos conflictos que de sobra conocemos todos, pero que aún así, conseguirá mantenernos a todos atados a la pantalla durante hora y media con una sonrisa en los labios.

La película nos cuenta la historia de Hoop McCann (John Cussack, no es la primera vez que se pasa por este megapost, ni la primera que protagoniza un top five) un estudiante algo inseguro que sueña con dibujar cómics y con encontrar el amor, que parece esquivarle; Hoop acaba de terminar sus estudios en el instituto y será invitado a ir con todos sus amigos a la casa de la abuela de uno de ellos, en Nantucket, y para que irán, en el clásico grupo bien combinado de gamberros estudiantiles, donde no pueden faltar el pijillo retorcido y caradura, el forero juerguista irresponsable y fiestero, el (en este caso, los) tontos de baba...

Una vez en Nantucket, después de un viaje con varias incidencias y los clásicos personajes secundarios absurdos (que hacen grande una película de este tipo) los chicos no casarán del todo bien en un ambiente veraniego de gente económicamente privilegiada y pijeril, con sus yates, sus regatas y sus caciques locales.

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Ninguna peli ochentera está completa sin una escena como esta: el incorformista fracasado contra el triunfador pijo, rubio e hijoputa

Y es que el pueblo tiene a su propia familia de caciques, los Beckersted, quienes poseen abundantes fincas y terrenos. El abuelo Beckersted, ya anciano, dará en herencia a su hijo toda su fortuna, siempre que su nieto adolescente Teddy gane la típica regata de barcos que se celebra anualmente en Nantucket. El padre de Teddy está obsesionado con que su hijo gane, para con el dinero, construir un imperio de marisquerías por toda la costa, así como una urbanización, mientras que su hijo Teddy solo piensa en hacer continuos largos en su piscina, y en tratar como mierda a todo bicho viviente con el que se cruza.
Casualmente, una de las fincas propiedad de Beckersted es de la fallecida abuela de Cassandra (Demi Moore) que llega al pueblo con la intención de pagar la hipoteca y conservar la casa en la que creció. Cosa que no será fácil...

A partir de estos datos de una breve sinopsis, creo que queda claro por donde van a ir los tiros: Hoop se enamorará de Cassandra, a la que intentará ayudar a conseguir la pasta, casi siempre sin éxito, mientras que por otro lado se ve asediado por la buenorra novia de Teddy, más interesada en un tío normal que en el encefalograma plano que es su novio.

Tras un buen montón de equívocos, fracasos, desamores, secundarios descacharrantes, momentos 100% ochenteros, queda bastante claro que la única manera de conseguir pagar la hipoteca de la casa de Cassandra, es que Hoop y sus amigos ganen la regata de Nantucket... ¿a que os lo estábais imaginando?

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La película es un auténtico bombón para cualquier ochentero de pro, pues se encontrará aquí con un buen montón de caras conocidas en este tipo de cine. Empezando por el director, Savage Steve Holland, que dirigió el año antes la clásica y extraordinariamente popular Más vale muerto, también con John Cussack de protagonista. Su carrera, tras estas dos pequeñas joyas del cine ochentero, acabó en televisión, entre series y telefilmes. A día de hoy, aún sigue dando la lata, perdido por la pequeña pantalla.

En el reparto, además de un John Cussack en su papel por aquel entonces habitual, de chavalín despistao e inseguro, pero de gran corazón, y de una Demi Moore que estaba de toma pan y moja (abstenerse sensibles de mirar fotos suyas actuales) como los tortolitos de estilos de vida dispares, pero condenados a encontrarse y enamorarse, tenemos a un espléndido plantel de secundarios de la época, como Curtis Armstrong (el inigualable y legendario Pelotilla de la saga de los novatos, haciendo más o menos el mismo papel que siempre hacía), a John Matuszak (más conocido por todos nosotros como Sloth), a Bobcat Goldwith (el pirao de las secuelas de Loca academia de policía); el patriarca de los Beckersted es Mark Metcalf, el inolvidable y odioso Nidermeyer de Desmadre a la americana, que luego (con bastantes kilos de maquillaje) interpretaría al Maestro en Buffy Cazavampiros. El gran William Hickey hace una breve aparición como el patriarca de los Beckersted.

A pesar de ser predecible todo lo que va pasando, la típica historia de superación personal, enfrentarse a los conflictos, vencer los temores y los enemigos y encontrar el amor, es entrañable y la dejo por recomendadísima.

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Forero medio en vacaciones de verano



2. Para los que se van de vacaciones en familia (Las vacaciones de una chiflada familia americana, 1983)

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Poco se puede decir de esta, una de las comedias familiares de culto más populares en Estados Unidos, que no se haya dicho ya. eN 1980, Harold Ramis, guionista, director y ocasionalmente actor conocido ya por todos, había debutado en la dirección con la muy ochentera Caddyshack (El club de los chalados en España) donde unía a varios cómicos de la movida americana del Saturday Night Live y demás. Sin duda hizo allí buenas migas con Chevy Chase, y tres años después se enrolaron juntos en una auténtica sátira sobre la familia media americana, que de hecho no difiere mucho de (solo las primeras temporadas, eso sí) Los Simpsons, con las obvias diferencias.

Se nos cuenta pues la historia de Clark Griswold (Chase) su esposa Ellen (Beverly D'ángelo) y los niños, Rusty (el ochenterísimo Anthony Michael Hall) y Audrey (Dana Barron) en un viaje por carretera a lo largo de todo el país. El destino es uno de esos macro parques de atracciones en Orlando, que tanto abundan allí, Wallyworld. Por el camino visitarán a familiares a los que ven poco, harán turisto, visitarán monumentos y estarán en contacto con América. ¿Que puede salir mal? Pues, previsiblemente, TODO.

La película comienza mostrándonos lo patán y cobarde que es Clark, cuando acepta en el concesario de coches uno ruinoso en vez del súper deportivo azul que él había pedido. Posteriormente, Clark "programa" el viaje, en un simulador que tiene en el ordenador de casa (¿un Amstrad? como mucho) momentazo para los que adoramos los viejos cacharros que decoraban los salones de los hogares en los años 80.

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Una vez iniciado el viaje, la película tiene enormes set pieces, de los cuales me quedo con la visita a los parientes de la América profunda, auténticos desechos sociales (Randy Quaid como el patriarca de los parientes) donde "los de pueblo" se pitorrearán de "los de ciudad" (en el caso de los adultos) o bien, los corromperán (en el caso de los niños), cargándoles además a la insoportable tía Edna (grotesco y entrañable personaje, la detestable anciana y su no menos detestable can de mandíbulas castradoras).

Se van encadenando, entre muchas otras peripecias, problemas y peleas familiares, escenas como aquella en la que se cuelan en un barrio poco recomendable tras perderse, donde desentonarán totalmente con sus modales corteses, educados e hipócritas. Otras escenas que personalmente me encantan, son esas pequeñas excursiones mentales de Clark, que se imagina (¿o no se lo imagina?) que una despampanante rubia lo persigue en un increíble coche rojo. Las varias ocasiones en las que se la va encontrando representan en cierta forma, el inevitable cansancio de cargar con responsabilidades, con una familia mal avenida (la mujer y los hijos querían ir directamente en avión hasta el parque, es Clark quien se empeña en ir en coche para "vivir aventuras en América"). La mujer rubia en su coche rojo representan justo lo contrario, la tentación de una vida sin mirar atrás, sin responsabilidades, sin cargas. No en vano el guionista de esta película es nuestro siempre adorado y recordado John Hughes, y de hecho el dilema de Clark con la rubia recuerda y no poco, a la rubia que se le aparecía en su mente a otro hombre agobiado por las responsabilidades, el Kevin Bacon de "La loca aventura del matrimonio" como forma de escape. Todo queda en familia.

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Dicen que cuando uno emprende un viaje, lo de menos es el destino, sino que es el viaje lo que tiene que haber valido la pena, lo que se recuerda. Invito a quienes aún no la hayáis visto o como yo, no la tengáis muy fresca, a comprobarlo en esta película, aunque sí adelanto que hacia el final, el entrañable John Candy aparecerá para un cameo. Como he dicho arriba, todo queda en familia.

A título personal puedo añadir que conocí esta película hace relativamente poco tiempo. La que yo conocí, y adoré en los 80, primero en un pase televisivo inolvidable y luego en el videoclub, fue la segunda parte, que transcurre en Europa. Ni siquiera supe que era una saga hasta que, ya en los 90, me topé con otra en el videoclub (la de Navidad) y a partir de ahí se hizo la luz. Esta la vi hace varios años, pero no le terminé de coger el punto y para mí, la mejor seguía siendo la alocada segunda parte que vi de niño, donde los Griswold visitan Europa. Y aunque en mi corazón, "LA película" de la saga vacacional de Chase es la segunda parte, esta no desmerece en absoluto un buen visionado veraniego.



3. Para los que tenéis que trabajar en vacaciones (Loverboy, 1989)

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Patrick Dempsey comenzó su carrera protagonizando pequeñas películas bastante quemadas (como la tercera parte de la saga de los albóndigas) y se nos ganó el cielo al hacer No puedes comprar mi amor, una de las películas aún hoy más recordadas por los aficionados, gracias al boca boca videoclubero, y a que la quemaron por la tele durante muchos años en sucesivos pases. La película del joven friki inadaptado que sueña con ser la estrella del instituto, y que "compra" a la jefa de las animadoras para que se haga pasar por su novia, es algo que aún recordamos todos, pero hoy NO vamos a hablar de ella, sino de otra película protagonizada por Dempsey antes de que se fuera a estudiar la anatomía esa; una película algo menos conocida (al menos en España, no sé si la recuerda mucha gente) pero que en su día tuvo su minuto de gloria.

Yo recuerdo ver Loverboy en televisión a principios de los 90, en un espacio entonces recién inaugurado, "El peliculón" de Antena 3, que comenzó pasando películas tan dispares como Eduardo manostijeras, Razas de noche de Clive Barker, Las aventuras de Ford Fairlane, o esta misma.

Loverboy cuenta la historia de un desvergonzado estudiante universitario, Randy Bodek, quien se ha pasado dos años de juega en juerga en el campus sin pegar ni golpe. Vamos, lo que viene siendo cualquier universitario de película americana. Randy tiene una novia llamada Jenny, de la que por un lado, pasa bastante, prefiere ir de juerga con sus amigotes, y por otra parte, parece avergonzarse de ella y no quiere presentársela a sus padres. Precisamente, es verano, las clases han acabado... y el padre de Randy llegará al campus para enfrentarse con el vago de su hijo, que ha vuelto a suspender todas las asignaturas. Después de observar sus malas notas, su estilo de vida y su carácter pasota, el señor Bodek decide que se acabó la Universidad: a currar.

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De pizzero, concretamente, empieza a trabajar Randy: otro corte de pelo, una pinta un poco más formal, y a repartir pizzas. Randy piensa que todo el verano será aburrido e inútil, y solo tiene la esperanza de conseguir suficiente dinero para pagarse la matrícula del próximo curso, en vista de que su padre está decidido a cortar para siempre la posibilidad de que siga estudiando. El problema es que, con un sueldo como el que tiene, necesitaría varios veranos para conseguirlo.

Un buen día, Randy le pide una cita a una chica que trabaja en una boutique. La chica le rechaza de plano, pero la dueña de la tienda, Alex (Barbara Carrera) que ve la escena, se encapricha del muchacho, llegando a llamarlo y a acostarse con él: durante varias semanas tendrán una apasionada relación, hasta que Randy, que se siente incómodo, decide cortarla. Alex, consciente de los problemas del chaval, decide "recomendarle" a todas sus amigas. La clave para que el "loverboy" acuda, será pedir una pizza doble de anchoas a su pizzería.

A partir de ahí, Randy se va a convertir en un "profesional del amor" que atenderá en todas sus necesidades y caprichos a las esposas de hombres ricos que no tienen tiempo para sus mujeres. Para ello el chaval tendrá que ir aprendiendo y practicando diversas artes y habilidades, desde aprender idiomas a convertirse en un experto del baile, reglas sociales de la etiqueta... mientras tanto, las mujeres siguen pagando, le pagan tanto que pronto supera la cantidad necesaria para ir a la Universidad.

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Sin embargo, a esas alturas de la película no todo son alegrías y buen rollo. Por una parte, el padre de Randy ha malinterpretado completamente todas las señales del "trabajo extra" de su hijo, llegando a estar totalmente convencido de que este es homosexual. Por otra parte, los maridos engañados no tardan mucho en darse cuenta de que "algo" está pasando, y deciden unirse para atrapar a quien les ha convertido en cornudos, y darle su merecido. Tampoco dejamos de lado el debate ético, pues Randy en realidad, está haciendo todo lo que hace para volver a la Universidad, y para volver con Jenny, a la que sigue intentando reconquistar aunque sea por vía telefónica.

Tenemos, en el reparto, a varias caras conocidas (sobre todo femeninas) entre las amantes de Randy: Kirstey Alley (cuando estaba para mojar en pan), Carrie Fisher o Barbara Carrera. Atención al autoritario y despistado padre de Randy, ni más ni menos que Robert "Exterminador" Ginty, caballero ya fallecido que nos dio incontables horas de diversión (casposa y grasienta, pero diversión al fin y al cabo) con su saga del Exterminador urbano, aunque según recuerdo cada película iba a su bola y la cohesión argumental de la "saga" no era tal.
La novia de Randy es Nancy Valen, actriz a quien recuerdo sobre todo de Chico celestial (mítico filme que no debería tardar en pasarse por el megapost) y luego se refugió en televisión, apariendo en series tan variadas como Se ha escrito un crimen, Los vigilantes de la playa o Friends.

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Yo solo había visto Loverboy en aquel lejano pase por Antena 3 ( a poco que haya pasado, aquello fue hace más de 20 años) y no conservaba apenas recuerdos de ella, más allá de la trama en general, y que salía Kirstey Alley. En revisión debo reconocer que se ha conservado muy bien, es una película muy entretenida y sin mayores pretensiones, e incluso con un cierto poso amargo que se vería raro en estos tiempos de cine políticamente correcto que atravesamos (al fin y al cabo el protagonista es un gigoló que da compañía a mujeres que lo necesitan, pero que también las acaba abandonando porque, ¡está enamorado). No dejéis de verla si no habéis tenido el gusto. Y ojalá que aquellos que os toque trabajar en estas fechas, tengáis un trabajo tan entretenido como el del bueno de Randy.

4. Para los que aman el mar (Piraña, 1978)

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Joe Dante es, a día de hoy, una leyenda. A pesar de que, con el devenir del tiempo, su carrera ha sufrido reveses (artísticos y comerciales) y que ciertas corrientes críticas le califican como poco más que un clon del Spielberg "etapa Amblin" también son muchos los que le tienen como un pequeño artesano de su época. No voy a entrar a valorar qué es y qué no, ni mucho menos voy a ponerme a valorar toda su obra, pero sí voy a decir, desde ya, que me considero un absoluto admirador de sus comienzos, y concretamente de sus dos primeros films: el que nos ocupa, Piraña, y Aullidos. Me parecen películas coherentes, conjuntan bien y están muy bien narradas, se nota que detrás de ellas hay un tipo con cosas que decir, y no uno más de los muchos destajistas que pululaban por la New World de Roger Corman.

Piraña fue el primer film en solitario de Dante (antes había co-dirigido una película que no he visto, Hollywood Bulevard) y no cabe duda de que es un subproducto que intenta aprovechar el gran tirón de Tiburón de Spielberg... pero Dante, más allá de cumplir con esa papeleta, se desmarca muy pronto de ella, dejando patente que su película es una referencia, pero no una copia (en ese sentido me encanta la ironía del momento, tras uno de los ataques, la chica que aparece jugando a una recreativa llamada... Jaws). En ningún momento Piraña se toma en serio, ni mucho menos pide a ningún espectador que lo haga.

La historia creo que todos, más o menos, la conocemos: una parejita de adolescentes se cuela a medianoche en unas instalaciones militares, aparentemente abandonadas, para bañarse en la balsa que allí hay (primera MUY MALA idea, y última, desde luego). Después del típico tira y afloja, los dos mueren devorados por algo que hay en el agua...

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Poco después, hace su aparición por esa zona Maggie, una joven detective a la que han contratado precisamente para buscar a la pareja desaparecida. Para guiarse por la zona, tiene como guía a Paul, un habitante de la zona. Juntos acabarán encontrando las misteriosas instalaciones militares, se pelearán con un desquiciado que por allí aparece, y accidentalmente vaciarán la piscina en el río cercano, solo para enterarse, por boca del científico que ha intentado evitarlo, que acaban de soltar una especie de pirañas asesinas genéticamente creadas por el ejército, mucho más letales, agresivas y resistentes que las pirañas comunes.

Poco después, mientras remontan el río en una balsa, el científico será devorado por sus propias creaciones (el humor negro está presente en todo momento, tanto en esta película como en la posterior Aullidos) y al llegar Maggie y Paul al pueblo, se encontrarán con una gran resistencia a difundir la verdad, por parte de un ambicioso hombre de negocios que está inaugurando un gran parque acuático, y por varios científicos a sueldo del Ejército que intentarán tapar el asunto aunque para ello tengan que sacrificar cientos o miles de vidas.

La película, a pesar de su tono de cachondeo y de todo su humor negro, no escatima en ningún momento en mostrar escenas sangrientas, miembros amputados o semi devorados, ataques a niños en el río de un campamento de verano, y el posterior ataque al parque acuático. Todo ello, además de las propias pirañas, se lo debemos a Rob Bottin, que en aquel entonces no tenía ni 20 años, y que colaboraría también en la siguiente película de Dante, ocupándose de los maquillajes de los hombres lobo.

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Toda la película está llena de caras más o menos conocidas, ya sea Paul Bartel (habitual colaborador de la New World de Corman) el entrañable Kevin McCarthy (que no tiene ningún reparo a descojonarse de sí mismo las veces que haga falta) como el científico loco y desquiciado que intentará avisar a la población de la amenaza; la gran Barbara Steele, toda una dama del terror clásico que aquí interpreta a la inquetante científica enviada por los militares para controlar (esto es, acallar) la situación, el veterano Keenan Wynn, así como varias caras que repetirían numerosas veces con Dante, como Belinda Balaski o el entrañable e incombustible Dick Miller, aquí como el magnate del parque acuático que, como no podía ser de otra manera, recibe su merecido por medio de un episodio de justicia poética.

Por mucho remake que hayan hecho (a decir de algunos que lo han visto, el remake es mejor) por mucha secuela de pirañas voladoras que nunca olvidaremos, por mucho que lo intentemos (¡y dirigida por el camionero!) Piraña es una peli solvente, entretenida, bien hecha, con un presupuesto que no daba ni para pipas (oficialmente 600.000 dólares, unos dicen que menos, otros que más) acabó recaudando 16 millones en cines, y convirtiéndose en una película visible a través de las varias ediciones en vídeo y DVD que ha tenido, y los pases televisivos. Yo la vi por primera vez alquilada del videoclub, siendo un crío, incluso puede que antes de ver Tiburón, y guardé un buen recuerdo de ella hasta que la pude ver, cuando la reeditaron en vídeo a mediados de los 90, y luego ya en DVD... y por supuesto, en cuanto pude, puse mis garras encima de la edición original en VHS, que guardo como oro en paño:

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5. Para los que se van de campamento (Viernes 13, 1980)

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Hoy en día, hablar de Viernes 13 es casi una broma. Se han vertido ríos de tinta sobre ella desde todos los puntos de vista posibles, y después de 10 secuelas, un remake, y un torrente de imitaciones en todos los puntos del globo, poco puede decirse ya.

Viernes 13 aprovechó diversas corrientes para crear lo que sería el formulario del slasher básico. La referencia más citada es La noche de Halloween, de John Carpenter, en cuanto a la estructura (asesino misterioso que sigue, observa y mata a gente joven). Y, sin embargo, otra referencia menos citada y que a mi me parece, se aproxima mucho más, es Bahía de sangre, del genio Mario Bava. Mucho más ejana en el tiempo que la de Carpenter (se estrenó en 1971) la película contaba las peripecias de diversas personas interesadas en las propiedades cercanas a una bahía y los valiosos terrenos que la rodeaban. Iban teniendo lugar muy diversos asesinatos, cada cual más gore, hasta llegar a un final que (más o menos) explicaba los hechos. La sucesión y el regodeo de crímenes sangrientos (en la de Carpenter, todo es sugerencia, no vemos una sola gota de sangre) como motivo de ser de la película, y los hechos teniendo lugar en un entorno campestre y junto a un gran lago, siempre me han hecho pensar que la cosa va más de la italiana que de la de Carpenter.

Por si es que alguien no lo sabe, a estas alturas, Viernes 13 cuenta la historia de un campamento de verano llamado Crystal Lake, instalado junto a un lago, que abre sus puertas a principios de los años 80. En años anteriores tuvieron lugar una serie de desgracias, tales como incendios y envenenamientos, que culminaron con el brutal asesinato de dos jóvenes, por lo que el campamento se ha ganado fama de estar maldito, y el sobrenombre de "Campamento sangriento".

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Tras el prólogo en los años 50, empezamos con una serie de escenas que hacen referencia, en mi opinión, a Psicosis, como tantas otras: la monitora que llega al pueblo, descubre la sangrienta fama del lugar al que va a trabajar, y finalmente es agredida, persguida por el bosque y degollada, todo en apenas cinco minutos de metraje.

Los chavales (actores desconocidos, salvo un hoy famoso Kevin Bacon) llegan al campamento, y tras recibir las consabidas advertencencias del vagabundo iluminado del pueblo (de las que se pitorrearán convenientemente) empiezan a pasar cosas raras: alguien que observa entre los árboles, sustos, equívocos, desapariciones, y por supuesto, asesinatos...

Como ya he dicho, hablar de Viernes 13 es hablar de algo ya hablado hasta la saciedad. Así que os voy a hablar de Viernes 13 según mi experiencia...

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De Viernes 13 lo primero que recuerdo es que, siendo yo un crío, la anunciaban en TVE1, en aquella lejana época en que solo existían dos canales. El anuncio se fusilaba entera la escena final de ensoñación en el lago (incomprensible) y como comprenderéis, ejerció una poderosa fascinación / acojone en mi. No había posibilidad de verla (la daban de madrugada).
Más tarde pude ver las carátulas de las primeras entregas en el videoclub, todas ordenaditas en la misma estantería, y por fin, después de varias intentonas de que me la dejaran alquilar mis padres, entre varios primos conseguimos enredar a mi tío y que nos alquilara, concretamente fue Viernes 13 Parte 5. No estaba nada mal (al menos en aquel momento y situación) pero para mí no era nada, yo echaba de menos las poderosas imágenes que había visto anunciadas por la tele, ese niño monstruoso saliendo del agua...


Más tarde la pude ver, en VHS, en una edición perteneciente a la colección de quioscos "Cine de terror" y me fascinó por completo, de principio a fin. Era todavía una época sin Internet, sin los medios de comunicación de hoy: cuando algo te fascinaba no podías buscarlo, no podías saber apenas nada, solo podías comentarlo con los amigos, y poco más.

Más allá de sus deficiencias (se ha dicho que la banda sonora de Harry Manfredini ayudó mucho a paliar las deficiencias de guión ) y de que en realidad, todo gire en torno a las muertes (espléndidas, eso sí, gracias a los efectos especiales del gran Tom Savini) más allá de que sea una serie B sin mayores pretensiones, pienso que se la odia o critica más por lo que trajo (un aluvión de secuelas y mil imitaciones) que por sí misma. No es para tanto, ni para tan poco. En fin, yo la recomiendo, y por supuesto, guardo celosamente el VHS original en mi colección...

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Hasta aquí las 5 veraniegas de este año... :hola


 
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