Bueno chicos, ¡ya llegó el verano! Estamos en agosto, casi todos estamos en vacaciones, y ha llegado la hora de
disfrutar de unas cuantas pelis.
Una vez más, sacamos nuestros VHS de Verano azul, y ponemos en fila
cinco títulos ochenteros para disfrutar con la que está cayendo. La canícula pica, pero refresca un poco con una buena peli de nuestra década favorita, a poder ser, gamberras, sencillas y disfrutables sin mayores pretensiones. ¡En fila, señoritas!
1. Para los que se van de vacaciones con los amigos: Un verano loco (1986)
Producción ochentera de
Savage Steve Holland (luego hablaremos de él) que
no puede ser más entretenida, más ochentera y más... tópica (para bien) de lo que es.
Estamos ante
un prototipo de comedia romántica ochentera: bienintencionada, blanquita pero con las dosis justas de gamberrismo juvenil para no ser un muermo, con un esquema y unos conflictos que de sobra conocemos todos, pero que aún así, conseguirá mantenernos a todos atados a la pantalla durante
hora y media con una sonrisa en los labios.
La película nos cuenta la historia de Hoop McCann (John Cussack, no es la primera vez que se pasa por este megapost, ni la primera que protagoniza un top five) un estudiante algo inseguro que sueña con dibujar cómics y con encontrar el amor, que parece esquivarle; Hoop acaba de terminar sus estudios en el instituto
y será invitado a ir con todos sus amigos a la casa de la abuela de uno de ellos, en Nantucket, y para que irán, en el clásico grupo bien combinado de gamberros estudiantiles, donde no pueden faltar el pijillo retorcido y caradura, el
forero juerguista irresponsable y fiestero, el (en este caso, los) tontos de baba...
Una vez en Nantucket, después de un viaje con varias incidencias
y los clásicos personajes secundarios absurdos (que hacen grande una película de este tipo) los chicos no casarán del todo bien en un ambiente veraniego de gente económicamente privilegiada y pijeril, con sus yates, sus regatas
y sus caciques locales.
Ninguna peli ochentera está completa sin una escena como esta: el incorformista fracasado contra el triunfador pijo, rubio e hijoputa
Y es que el pueblo tiene a su propia familia de caciques, los Beckersted, quienes poseen abundantes fincas y terrenos. El abuelo Beckersted, ya anciano, dará en herencia a su hijo toda su fortuna, siempre que
su nieto adolescente Teddy gane la típica regata de barcos que se celebra anualmente en Nantucket. El padre de Teddy está obsesionado con que su hijo gane, para con el dinero, construir un imperio de marisquerías por toda la costa, así como una urbanización, mientras que su hijo Teddy solo piensa en hacer continuos largos en su piscina, y en tratar como mierda a todo bicho viviente con el que se cruza.
Casualmente, una de las fincas propiedad de Beckersted es de la fallecida abuela de Cassandra (Demi Moore) que llega al pueblo con la intención de
pagar la hipoteca y conservar la casa en la que creció. Cosa que no será fácil...
A partir de estos datos de una breve sinopsis, creo que queda claro por donde van a ir los tiros:
Hoop se enamorará de Cassandra, a la que intentará ayudar a conseguir la pasta, casi siempre sin éxito, mientras que por otro lado se ve asediado por la buenorra novia de Teddy,
más interesada en un tío normal que en el encefalograma plano que es su novio.
Tras un buen montón de equívocos, fracasos, desamores, secundarios descacharrantes, momentos 100% ochenteros, queda bastante claro que la única manera de conseguir pagar la hipoteca de la casa de Cassandra, es que Hoop y sus amigos
ganen la regata de Nantucket... ¿
a que os lo estábais imaginando?
La película
es un auténtico bombón para cualquier ochentero de pro, pues se encontrará aquí con un buen montón de caras conocidas en este tipo de cine. Empezando por el director, Savage Steve Holland, que dirigió el año antes la clásica y extraordinariamente popular
Más vale muerto, también con John Cussack de protagonista. Su carrera, tras estas dos pequeñas joyas del cine ochentero, acabó en televisión, entre series y telefilmes. A día de hoy, aún sigue dando la lata, perdido por la pequeña pantalla.
En el reparto, además de un John Cussack en su papel por aquel entonces habitual, de chavalín despistao e inseguro, pero de gran corazón, y de una Demi Moore que estaba de toma pan y moja (abstenerse sensibles de mirar fotos suyas actuales) como los tortolitos de estilos de vida dispares, pero condenados a encontrarse y enamorarse, tenemos a
un espléndido plantel de secundarios de la época, como Curtis Armstrong (el inigualable y legendario Pelotilla de la saga de los novatos, haciendo más o menos el mismo papel que siempre hacía), a John Matuszak (
más conocido por todos nosotros como Sloth), a Bobcat Goldwith (el pirao de las secuelas de
Loca academia de policía); el patriarca de los Beckersted es Mark Metcalf, el inolvidable y odioso Nidermeyer de Desmadre a la americana, que luego (con bastantes kilos de maquillaje) interpretaría al Maestro en Buffy Cazavampiros. El gran William Hickey hace una breve aparición como el patriarca de los Beckersted.
A pesar de ser predecible todo lo que va pasando, la típica historia de superación personal, enfrentarse a los conflictos, vencer los temores y los enemigos y encontrar el amor, es entrañable y
la dejo por recomendadísima.
Forero medio en vacaciones de verano
2. Para los que se van de vacaciones en familia (Las vacaciones de una chiflada familia americana, 1983)
Poco se puede decir de esta,
una de las comedias familiares de culto más populares en Estados Unidos, que no se haya dicho ya. eN 1980, Harold Ramis, guionista, director y ocasionalmente actor conocido ya por todos,
había debutado en la dirección con la muy ochentera Caddyshack (El club de los chalados en España) donde unía a varios cómicos de la movida americana del Saturday Night Live y demás. Sin duda hizo allí buenas migas con Chevy Chase, y tres años después se enrolaron juntos en una
auténtica sátira sobre la familia media americana, que de hecho no difiere mucho de (solo las primeras temporadas, eso sí) Los Simpsons, con las obvias diferencias.
Se nos cuenta pues la historia de Clark Griswold (Chase) su esposa Ellen (Beverly D'ángelo) y los niños, Rusty (el ochenterísimo Anthony Michael Hall) y Audrey (Dana Barron) en un viaje por carretera a lo largo de todo el país.
El destino es uno de esos macro parques de atracciones en Orlando, que tanto abundan allí, Wallyworld. Por el camino visitarán a familiares a los que ven poco, harán turisto, visitarán monumentos y estarán en contacto con América. ¿Que puede salir mal? Pues, previsiblemente, TODO.
La película comienza mostrándonos lo patán y cobarde que es Clark, cuando acepta en el concesario de coches uno ruinoso en vez del súper deportivo azul que él había pedido. Posteriormente, Clark "programa" el viaje, en un simulador que tiene en el ordenador de casa (¿un Amstrad? como mucho)
momentazo para los que adoramos los viejos cacharros que decoraban los salones de los hogares en los años 80.
Una vez iniciado el viaje, la película tiene enormes set pieces, de los cuales me quedo con
la visita a los parientes de la América profunda, auténticos desechos sociales (Randy Quaid como el patriarca de los parientes) donde "los de pueblo" se pitorrearán de "los de ciudad" (en el caso de los adultos) o bien, los corromperán (en el caso de los niños), cargándoles además a la insoportable tía Edna (
grotesco y entrañable personaje, la detestable anciana y su no menos detestable can de mandíbulas castradoras).
Se van encadenando, entre muchas otras peripecias, problemas y peleas familiares, escenas como aquella en la que se cuelan en un barrio poco recomendable tras perderse, donde
desentonarán totalmente con sus modales corteses, educados e hipócritas. Otras escenas que personalmente me encantan, son esas pequeñas excursiones mentales de Clark, que se imagina (¿o no se lo imagina?) que una despampanante rubia lo persigue en un increíble coche rojo. Las varias ocasiones en las que se la va encontrando representan en cierta forma,
el inevitable cansancio de cargar con responsabilidades, con una familia mal avenida (la mujer y los hijos querían ir directamente en avión hasta el parque, es Clark quien se empeña en ir en coche para "vivir aventuras en América"). La mujer rubia en su coche rojo representan justo lo contrario, la tentación de una vida sin mirar atrás, sin responsabilidades, sin cargas. No en vano el guionista de esta película es nuestro
siempre adorado y recordado John Hughes, y de hecho el dilema de Clark con la rubia recuerda y no poco, a la rubia que se le aparecía en su mente a otro hombre agobiado por las responsabilidades, el Kevin Bacon de "La loca aventura del matrimonio" como forma de escape.
Todo queda en familia.
Dicen que cuando uno emprende un viaje,
lo de menos es el destino, sino que es el viaje lo que tiene que haber valido la pena, lo que se recuerda. Invito a quienes aún no la hayáis visto o como yo, no la tengáis muy fresca,
a comprobarlo en esta película, aunque sí adelanto que hacia el final, el entrañable John Candy aparecerá para un cameo. Como he dicho arriba, todo queda en familia.
A título personal puedo añadir que conocí esta película hace relativamente poco tiempo. La que yo conocí, y adoré en los 80, primero en un pase televisivo inolvidable y luego en el videoclub,
fue la segunda parte, que transcurre en Europa. Ni siquiera supe que era una saga hasta que, ya en los 90, me topé con otra en el videoclub (la de Navidad) y a partir de ahí se hizo la luz. Esta la vi hace varios años, pero no le terminé de coger el punto y para mí, la mejor seguía siendo la alocada segunda parte que vi de niño, donde los Griswold visitan Europa. Y aunque en mi corazón, "LA película" de la saga vacacional de Chase
es la segunda parte, esta no desmerece en absoluto un buen visionado veraniego.
3. Para los que tenéis que trabajar en vacaciones (Loverboy, 1989)
Patrick Dempsey comenzó su carrera protagonizando pequeñas películas bastante quemadas (como la tercera parte de la saga de los albóndigas) y se nos ganó el cielo al hacer No puedes comprar mi amor, una de las películas
aún hoy más recordadas por los aficionados, gracias al boca boca videoclubero, y a que la quemaron por la tele durante muchos años en sucesivos pases. La película del joven friki inadaptado que sueña con ser la estrella del instituto, y que
"compra" a la jefa de las animadoras para que se haga pasar por su novia, es algo que aún recordamos todos, pero hoy NO vamos a hablar de ella, sino de otra película protagonizada por Dempsey antes de que se fuera a estudiar la anatomía esa; una película algo menos conocida (al menos en España, no sé si la recuerda mucha gente) pero que
en su día tuvo su minuto de gloria.
Yo recuerdo ver Loverboy en televisión a principios de los 90, en
un espacio entonces recién inaugurado, "El peliculón" de Antena 3, que comenzó pasando películas tan dispares como Eduardo manostijeras, Razas de noche de Clive Barker, Las aventuras de Ford Fairlane, o esta misma.
Loverboy cuenta la historia de un desvergonzado estudiante universitario, Randy Bodek, quien se ha pasado dos años de juega en juerga en el campus
sin pegar ni golpe. Vamos, lo que viene siendo cualquier universitario de película americana. Randy tiene una novia llamada Jenny, de la que por un lado, pasa bastante, prefiere ir de juerga con sus amigotes, y por otra parte, parece avergonzarse de ella y no quiere presentársela a sus padres. Precisamente, es verano, las clases han acabado... y el padre de Randy llegará al campus para enfrentarse con el vago de su hijo, que ha vuelto a suspender todas las asignaturas. Después de observar sus malas notas, su estilo de vida y su carácter pasota, el señor Bodek decide que se acabó la Universidad: a currar.
De pizzero, concretamente, empieza a trabajar Randy: otro corte de pelo, una pinta un poco más formal, y a repartir pizzas. Randy piensa que todo el verano será aburrido e inútil, y solo tiene la esperanza de conseguir suficiente dinero para pagarse la matrícula del próximo curso, en vista de que su padre está decidido a cortar para siempre la posibilidad de que siga estudiando. El problema es que, con un sueldo como el que tiene,
necesitaría varios veranos para conseguirlo.
Un buen día, Randy le pide una cita a una chica que trabaja en una boutique. La chica le rechaza de plano, pero la dueña de la tienda, Alex (Barbara Carrera) que ve la escena, se encapricha del muchacho, llegando a llamarlo y a acostarse con él: durante varias semanas tendrán una apasionada relación, hasta que Randy, que se siente incómodo, decide cortarla. Alex, consciente de los problemas del chaval, decide "recomendarle" a todas sus amigas. La clave para que el "loverboy" acuda, será
pedir una pizza doble de anchoas a su pizzería.
A partir de ahí, Randy
se va a convertir en un "profesional del amor" que atenderá en todas sus necesidades y caprichos a las esposas de hombres ricos que no tienen tiempo para sus mujeres. Para ello el chaval tendrá que ir aprendiendo y practicando
diversas artes y habilidades, desde aprender idiomas a convertirse en un experto del baile, reglas sociales de la etiqueta... mientras tanto, las mujeres siguen pagando, le pagan tanto que pronto supera la cantidad necesaria para ir a la Universidad.
Sin embargo, a esas alturas de la película
no todo son alegrías y buen rollo. Por una parte, el padre de Randy ha malinterpretado completamente todas las señales del "trabajo extra" de su hijo, llegando a estar totalmente convencido de que este es homosexual. Por otra parte, los maridos engañados no tardan mucho en darse cuenta de que "algo" está pasando, y deciden
unirse para atrapar a quien les ha convertido en cornudos, y darle su merecido. Tampoco dejamos de lado el debate ético, pues Randy en realidad, está haciendo todo lo que hace para volver a la Universidad, y para volver con Jenny, a la que sigue intentando reconquistar aunque sea por vía telefónica.
Tenemos, en el reparto, a
varias caras conocidas (sobre todo femeninas) entre las amantes de Randy: Kirstey Alley (cuando estaba para mojar en pan), Carrie Fisher o Barbara Carrera. Atención al autoritario y despistado padre de Randy, ni más ni menos que
Robert "Exterminador" Ginty, caballero ya fallecido que nos dio incontables horas de diversión (casposa y grasienta, pero diversión al fin y al cabo) con su saga del Exterminador urbano, aunque según recuerdo cada película iba a su bola y la cohesión argumental de la "saga" no era tal.
La novia de Randy es Nancy Valen, actriz a quien recuerdo sobre todo de Chico celestial (mítico filme que no debería tardar en pasarse por el megapost) y luego se refugió en televisión, apariendo en series tan variadas como Se ha escrito un crimen, Los vigilantes de la playa o Friends.
Yo solo había visto Loverboy en aquel lejano pase por Antena 3 ( a poco que haya pasado,
aquello fue hace más de 20 años) y no conservaba apenas recuerdos de ella, más allá de la trama en general, y que salía Kirstey Alley. En revisión debo reconocer que se ha conservado muy bien, es una película muy entretenida y sin mayores pretensiones, e incluso con un cierto poso amargo que se vería raro en estos tiempos de cine políticamente correcto que atravesamos (al fin y al cabo el protagonista es un gigoló que da compañía a mujeres que lo necesitan, pero que también las acaba abandonando porque, ¡está enamorado).
No dejéis de verla si no habéis tenido el gusto. Y ojalá que aquellos que os toque trabajar en estas fechas, tengáis un trabajo tan entretenido como el del bueno de Randy.
4. Para los que aman el mar (Piraña, 1978)
Joe Dante es, a día de hoy,
una leyenda. A pesar de que, con el devenir del tiempo, su carrera ha sufrido reveses (artísticos y comerciales) y que ciertas corrientes críticas le califican como poco más que un clon del Spielberg "etapa Amblin" también son muchos los que le tienen como un pequeño artesano de su época. No voy a entrar a valorar qué es y qué no, ni mucho menos voy a ponerme a valorar toda su obra, pero sí voy a decir, desde ya, que me considero un absoluto admirador de sus comienzos,
y concretamente de sus dos primeros films: el que nos ocupa, Piraña, y Aullidos. Me parecen películas coherentes, conjuntan bien y están muy bien narradas, se nota que detrás de ellas hay un tipo con cosas que decir, y no uno más de los muchos destajistas que pululaban por la
New World de Roger Corman.
Piraña fue
el primer film en solitario de Dante (antes había co-dirigido una película que no he visto, Hollywood Bulevard) y no cabe duda de que es un subproducto que
intenta aprovechar el gran tirón de Tiburón de Spielberg... pero Dante, más allá de cumplir con esa papeleta, se desmarca muy pronto de ella, dejando patente que
su película es una referencia, pero no una copia (en ese sentido me encanta la ironía del momento, tras uno de los ataques, la chica que aparece jugando a una recreativa llamada... Jaws). En ningún momento
Piraña se toma en serio, ni mucho menos pide a ningún espectador que lo haga.
La historia creo que todos, más o menos, la conocemos: una parejita de adolescentes se cuela a medianoche en unas instalaciones militares, aparentemente abandonadas, para bañarse en la balsa que allí hay (primera MUY MALA idea, y última, desde luego). Después del típico tira y afloja,
los dos mueren devorados por algo que hay en el agua...
Poco después, hace su aparición por esa zona Maggie, una joven detective a la que han contratado precisamente para buscar a la pareja desaparecida. Para guiarse por la zona, tiene como guía a Paul, un habitante de la zona. Juntos acabarán encontrando las misteriosas instalaciones militares, se pelearán con un desquiciado que por allí aparece, y
accidentalmente vaciarán la piscina en el río cercano, solo para enterarse, por boca del científico que ha intentado evitarlo, que acaban de soltar una especie de
pirañas asesinas genéticamente creadas por el ejército, mucho más letales, agresivas y resistentes que las pirañas comunes.
Poco después, mientras remontan el río en una balsa, el científico
será devorado por sus propias creaciones (el humor negro está presente en todo momento, tanto en esta película como en la posterior Aullidos) y al llegar Maggie y Paul al pueblo, se encontrarán con una gran resistencia a difundir la verdad, por parte de un ambicioso hombre de negocios que está inaugurando un gran parque acuático, y por varios
científicos a sueldo del Ejército que intentarán tapar el asunto aunque para ello tengan que sacrificar cientos o miles de vidas.
La película, a pesar de su tono de cachondeo y de todo su humor negro,
no escatima en ningún momento en mostrar escenas sangrientas, miembros amputados o semi devorados, ataques a niños en el río de un campamento de verano, y el posterior ataque al parque acuático. Todo ello, además de las propias pirañas, se lo debemos a Rob Bottin, que en aquel entonces
no tenía ni 20 años, y que colaboraría también en la siguiente película de Dante, ocupándose de los maquillajes de los hombres lobo.
Toda la película está llena de
caras más o menos conocidas, ya sea Paul Bartel (habitual colaborador de la New World de Corman) el entrañable Kevin McCarthy (que
no tiene ningún reparo a descojonarse de sí mismo las veces que haga falta) como el científico loco y desquiciado que intentará avisar a la población de la amenaza; la gran Barbara Steele, toda una dama del terror clásico que aquí interpreta a la inquetante científica enviada por los militares para controlar (esto es, acallar) la situación, el veterano Keenan Wynn, así como varias caras que repetirían numerosas veces con Dante, como Belinda Balaski o
el entrañable e incombustible Dick Miller, aquí como el magnate del parque acuático que, como no podía ser de otra manera, recibe su merecido por medio de un episodio de justicia poética.
Por mucho remake que hayan hecho (a decir de algunos que lo han visto,
el remake es mejor) por mucha secuela de pirañas voladoras que
nunca olvidaremos, por mucho que lo intentemos (¡y dirigida por el camionero!) Piraña es una peli solvente, entretenida, bien hecha, con un presupuesto que no daba ni para pipas (oficialmente 600.000 dólares, unos dicen que menos, otros que más) acabó
recaudando 16 millones en cines, y convirtiéndose en una película visible a través de las varias ediciones en vídeo y DVD que ha tenido, y los pases televisivos. Yo la vi por primera vez alquilada del videoclub, siendo un crío, incluso puede que antes de ver Tiburón, y guardé un buen recuerdo de ella hasta que la pude ver, cuando la reeditaron en vídeo a mediados de los 90, y luego ya en DVD... y por supuesto, en cuanto pude, puse mis garras encima de la edición original en VHS, que
guardo como oro en paño:
5. Para los que se van de campamento (Viernes 13, 1980)
Hoy en día, hablar de Viernes 13
es casi una broma. Se han vertido ríos de tinta sobre ella desde todos los puntos de vista posibles, y después de 10 secuelas, un remake, y un torrente de imitaciones en todos los puntos del globo,
poco puede decirse ya.
Viernes 13 aprovechó diversas corrientes para crear lo que sería
el formulario del slasher básico. La referencia más citada es La noche de Halloween, de John Carpenter, en cuanto a la estructura (asesino misterioso que sigue, observa y mata a gente joven). Y, sin embargo, otra referencia menos citada y que a mi me parece, se aproxima mucho más, es Bahía de sangre, del genio Mario Bava. Mucho más ejana en el tiempo que la de Carpenter (se estrenó en 1971) la película contaba las peripecias de diversas personas interesadas en las propiedades cercanas a una bahía y los valiosos terrenos que la rodeaban. Iban teniendo lugar muy diversos asesinatos,
cada cual más gore, hasta llegar a un final que (más o menos) explicaba los hechos. La sucesión y el regodeo de crímenes sangrientos (en la de Carpenter, todo es sugerencia, no vemos una sola gota de sangre) como motivo de ser de la película, y los hechos teniendo lugar en un entorno campestre y junto a un gran lago, siempre me han hecho pensar que
la cosa va más de la italiana que de la de Carpenter.
Por si es que alguien no lo sabe, a estas alturas, Viernes 13 cuenta la historia de un campamento de verano llamado Crystal Lake, instalado junto a un lago, que abre sus puertas a principios de los años 80. En años anteriores tuvieron lugar
una serie de desgracias, tales como incendios y envenenamientos, que culminaron con el brutal asesinato de dos jóvenes, por lo que el campamento se ha ganado fama de estar maldito, y el sobrenombre de "Campamento sangriento".
Tras el prólogo en los años 50, empezamos con una serie de escenas que hacen referencia, en mi opinión, a Psicosis,
como tantas otras: la monitora que llega al pueblo,
descubre la sangrienta fama del lugar al que va a trabajar, y finalmente es agredida, persguida por el bosque y degollada, todo en apenas cinco minutos de metraje.
Los chavales (actores desconocidos, salvo un
hoy famoso Kevin Bacon) llegan al campamento, y tras recibir las consabidas advertencencias del vagabundo iluminado del pueblo (de las que se pitorrearán convenientemente) empiezan a pasar cosas raras: alguien que observa entre los árboles, sustos, equívocos, desapariciones, y
por supuesto, asesinatos...
Como ya he dicho, hablar de Viernes 13 es hablar de algo ya hablado hasta la saciedad. Así que os voy a hablar de Viernes 13
según mi experiencia...
De Viernes 13 lo primero que recuerdo es que, siendo yo un crío, la anunciaban en TVE1, en aquella lejana época en que solo existían dos canales. El anuncio
se fusilaba entera la escena final de ensoñación en el lago (incomprensible) y como comprenderéis, ejerció una poderosa fascinación / acojone en mi. No había posibilidad de verla (la daban de madrugada).
Más tarde pude ver
las carátulas de las primeras entregas en el videoclub, todas ordenaditas en la misma estantería, y por fin, después de varias intentonas de que me la dejaran alquilar mis padres, entre varios primos conseguimos enredar a mi tío y que nos alquilara, concretamente fue Viernes 13 Parte 5. No estaba nada mal (al menos en aquel momento y situación) pero para mí no era nada, yo echaba de menos las poderosas imágenes que había visto anunciadas por la tele,
ese niño monstruoso saliendo del agua...
Más tarde la pude ver, en VHS, en una edición perteneciente a la colección de quioscos "Cine de terror" y me fascinó por completo, de principio a fin. Era
todavía una época sin Internet, sin los medios de comunicación de hoy: cuando algo te fascinaba no podías buscarlo, no podías saber apenas nada, solo podías comentarlo con los amigos, y poco más.
Más allá de sus deficiencias (se ha dicho que la
banda sonora de Harry Manfredini ayudó mucho a paliar las deficiencias de guión ) y de que en realidad, todo gire en torno a las muertes (espléndidas, eso sí, gracias
a los efectos especiales del gran Tom Savini) más allá de que sea una serie B sin mayores pretensiones, pienso que se la odia o critica más por lo que trajo (un aluvión de secuelas y mil imitaciones) que por sí misma. No es para tanto, ni para tan poco. En fin, yo la recomiendo, y por supuesto, guardo celosamente el VHS original en mi colección...
Hasta aquí las 5 veraniegas de este año...